El coronavirus ha llegado y nos hace notar nuestra fragilidad y el poco control que tenemos de nuestra vida. Este virus nos ha producido encierro, aislamiento, miedo que sale del interior y se derrama por el cuerpo y la cabeza. Se conecta con temor a las carencias y se provocan compras de pánico. Surgen sensaciones y actitudes que golpean nuestra soberbia y alimentan nuestra inseguridad. Pensé que tenía el mundo en mis manos, ahora sé que es al revés, estoy en las manos del mundo.
Aquella idea que tenía de ser fuerte, se bambolea al darme cuenta de esa vulnerabilidad, se despliega una sonrisa hipócrita. Las agarraderas se rompen, nos damos cuenta que estamos inermes y aún no hay medicamentos modernos para vencer la enfermedad. Qué difícil dar esa patada mental a tus creencias y sonreír ante los demás. Somos seres sociales, y hemos tenido pérdidas materiales y emocionales importantes durante el encierro. Algunas reuniones se hacen por zoom, lo he logrado. Que emoción sentí ver a algunas de mis amigas y escucharlas hablar.
Conviven miembros de la misma familia durante más tiempo. Los fantasmas mentales y pensamientos inoportunos llegan de visita. ¿Sera bueno comentarlos o mejor que cada quién se quede con los propios?
Pueden surgir desacuerdos, conflictos, que aunados a la tensión se convierten en discusiones absurdas y agresivas. Las personas están con los nervios alterados y así, logran sacar un poco de tensión. Se conocen mejor que antes, tanto las partes positivas como las negativas. Surge la idea de subir el volumen de lo positivo para seguir adelante. Nuestras emociones crecen hay miedo, tristeza y enojo, unido a una gran incertidumbre que va en aumento conforme el tiempo avanza. Existe la costumbre de vivir calamidades, pero no a que se detenga la vida. Somos títeres sin saber que lo somos.
¿Quién es? pensamientos que llegan a la cabeza sólo para producir más tensión de la que existe. Hay que saber que algunos son sólo ideas y no tienen nada que ver con la realidad; en algunas madrugadas, cuando se debate entre el estar dormido y el estar despierto, pensamientos negativos y realistas llegan de visita
Cada quien tiene una forma de pensar y no siempre coincide con los otros y menos en esta situación tan tensa que al pasar de los días se incrementa. El concepto de limpieza es diferente en cada persona y hay desacuerdos acerca de los cuidados adecuados.
– ¿Lavaste los trastes? Hay que limpiar el piso.
-Yo lo veo limpio, ¿No ves esas manchas?
-No gastes tanta agua… No uses tan poco jabón.
Nos damos cuenta que tenemos que aprender a dominarnos y poner la mejor cara ante lo que sucede. Un poco de música para escuchar o bailar es excelente, una lectura que nos distraiga, lo probé y me cambio el humor. Ver lo positivo y no centrarse en lo negativo. Dicen por allí que los tiempos de incertidumbre fortalecen el alma. ¡Ya la tengo fuerte! ¿Se puede pensar que esto ayuda a bajar la tensión? Quien sabe…En este suceso que nos tocó vivir el pánico se desparrama como si fuera agua
La pandemia, nos obliga a cambiar el estilo de vida, nuestros armarios se burlan de nosotros. Lo que pensábamos que era necesario, no lo es. No podemos cambiar lo que sucede, tenemos que cambiarnos a nosotros mismos, lo que implica adaptarse y hacer lo posible por estar tranquilos.
Luis está en el supermercado y alguien coloca una mercancía por error en su carrito, él lo toma y lo pone en el de la señora que lo dejó por error en su carrito, esta con voz dura dice: No lo deje allí póngalo en su lugar y yo tomaré otro que no se haya tocado. Se asoma a un pasillo y solo está una señora, camina por el pasillo, ella le dice: haga el favor de esperar hasta que yo abandone el lugar. ¡Orale! El miedo nos puede enloquecer y sacar lo negativo que traemos dentro.
El aíslalmiento aumenta la inquietud al ver las calles vacías y la gente guardada. Hay quien anhela el trafico cotidiano Se necesita un autocontrol y fuerza interior extraordinarios. He sacado fuerzas y aceptación que no pensé que tenía. ¿Regresaremos a la anterior normalidad? ¿Cuál era? Me pregunto ¿Qué es lo que más extraño? La alberca, mis amistades, juntas de trabajo, el salón de clases, el trabajo comunitario, la libertad de entrar al supermercado cuando lo deseo. No estar encerrada por decreto. . ¿Podré encontrar algo bueno en esta nueva cotidianeidad?
La vida cambió de repente. Se han bloqueado nuestras actividades diarias. Hay quien piensa que viene el fin del mundo y surgen las lágrimas de tristeza. ¿Esto fue todo? Nos llega la idea de que la enfermedad puede acabar con la vida y la incertidumbre nos agobia provocando pavor al pensar que podemos dejar de ser. ¡Qué horror! Cambiamos esa angustia por una tristeza dulce. Pensamos que ya duró mucho tiempo, ¿será que los buenos tiempos se acercan? Se habla de la nueva normalidad, ¿Cómo será?
Surge la necesidad de integrar nuestro pasado para formar un futuro, poder cambiar el hecho de ahogarnos en la preocupación y tensión excesiva, por una cierta calma que nos facilite el relajamiento mental y corporal. A veces pienso que el daño mental puede ser peor que el del virus. Cada día se hace más difícil, empezamos con muchos planes y buenos propósitos por la mañana y se posponen ya que las ideas no llegan con tanta facilidad. Al ocuparme, logro mayor cordura.
Hay todo el tiempo para leer, coser, pintar, pero no se tienen las suficientes ganas de hacerlo. La pluma pesa más que antes. .Se siente debilidad en las piernas y en la cabeza. Se sienten mareos y sensaciones desagradables, ¿Será producto de la inseguridad? Empiezan dolores musculares por la falta de movimiento. ¡Es lo único que faltaba! El solo aroma de la comida puede revolver el estómago. Se disfruta sacudir y limpiar el polvo que entra a caudales. Hay que obedecer la orden de lavarse las manos con frecuencia aunque se vea la piel más arrugada que de costumbre. Afortunadamente no se caen.
Hay que estar en cuarentena, o sesentena, no salir como forma de prevención. No hacer lo que se desea. Luisa tuvo que ir a recoger algo a una colonia cercana, estaba tan contenta con el paseo en coche, que lo disfruto enormemente. ¿Quién le hubiera dicho que eso tan sencillo le iba a producir emoción?
Los gimnasios y albercas están cerrados. Después del café mañanero sólo una ligera caminata. Se siente la bendición del aire fresco de la calle, Se siente entre el aire tempranero y el de medio día. Observar quien pasa es una diversión, y cada coche produce una idea diferente. He visto muchos coches blancos y rojos. Un ligero estornudo hace saltar a la gente que viene varios metros atrás. ¡No es para tanto! Al regreso se descansa en la barda pequeña que está a la entrada del edificio a saborear la frescura de la mañana y el movimiento de las hojas de los árboles que están en frente.
Veo a los pequeños vecinos discutir con sus hermanos o sus padres. Un chiquito de cuatro años, pregunta a su hermanito de seis años, ¿Este corona virus nos hará cambiar nuestros juegos? Veo a mamá más enojona e impaciente. Discute más con papá y con la empleada doméstica. La comida es muy parecida cada día, las cosas ricas que cocinaba no las hace porque dice que no puede ir al supermercado tantas veces. ¡Hasta hacer las compras, se ha convertido en una operación especial!
. Nuestra libertad ha sido bloqueada. Hay que acumular tranquilidad, limpieza y esperanza. El solo hecho de amanecer cada mañana es un regalo envuelto en la luz del día y el sol que empieza a salir despidiendo a las sombras nocturnas que van desapareciendo. En el horizonte se dibuja una línea anaranjada que brilla sobre las luces de la gran ciudad.
El secreto es enfocar tu energía para construir lo nuevo. Aprovechar lo que el destino nos envía es una forma de crecer, mejorar nuestras vidas, vivir en paz y sanamente. Se recomienda paciencia e inteligencia en este proceso que está lleno de baches, curvas y niebla. La vida es eso que sucede, que nos determina y que a veces no observamos, por estar haciendo planes para vivirla mejor. Lo cotidiano, el diario correr de las horas y los días es sencillo, a veces aburrido otras con mucho sabor, somos nosotros los que tenemos que darle un valor. El futuro es incierto e infinito. Puertas que no podemos abrir, muchas otras cuya cerradura cede ante nosotros, lo cierto y lo incierto está a la mano. Es menester aceptar que hay realidades duras que nosotros no podemos cambiar pero si hacerlas más ligeras. La vida tiene un principio y un fin. Nada es para siempre y todo lo que sucede, agradable o desagradable termina.
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