Al inicio de la pandemia de Coronavirus en los meses de marzo, abril e incluso mayo, para la mayoría de los costarricenses esta enfermedad era un tema poco creíble y además la problemática en torno a los efectos ocasionados a la salud y la economía a corto, mediano y largo plazo, se percibían ajenos al territorio nacional. Debido a que la idiosincrasia de la mayoría de los costarricenses, siempre apunta a esperar que pase lo mejor ante cualquier tragedia o traducido en buen tico “a vivir Pura vida”, refugiándose en su fe como un país que constitucionalmente es católico, apostólico y romano.
De esta manera, cuando el resto del mundo se encontraba sumido en la desolación, desesperación e incertidumbre a raíz de la gran cantidad de fallecimientos a causa de la enfermedad infecciosa provocada por el COVID-19, a lo interno de Costa Rica se creía que la nación sería ejemplo para el mundo en cuanto a cómo evitar los contagios masivos y las muertes, además de los efectos y consecuencias a nivel laboral.
Así desde diversos sectores religiosos y entre ellos la Conferencia Episcopal, se tuvo la gran idea de hacer que la imagen de la patrona del país como se le conoce a la representación de la Virgen de los Ángeles, sobrevolara el territorio nacional dos veces, en una aeronave del Ministerio de Seguridad Pública el 21 de marzo, invirtiendo recursos pagados por todos los costarricenses y con la fe puesta en que la “negrita”, como se le llama popularmente llevaría un mensaje de esperanza a los hogares de aquellos católicos temerosos del Señor.
Lo anterior fue duramente criticado por un pequeño sector de la población y algunos políticos que no estuvieron de acuerdo en que se gastasen fondos públicos para ejecutar dicha acción, en lugar de invertirlos en investigaciones en torno al Coronavirus o directamente en ayudas sociales para paliar los efectos negativos en los grupos más vulnerables y el comercio nacional.
Por otra parte en esos momentos y según los informes brindados por el Ministerio de Salud la pandemia no se había propagado tanto, ya que solo se hablaba de 16 hospitalizados y unos 400 casos activos, cifras muy bajas para un país con poco más de 5 millones de habitantes en relación a los demás países de América, situación que apuntaba según los expertos en el tema y marketing publicitario a que Costa Rica sería el destino predilecto para todo aquel que quisiera viajar de visita en tiempos de COVID-19.
En razón de lo expuesto en las vacaciones de julio, miles de costarricenses abarrotaron las carreteras rumbo a las playas en busca de paz y tranquilidad, lejos de las recomendaciones del Ministro de Salud que advertía un posible incremento en los contagios. Además de un llamamiento a respetar las medidas de distanciamiento y el uso de mascarillas, situación que fue completamente desobedecida por gran parte de la población.
De esta forma muchas personas creyeron que no sucedería nada e incluso sostuvieron a través de los medios de comunicación y redes sociales que el sistema de salud pública era tan sólido que no había porque preocuparse, ya que este se encontraba dotado de toda la infraestructura necesaria para enfrentar dicha pandemia.
En consecuencia y seis meses después Costa Rica registra más de 52.549 casos y mil contagios diarios, además de que los fallecidos ascienden a más de 590 según los informes del Ministerio de Salud. Sumado a esto tenemos el incremento del desempleo con cifras alarmantes de 551.000 personas sin trabajo, datos que se traducen en un 24% de la población según la información suministrada por del (INEC) Instituto Nacional de Estadísticas y Censos.
Los sectores más golpeados son el turismo, la construcción, el comercio, los restaurantes y los hogares de menores ingresos. Esta problemática se agravó según los especialistas debido a la pandemia, aunque también es innegable que el déficit fiscal y la crisis económica ya eran un problema de grandes dimensiones antes del Coronavirus.
Por ello se vislumbra un oscuro panorama para el país centroamericano y más en una República, donde la brecha social y extrema pobreza es un tema que se encuentra naturalizado hace décadas, a raíz del clientelismo político donde algunos ya se están preparando incluso para las próximas elecciones presidenciales en el 2022…
(Especial para el Diario Judío.com de México).
Artículos Relacionados: