Costumbres sefardies en la zona alta de la provincia de El Oro, Ecuador

Utilización de nombres bíblicos en la dinámica poblacional descendiente Por:
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Zaruma es el centro logístico donde se originó la diáspora judía sefardí, que se diseminó progresivamente a partir del siglo XVI en toda la zona alta de la provincia de El Oro, una zona de enorme importancia, especialmente en el área agrícola. Está conformada por siete cantones, que constituyen, a la postre, cerca del 50% de la importante provincia bananera de El Oro, en la República del Ecuador. Es una pujante zona en crecimiento cuya población activa supera ya los 200,000 habitantes, en cuya masa humana la cultura sefardí cada día disminuye su presencia debido al intenso mestizaje que prima en la población. Sin embargo, los genes judíos permanecerán activos, justificando cualquier intento de su rescate, que seguramente en algún momento asomará con visibilidad.

La zona alta de El Oro es una de las siete zonas judías sefardíes que prevalecen aún en el país, adoleciendo de los mismos problemas. En todas ellas, todavía se pueden observar algunas costumbres que han prevalecido por años, especialmente en su área rural, venciendo la incorporación sistemática de nuevas culturas que amenazan, como expresamos, con su desaparición. No obstante, estas costumbres dejan en el andamiaje cotidiano prácticas que se resisten a desaparecer, siendo el nervio vivo de la cultura sefardí que anhelamos conservar y difundir. Este objetivo me anima como modesto, pero activo, miembro de esta cultura, de la cual siento un enorme privilegio al ser su integrante.

He escogido este tema porque deseo particularizar de forma secuencial cada una de las características que, como “costumbres sefardíes”, relatamos con mi colega y escritor zarumeño, doctor Gonzalo Rodríguez Calderón, en un documento divulgado a la sociedad zarumeña y circundante con motivo de la visita que el 13 de diciembre del año 2013 realizó por dos días a Zaruma el doctor Eliyahu Yerushalmi, embajador de la República de Israel, respondiendo a una invitación que cursé. Dicho documento aspiro a reeditarlo, para que sirva de base, guía y presión a los nuevos embajadores israelíes y al municipio de Zaruma y zonas circundantes, a fin de lograr anexar a Israel como socio latente y activo del desarrollo integral de Zaruma y la zona alta de El Oro.


En el documento próximo a reeditar se singulariza la mayor cantidad de costumbres sefardíes, existentes algunas en claro retroceso y desaparecidas otras, pero que son parte de la historia sefardí en la zona, sujetas a nunca ser olvidadas. Entre muchas, se mencionan: casarse entre primos, que fue y aún es una actitud muy presente en las familias de Zaruma y la zona; colocar la escoba detrás de la puerta para obligar a ausentarse a alguna visita no deseada, una costumbre que aún pulula entre las familias de la zona; barrer la casa hacia adentro, nunca hacia el exterior, y juntar la basura en un espacio cerca de la cocina, una costumbre que va desapareciendo poco a poco, pero que todavía se realiza involuntariamente en la población; colocar señales rojas en la puerta para eliminar sucesos desagradables y no permitir la introducción de malos espíritus, una costumbre quizá ya desaparecida; reunirse los hombres aparte de las mujeres en las reuniones, costumbre que aún prevalece, aunque en menor dimensión; comer “semas” o pan integral en las tardes en la tradicional “entredía”, una práctica que muy poco se cumple en la actualidad; sacrificar animales y dejarlos desangrar completamente para lograr una carne blanca, una costumbre que ya no se utiliza, pero que tiene su importancia por ser un método judío típico; y colocar los sábados cortinas limpias, cambiar las sábanas y colocar tapetes limpios, una costumbre ya olvidada. Esto dio paso a la costumbre de poner nombres bíblicos a sus hijos, que es el tema que me propongo particularizar rápidamente.

A propósito de este tema, cuyo contenido es muy controversial, me anticipo a dejar claro que solo poner un nombre bíblico a los hijos no es una expresión tácitamente judía, por lo que su evidencia no necesariamente nos obliga a admitir que el nuevo descendiente sea judío sefardí. La colocación de nombres no fue una actitud per se, ya que los apellidos y nombres comenzaron a aplicarse a partir de la Edad Media, con muchos cambios y variaciones en su uso. No fue una práctica exclusiva de los judíos, sino común a todos los habitantes del planeta, obligándome esta realidad a ser muy cauto en su admisión. Recuerdo a los lectores que es muy difícil hablar de apellidos verdaderamente judíos, ya que las variables son tantas que una conclusión lógica sería que lo judío está en el individuo, más no en su apellido.

Sin embargo, a pesar de esta cautela, fue y es una práctica común en las familias sefardíes de Zaruma y la zona circundante bautizar a sus hijos con nombres relatados en la Biblia, como José, Manuel, Pablo, Pedro, Moisés, Juan, Sixto, Marcos, Víctor, Aparicio, Zacarías, Baltasar, Ángel, Angelita, María, Ruth, Isabel, Gloria, Dolores, Carmen y Sara, principalmente. Estos nombres se repetían en los nuevos alumbramientos, logrando verdaderos rosarios que perpetuaban esa característica por generaciones. Existen muchos ejemplos de lo anotado, y relataré uno que me atañe como integrante de la familia sefardí Aguilar Carrión, oriunda de un hermoso retazo sefardí zarumeño: El Faique, que albergó a numerosas familias sefardíes como Feijóo, Sánchez, Romero, Carrión, Cortez y Maldonado, entre otras. Mi tatarabuelo paterno se llamó José Guillermo, nombre que se repitió en su hijo, mi bisabuelo, y el mismo en mi abuelo. Mi papá solo conservó Guillermo, pero apareció en mí con doble nombre sefardí: José Manuel. Si a esta actitud, no admitida en forma puntual como anticipamos, sumamos las otras costumbres que aún existen y que se prolongarán en el futuro, podemos afirmar con énfasis y claridad que Zaruma y la zona circundante alta de la provincia son judías sefardíes por excelencia. Me queda, como investigador, el deseo de lograr apoyo internacional para desarrollar el proyecto ya planteado de realizar una muestra genética que demuestre la hipótesis de que en el contenido cromosómico de la población de la ciudad de Zaruma y sus zonas aledañas existen genes sefardíes. Esto reafirmaría una realidad que nosotros vivimos, sentimos y que perdurará en los tiempos venideros.

Acerca de Dr. José Manuel Aguilar Reyes

Originario de Zaruma, El Oro, Ecuador, José Manuel es Doctor en Medicina Veterinaria y Zootécnica por la Universidad de Guayaquil. Ha recibido diversos reconocimientos por sus actividades académicas y culturales. Editorialista y colaboradr en diversos diarios como La Hora, El Universo y El Comercio entre otros. Es también autor de varios libros entre los que destaca la novela costumbrista "Relámpago y algunas expresiones escondidas" así como libros técnicos relacionados con su profesión.

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