Koraj decide un día reunir a todas las personas de su pueblo y comienza a contar una historia que dice así: Una señora y sus dos pequeñas hijas viven solas, son muy pobres y la única pertenencia que tienen es un campo. La señora un día decide comenzar a arar la tierra de su campo con un toro y un burro que le han prestado sus vecinos. Un día llega Moshe Rabenu y le dice: “Oye, que estás haciendo, no puedes arar la tierra con un toro y un burro juntos, está escrito en la Torá que no se puede, debes escoger a uno de los dos y trabajar con uno solo”, la señora escoge una de las dos criaturas y luego de trabajar muy duro termina de arar el campo. En el momento en el que iba a sembrar las semillas, ella nota que tiene revueltas semillas de diferentes especies. Moshe se da cuenta y le advierte: “Oye, eso tampoco lo puedes hacer está escrito en la Torá que debes separarlas y sembrarlas por aparte”. Así la señora se da a la tarea de separar semilla por semilla hasta el cansancio para finalmente sembrarlas.
Cuando la cosecha rinde sus frutos, llega Moshe Rabenu de nuevo y le dice: “Espera, no puedes comértela toda, debes dejar para los pobres, para los desafortunados, etc.”, es decir, casi toda la cosecha se reparte entre los demás quedando muy poco para ella y sus hijas. De improviso llega Aarón el hermano de Moshe y le dice: “Oye, a mi también debes darme el diezmo”, entonces la señora saca para darle el diezmo a Aarón, cuando se aparece Moshe de nuevo y le dice: “A mí también debes darme diezmo”, así que lo último que le quedaba de su cosecha se lo da a Moshe. Entonces ella decide: “Saben qué, voy a vender este campo que no me está dando nada y voy a comprar dos ovejas, utilizaré su lana para hacer ropa y venderla, también venderé la leche que produzcan y cuando tengan crías, pues tendré más ovejas”. La señora sale y vende su campo y con el dinero compra las ovejas con mucha alegría. Llegado el momento de trasquilar a las ovejas aparece Aarón y le dice: “Oye, recuerda que debes darme toda la lana que salga por primera vez de las ovejas, así está escrito”, así que la señora muy enojada exclama: “Sabes qué, voy a matar a las ovejas para comérmelas y ya”, cuando ya las había sacrificado, de nuevo aparece Aarón y le advierte: “Oye, acuérdate que las partes más importantes de las ovejas me pertenecen, así está escrito”, ya la señora muy molesta le dice: “Sabes qué, todo será para D-os”, y Aarón muy contento le dice: “Oh que bueno, ahora todo me pertenece, porque yo soy el representante de D-os”.
Esta historia, muy dura y emocionante, la usa Koraj para burlarse de Moshe. El asunto es que en el desierto nadie puede tener campos y las personas no están obligadas a cumplir con esos preceptos, así que Aarón y Moshe no podían pedir nada. Esta historia es pura demagogia barata, esta historia nunca ocurrió, pero a pesar de que nunca sucedió, Koraj toma mucha fuerza y logra convencer a un grupo importante de personas en el pueblo de Israel para disentir con Moshe Rabenu. Para nosotros esto tiene una enseñanza muy grande, pues a veces se presentan situaciones en las que se inician con chistes pero terminan en discusiones y peleas graves.
Todos preguntan ¿cómo llega Koraj a tener tanta fuerza y estar en contra de Moshe Rabeinu? Aquí está la respuesta; cuando inventamos un cuento terminamos creyendo esa mentira al final, en ese momento ya es imposible que evitemos las consecuencias de esa historia.
Un cuento para compartir: Una persona quería vender su automóvil y publica un anuncio en internet que decía: “Vendo auto Fiat Punto modelo 1983, tiene un rayón en la puerta, problemas con la caja de velocidades, no le sirve el sistema eléctrico y gasta mucha gasolina. $20,000,000 (de pesos colombianos) negociables”. Cuando un amigo lee el anuncio le advierte que así nunca lo va a vender, que tenía que poner otra cosa para hacerlo más atractivo y efectivo. Entonces escribe otro anuncio: “Gran oferta. Se vende auto clásico italiano, en impecables condiciones, con adornos en la puerta, cambios de velocidad rápidos y vidrios de seguridad, $20,000,000 ¡Aproveche!”. Después de un mes, su amigo lo ve y le pregunta si ya había vendido el coche, y el señor le responde: “¿Estás loco?, ¿Cómo voy a vender un coche tan bueno.”
Koraj también el símbolo del mal instinto, que en ocasiones nos hace olvidar las cosas buenas que existen en el otro (como el trabajo de los kohanim) y que por inventar un cuento falso para mostrar el lado negativo del otro, se olvida de todo y se enfoca en las cosas negativas que nunca existieron, pero esto fue suficiente para hacer que el pueblo discrepara con Moshe.
Llega un tiempo en el que se rompe la barrera entre la imaginación y la realidad y comenzamos a creer más en lo que imaginamos, ese es el momento más peligroso, porque no podremos llegar a distinguir la realidad.
Que D-os nos ayude alejarnos de cualquier semilla, de cualquier pelea, tratar de hablar bien sobre el prójimo, y no burlarse del otro ni siquiera en chiste, porque después esto se puede convertir en una realidad.
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