Cresques Abiatar, el primer oftalmólogo catalán que operó de cataratas

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Palau Real Mayor de Barcelona, 11 de septiembre de 1468. Hace 554 años. El oftalmólogo judío catalán Cresques Abiatar intervenía con éxito unas cataratas en el ojo derecho del conde-rey Juan II. Pocas semanas después (12 de octubre de 1468) intervendría, también con éxito, las del ojo izquierdo del monarca. Aquellas intervenciones consecutivas no eran las primeras de estas características que se practicaban en Catalunya. Pero sí que serían las primeras a un personaje relevante. Cresques Abiatar (Lleida, siglo XV) pasaría a la historia como uno de los pioneros de la cirugía oftalmológica en Catalunya y en Europa; y se convertiría en un influyente y prestigioso médico. Pero el camino hasta llegar al éxito sería especialmente dificultoso por sus condiciones personales de científico y de judío en un mundo que todavía era prisionero del pensamiento espiritual de raíz antigua y medieval.

Representación contemporánea del barrio universitario de Lleida en el siglo XVI (derribado por|para regimos borbonic en 1707). Fuente: Museo Jaume Morera. Lleida

Representación contemporánea del barrio universitario de Lleida en el siglo XVI (derribado por el régimen borbónico en 1707). Fuente: Museo Jaume Morera. Lleida

¿Quién era Cresques Abiatar?

Según las fuentes documentales, Cresques Abiatar era miembro de una destacada familia de la judería de Lleida. No tenemos la fecha exacta de su nacimiento, pero con casi total seguridad la podemos situar entre 1430 y 1440. En aquellos años la judería de Lleida, denominado popularmente “la Coraza” y situada entre el barrio universitario y el arenal del río, era un hervidor de actividad. Había resistido los pogromos de 1391, y a diferencia de otras juderías catalanas (como la de Barcelona) había recuperado su actividad y su personalidad. Pero las mismas fuentes revelan que hacia 1450 la condesa-reina Maria, lugarteniente de Catalunya durante las largas ausencias de Alfonso el Magnánimo, cedió a las presiones de los sectores más radicalizados de la sociedad y dictó una serie de leyes que afectaban especialmente a la comunidad judía de Catalunya.


La Diáspora de los Abiatar y el retorno de Cresques.

Cresques y su familia se exiliaron a Aragón y residieron, transitoriamente, en varias plazas hasta que se establecieron en la judería de Zaragoza. En la capital aragonesa, Cresques estudió la carrera de medicina y se licenció (1456). Pero, según las fuentes, con la desaparición prácticamente seguida de los condes-reyes Alfonso y Maria (1458); las leyes antijudíos se relajaron; y Cresques, contrariamente a lo que hizo el resto de su familia, volvió a Catalunya (1458). Aquella arriesgada decisión (la carga sociológica de aquellas leyes continuaba vigente) se reveló como la más acertada de su vida. Cresques se estableció, inicialmente, en Cervera; y allí practicó varias operaciones de cataratas con un cirujano judío provenzal llamado Maestro Johan, que era un verdadero pionero —a nivel europeo— en el campo de la cirugía ocular.

Representación coetánea de Cervera (siglo XVII). Fuente Museo de Cervera
Representación coetánea de Cervera (siglo XVII). Fuente: Museo de Cervera

El camino a la notoriedad

El camino que condujo a Cresques Abiatar a la notoriedad no estuvo exento de cierta controversia. No hay que olvidar que, a mediados del siglo XV, la cirugía era una práctica médica que se encontraba en un punto iniciático. Y la cirugía ocular; todavía más. Las fuentes documentales están llenas de casos en que la intervención salía mal y la familia del paciente descargaba su decepción y su ira en la persona del cirujano. Pero en el caso de Cresques no tenemos ninguna agresión documentada. Aunque algunas notas apuntan que el resultado de su trabajo no siempre satisfizo las expectativas del paciente. Sea como sea, las mismas fuentes, revelan que hacia 1460 ya estaba plenamente instalado en la Coraza de Lleida, y que desde su casa particular, practicaba intervenciones de cataratas a pacientes de la ciudad y de toda Catalunya y Aragón.

De la Coraza en el Palacio Real Mayor

La notoriedad de Cresques Abiatar llegó a la cancillería de Barcelona, la más alta instancia de poder de la Corona. El año 1467, el conde-rey Juan, que ya tenía la avanzada edad de 69 años (avanzada para la época), había perdido progresivamente la visión a causa de las cataratas. De hecho, las crónicas explican que tenía graves problemas de visión desde 1460, el año que Cresques había retornado a la Coraza de Lleida. La ceguera de Juan obligó la cancillería a plantear la posibilidad de poner los ojos del conde-rey en manos de un médico judío de Lleida que, según el rumor, obraba milagros. Pero la joven condesa-reina Juana Enríquez se opuso frontalmente. En aquel momento, todo parecía que quedaría en nada; pero la inesperada muerte de la joven Juana (1470), a causa de un cáncer de mama, paradójicamente abriría las puertas de la intervención del viejo Juan.

Representación coetánea del conde rey Juan II y la suya segunda se casa con Joana Enriquez. Fuente Archivo ElNacional
Representación coetánea del conde rey Juan II y su segunda esposa Juana Enríquez. Fuente: Archivo ElNacional

Las precauciones mutuas

Juan y su cancillería exigieron asistir, previamente, a una intervención quirúrgica de las mismas características, y comprobar los resultados. Y semanas antes de la intervención del conde-rey; el oftalmólogo intervino a dos barceloneses ancianos, de los cuales no hay prácticamente información. No conocemos ni la condición social ni la relación con la cancillería de aquellos dos “conejillos de indias”. Pero la cosa debió ir bien, porque poco después Juan pidió a Abiatar que programara su intervención ocular. El oftalmólogo leridano, que además era astrólogo, también tomó sus precauciones. Y después de consultar los astros y de hacer sus cálculos, dictaminó que el conde-rey sería intervenido el día 11 de septiembre de 1468. En aquel momento, Catalunya era una bola de fuego a causa de la guerra civil (1462-1472).

Las ganas de ver del conde-rey Juan

Las fuentes documentales, de nuevo, aseguran que, poco después de la primera intervención, Juan ya había recuperado la visión del ojo derecho. Las ganas de ver y la confianza en el cirujano impulsaron a Juan a exigir, casi inmediatamente la intervención del ojo izquierdo. Y Abiatar, que debió tener una opinión muy elevada de la prudencia y de su cuello, se negó. Alegó que los astros lo desaconsejaban. Pero a pesar de las continuas negativas, finalmente, cedió (o se vio obligado a ceder) a las exigencias del soberano; y lo intervino de nuevo, y también con éxito, cuatro semanas después (el 12 de octubre de 1468). El conde-rey se convertía en el primer caso relevante en Catalunya (y en uno de los primeros de Europa) en recuperar la visión después de sufrir cataratas. Según las fuentes, vivió once años más (hasta 1479 y hasta la avanzada edad de 81 años) con una visión envidiable.

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