Crisis entre Erdogan y Trump: riesgo para la OTAN

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Para empezar el relato hay que remontarse al 11 y 12 de julio pasado, cuando, en la reunión de la OTAN celebrada en Bruselas, el presidente Trump, ofensivo y hostil con sus pares de Europa occidental, desplegó, sin embargo, una cordialidad extrema con Erdogan, respecto al cual expresó públicamente “I like this guy”, dando con ello pie a la sospecha de que la empatía se derivaba de la clara afinidad en los caracteres y formas de entender la política existente entre ambos. Sin embargo, menos de un mes después, las cosas son ya muy distintas porque la confrontación y las bravatas han venido a borrar las dulces palabras del pasado reciente.

El cambio sobrevino a raíz de la negativa de la corte turca de liberar al pastor estadunidense Andrew Brunson, preso desde 2016 bajo la acusación de espionaje y terrorismo conectados con el fallido golpe de Estado de aquel año, y de haber estado coludido, además, con uno de los más acérrimos enemigos del régimen de Erdogan, el separatista PKK (Partido de los Trabajadores del Kurdistán). La reacción de Trump y de su vicepresidente, Mike Pence, fue la de amenazar con sanciones, las que, efectivamente, fueron decididas por el Departamento del Tesoro de EU hace tres días. Como primer paso se ordenó el congelamiento de los bienes que los ministros turcos del interior y de justicia pudieran tener en EU, lo que fue una mala señal para los mercados y hundió a la lira turca más aún de lo que ya estaba. Se amenaza también con la suspensión de los préstamos de instituciones financieras internacionales a Turquía.

Pero la cuestión adicional que pone en jaque no sólo a Turquía, sino también al funcionamiento de la OTAN, de la cual tanto este país como EU son miembros, es la posibilidad de que se cancele la venta de cerca de 100 jets de combate F-35 que Washington le debía surtir a Ankara como parte del esfuerzo militar de cara a las misiones en Afganistán. O sea, que esa medida podría afectar la estrategia de defensa de la OTAN, que se vería dislocada para el beneplácito de Putin y los intereses rusos regionales. Por otra parte, pende también la amenaza de que Rusia pudiera suministrar a Turquía el sistema de defensa S-400, que vendría a trastornar el funcionamiento del aparato militar de la OTAN, de por sí en la cuerda floja debido a la conflictiva relación que Trump ha desarrollado con sus aliados europeos.


La dificultad para salir de este embrollo estriba en que tanto para Washington como para Ankara el asunto se ha convertido en un tema de dignidad nacional, ya que Erdogan ha reaccionado mediante amenazas de responder a su vez con sanciones contra Estados Unidos. Ambos bandos se han subido demasiado alto en el árbol sin posibilidad de bajarse ahora. No sería sino hasta el 12 de octubre, cuando está fijada la próxima audiencia para revisar en las cortes el caso de Brunson, que la eventual liberación de éste podría devolver las cosas a la normalidad.

Ello significa que en los dos meses que restan hasta esa fecha, quedarían en una situación complicada todos los actores involucrados en este drama. Turquía, quien debido a las sanciones sufriría un deterioro económico adicional al que ya le afecta de por sí; la OTAN que enfrenta un desafío por el cambio cualitativo en la inserción turca en su seno debido a las modificaciones en su aparato militar, y finalmente, Estados Unidos, que podría resentir un avance importante de los intereses rusos regionales si es que Putin decide respaldar a Turquía mediante el abastecimiento del sistema de defensa S-400. Además, no puede descartarse que si la crisis escala, pudiera llegarse al punto, recomendado por algunas voces turcas radicales, de suspenderles a los norteamericanos el uso de la base militar turca de Incirlik, desde donde ellos operan para su intervención en Siria. Aunque, por otra parte, también puede aventurarse que dados los bandazos y el carácter impredecible propios de Trump y Erdogan, podría sorprendernos una retractación de alguno de los dos o de ambos, ya que la congruencia no ha sido, por lo visto, una de sus virtudes.

 

Especialista en asuntos de Oriente Medio

Acerca de Esther Shabot Askenazi

Licenciada en Sociología egresada de la UNAM (1980), con estudios de maestría en Sociología en la UNAM y con especialización en Estudios Judaicos en la Universidad Iberoamericana. (1982-1985) Fue docente en la ENEP Acatlán, UNAM durante 10 años (1984-1994). Actualmente es profesora en diversas instituciones educativas privadas, judías y no judías.De 1983 a 1986 fue colaboradora semanal del periódico "El Nacional" tratando asuntos del Oriente Medio.Desde 1986 hasta la fecha es editorialista semanal en el periódico Excélsior donde trata asuntos internacionales.Es comentarista sobre asuntos del Medio Oriente en medios de comunicación electrónica.Publicaciones:"Los orígenes del sindicalismo ferrocarrilero". Ediciones El Caballito S.A., México, 1982.En coautoría con Golde Cukier, "Panorama del Medio Oriente Contemporáneo". Editorial Nugali, México, 1988.Formó parte del equipo de investigación y redacción del libro documental "Imágenes de un encuentro. La presencia judía en México en la primera mitad del siglo XX" publicado por la UNAM, Tribuna Israelita y Multibanco Mercantil, México, 1992.Coautora de "Humanismo y cultura judía". Editado por UNAM y Tribuna Israelita. José Gordon, coordinador. México, 1999.Coordinadora editorial de El rostro de la verdad. Testimonios de sobrevivientes del Holocausto en México. Ed. Memoria y Tolerancia, México, 2002.Redactora de la entrada sobre "Antisemitismo en México" en Antisemitism: A Historical Encyclopedia of Prejudice and Persecution". Ed. ABC CLIO, Chicago University, 2005."Presencia judía en Iberoamérica", en El judaísmo en Iberoamérica. Edición de Reyes Mate y Ricardo Forster. EIR 06 Enciclopedia Iberoamericana de Religiones. Editorial Trotta. , Madrid, 2007.Artículos diversos en revistas de circulación nacional e internacional.

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