La comunidad judía de México surge como resultado de las migraciones judías que en el mundo contemporáneo conforman el elemento central y constitutivo de las nuevas comunidades. A partir de finales del siglo XIX los procesos migratorios han modificado radicalmente el mapeo del judaísmo mundial.
Estas migraciones masivas, rebasaron la dimensión individual y se convirtieron en fenómenos colectivos donde se pusieron en juego el desarraigo espacial y cultural de los países de origen y la necesidad y reto de incorporarse a un nuevo espacio e integrarse al nuevo mundo. Se dieron los fenómenos de inmigración e integración, diferentes aspectos y momentos de un proceso complejo.
El proceso migratorio puso en juego la integración individual y grupal y surgieron imágenes que transformaron la visión del mundo, valores, actitudes e ideologías para adaptarse a este nuevo mundo. Se entrelazaron las costumbres del país de origen con las del país o provincia a donde se llegó. El tipo de interacción grupal con la sociedad mayoritaria no fue igual para todos; los seres humanos somos colonizados por fragmentos de los otros y así se construyeron y reconstruyeron nuevas formas de vida.
En los inmigrantes que llegan a un lugar nuevo, se entremezclan los grandes deseos de incorporar nuevos códigos culturales con las necesidades internas que ancestralmente han dado seguridad interior y proporcionaban un sentido de pertenencia e identidad. Este fenómeno también varía en intensidad conforme las nuevas generaciones van surgiendo y los deseos y necesidades originales se transforman. No es lo mismo un inmigrante que había nacido en un medio social e histórico diferente a una tercera o cuarta generación de ese personaje.
Hay que diferenciar entre integración y asimilación. La primera significa una incorporación a la sociedad manteniendo su identidad judía; la segunda supone una nueva identificación con la sociedad mayoritaria a costa de la pérdida de toda forma de identidad judía. Se ha comprobado en procesos de psicoterapia o entrevistas personales que aún en estos individuos siempre hay un residuo de lo que fueron los padres, abuelos y bisabuelos manifestado en conductas que rastreadas tienen su origen allá y entonces.
La lucha por mantener una identidad judía, observante o no, se ha encontrado constantemente desafiada por las poderosas fuerzas de la asimilación y el nacionalismo. Es una manera de querer verse igual a los demás aunque siempre existe esa diferencia, en nosotros y los de fuera, que produce una forma de ver y entender el mundo.
Antiguamente, para poder figurar en el mundo social era necesaria la conversión religiosa y esto implicaba un acto consciente. Ahora la asimilación se va haciendo de forma paulatina sin la necesidad de la conversión que implica una decisión consciente; ahora es más fácil ya que no hay conciencia de cómo sucede, pero va sucediendo.
¿Qué pasa con nuestro ser judíos? Lo escondemos, nos da orgullo o somos tan flexibles que rompemos todo rasgo de nuestro origen para que nadie lo note, a veces ni nosotros mismos.
Con frecuencia observamos que los de afuera nos miran como un grupo homogéneo y nosotros sabemos de las grandes diferencias que hay entre cada judío. Sin embargo, hay un principio que nos une: puede ser religión, raza, sangre, historia, usos y costumbres, destino. Es un algo que existe y aún vive en muchos judíos con grandes diferencias en sus estilos de vida familiar, social y cultural.
En la actualidad tenemos un gran crisol que va desde judíos religiosos en distintos niveles hasta personas que se han integrado o asimilado, y se nota cierta pertenencia al grupo a través de cierto judaísmo convencional. El hecho de que seas judío no significa que tengas ideas sobre el judaísmo.
Estamos preparados para mantener diversas conexiones e intervenir en múltiples contextos mostrando nuestra capacidad de adaptación. En el cajón donde conviven los escombros de nuestra identidad judía tenemos recuerdos de nuestros ancestros que vienen a la conciencia en momentos determinados. Estos pueden ser momentos de nostalgia o dar lugar a resurgimientos de nuevos estilos de vida para las próximas generaciones.
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