Crítica de “Transmitzvah”: Daniel Burman y la identidad de género en la comunidad judía

"Transmitzvah" retoma el viaje introspectivo característico de las primeras películas de Burman, a través de la historia de dos hermanos que buscan reconectar con sus raíces y celebrar un bar mitzvah lleno de significado. Por:
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Transmitzvah (2024) comienza como una comedia familiar, vira hacia el despliegue escénico de un musical, y finalmente se sumerge en un profundo viaje existencial de dos hermanos que buscan en las antiguas escrituras hebreas el origen de sus identidades. La película explora la búsqueda de la aceptación personal como un componente esencial en la construcción de la identidad.

Antes de pasar al mundo adulto, Rubén y Eduardo, los protagonistas, viven en el emblemático barrio porteño de Once, escenario recurrente en el cine de Daniel Burman, con películas como El abrazo partido (2004) y El rey del Once (2016). En esta ocasión, la acción se desarrolla en la tienda de ropa de la familia Singman, un referente en la zona. Cuando sus padres (Alejandro Awada y Alejandra Fletchner) quieren celebrarle el barmitzvah a Rubén, éste se niega rotundamente.


Tiempo después, Ruben es ahora Mumy Singer (Penélope Guerrero), una estrella de la canción idish en Madrid. Al regresar a Buenos Aires para una gira junto a su pareja (Gustavo Bassani), Mumy Singer enfrenta su pasado y le pide a su hermano Eduardo (Juan Minujín) que lo acompañe en la celebración del ritual judío que decidió no realizar en su juventud.

Daniel Burman, fiel a su estilo, se adentra en los mitos y rituales fundacionales del judaísmo, siempre con un toque de humor crítico y una visión sensible sobre la identidad, reflejada en la complejidad de sus personajes. A lo largo del film, la trama se transforma, tal como lo hace su protagonista, para culminar en un relato de emancipación y aceptación de uno mismo.

Lo que en un principio parece una historia ligera, centrada en la espectacularidad del montaje, pronto revela un trasfondo mucho más profundo sobre la constitución de la identidad. El vestuario juega un rol clave en esta dinámica, ya que la tienda de ropa familiar se convierte en un espacio simbólico donde las prendas visten, ocultan y revelan personalidades. La ropa elegida, sugerida o impuesta cobra un significado vital en la afirmación de la identidad de género. Junto a esto, la música yiddish adquiere un peso creciente a lo largo de la película, convirtiéndose en un medio a través del cual los personajes consolidan su sentido de pertenencia y autenticidad.

Transmitzvah es mucho más que una comedia familiar. A través de su trama, escrita junto a Ariel Gurevich, Burman reflexiona sobre los mitos, la tradición y la identidad desde una perspectiva humana, donde la libertad personal y la aceptación son los verdaderos motores de la felicidad.

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