La semana pasada les conté sobre las palabras que hacen magia en un idioma. Una de las frases clásicas que les tenía reservada para hoy, es ani olá jadashá, bebakashá leat leat. (Yo soy una inmigrante nueva, por favor despacio). Es mágica porque la persona que te está atendiendo, baja la velocidad y te explica despacitiooo…..??
Esa fue una recomendación de la morá Yael en el ulpán. La morá Siván que iba un día a la semana como reemplazo, nos enseñó a decir ein li musag (no tengo ni idea) y esa frase nos acompañó durante el resto de las clases, especialmente cuando nos preguntaban algo que supuestamente debíamos saber y no habíamos estudiado, la mejor respuesta era, ein li musag.
Primero fui una relatora de alyah, una contadora de cuentos para que mis experiencias les sirvieran a otros olim y divertirlos un poco con las olajadashadas que nos pasaban. También para mantener informados an mis amigos del otro lado del charco.
Cuando empezó la guerra, empecé a narrar algunos episodios y a compartir más que mis opiniones, mis sentimientos con esos lectores que me seguían. El estilo que he usado es poniendo algunas palabras en hebreo, para que resulte más divertida la lectura. La gente me empezó a decir que estaban aprendiendo hebreo con mi curso didáctico y que estaban haciendo un diccionario (milón). Aunque esa no fue mi intención inicial, ahora con la última crómica con las palabras iniciales para un olé, voy a optar por el título de morá (profesora).
Hoy seguimos con el diccionario, pero les voy a contar sobre las palabras tristes que tuvimos que aprender por las circunstancias adversas que hemos tenido que vivir. Por lo general aprendemos más rápido las palabras que están en el contexto en que vivimos. Los términos dependen de nuestras vivencias y desgraciadamente nos tocó vivir una de las guerras más duras y largas que ha tenido que enfrentar Israel. Así que la palabra miljamá entró a hacer parte de nuestro vocabulario. Tilím son misiles que son el pan nuestro de cada día. Gracias al sistema de defensa no hacen tantos estragos como planean los mejablim (terroristas) cuando los lanzan.
Jatufim (secuestrados) es una palabra que nos acompaña en el día a día con mucha tristeza sin perder la tikva (esperanza).
Shigurim son lanzamientos que aunque son malintencionados, a veces se les devuelven al punto de partida.
La palabra túneles (minharot) es el
pan nuestro de cada día. Construyeron prácticamente ciudades subterráneas para protegerse ellos y para tener ahí a los jatufim, como fue su plan macabro.
Migunit es refugio que hay en lugares abiertos, como parques, donde la gente se puede resguardar cuando hay amenaza de misiles.
El mamád es el refugio dentro de las viviendas donde hay que acudir cuando suena la alarma (asaká), que es otra palabra relacionada con la guerra. Actualmente en casi todas las casas hay, pero donde no hay, se acostumbra a ir al miklat que es el refugio comunal que hay en los edificios.
Son palabras tristes que ojalá no hubiéramos tenido que aprender sobre la marcha y viviendo el contexto.
La semana pasada (shavúa abar) los deleité con palabras mágicas; pido disculpas hoy porque estas palabras no son tan agradables, pero desgraciadamente es lo que estamos viviendo y como dicen por ahí, no se puede tapar el sol con las manos, así que hoy tocó una crómica agridulce.
Nota de la redacción: tengo que añadir una palabra de última hora que acabo de aprender a través del noticiero y es jusal que significa eliminado. En este momento nos acabamos de enterar de que Sinwar, el asesino psicópata, cerebro de Hamás y quien planeó la massacre del 7 de octubre, el hombre a quien Israel le salvó la vida en una cirugía del cerebro, fue eliminado (jusal). Esperamos que esto favorezca la negociación para la recuperación de los jatufim (secuestrados). Lloramos el 7 de octubre y ahora celebramos el 17 de octubre.
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