¿Cuál será el futuro de la comunidad judía de Guadalajara en diez años?

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¿Cuál será el futuro de nuestra comunidad en diez años? Está pregunta preocupa seriamente a los integrantes de la comunidad de Guadalajara, México. Como es usual en las comunidades judías pequeñas, también esta, que cuenta con 700 judíos, se encuentra preocupada respecto a su futuro y hace todo lo posible para asegurar el mismo.

Los primeros judíos llegaron a la costa mexicana en 1521, luego de abandonar España en la época de la inquisición. La comunidad actual no es una continuación directa de aquellos judíos; sino que se renovó a principios del siglo XX mediante los judíos que inmigraron de todas partes del mundo: Rusia, Polonia, Alemania, Siria, Turquía, Grecia y el Líbano. Los judíos se escaparon de Europa y de los países árabes, huyendo de los pogroms y de problemas económicos y llegaron a América buscando nuevos horizontes. En principio deseaban arribar a la “goldene medine” (la tierra de oro), es decir, Estados Unidos, pero dado que esto no era fácil, muchos pensaron que México, la vecina sureña, era lo mismo.


Finalmente, decidieron quedarse allí, a veces llegaron a pensar que se quedarían sólo de paso, pero finalmente terminaron radicándose hasta hoy día.

Para los judíos sefaraditas, la similitud entre el español y el Ladino contribuyó positivamente a la decisión de establecerse en el lugar.

Bienvenidos a Guadalajara

Cerca de 50.000 judíos viven en México, país de gran dimensión, que cuenta con una población de más de 100 millones de personas, en gran parte católicas. La mayoría de los judíos viven en la capital, Ciudad de México, y se encuentran organizados en forma sorprendente, contando con un sistema educativo admirable, servicios comunitarios y en particular: uno de los porcentajes de asimilación más bajos del mundo (entre tres y diez por ciento). Fuera de la capital hay varias comunidades pequeñas, entre ellas: Monterrey, Tijuana y Guadalajara. Aquí nos dedicaremos a la comunidad de Guadalajara, establecida en 1925.

Esta pequeña comunidad se encuentra compuesta de una cantidad prácticamente igual de ashkenazíes que hablan Yiddish, como de sefaradíes que hablan Ladino, y ambos viven en armonía en forma “conjunta”. A pesar de que en la Ciudad de México hay una clara separación entre la comunidad sefaradí y la ashkenazí, en Guadalajara, el pequeño número de judíos no permite la separación y por esta razón todos deben rezar en forma conjunta. Personalmente, participé de las tefilot de Rosh Hashaná y Iom Kipur como invitado, y fue realmente interesante ver cómo la comunidad rezaba con un majzor sefardí y con músicas ashkenazíes… todos juntos.

Durante muchos años, esta tan especial comunidad perteneció al movimiento conservador; entre las costumbres de la comunidad se encontraba el sentarse juntos, hombres y mujeres, y la utilización de un órgano en las plegarias de shabat y jaguim. Hace tres años, tuvo lugar un muy importante cambio: luego de una gran investigación, y una larga deliberación, la comunidad decidió “renovarse” y pasar a la ortodoxia.

Los motivos que llevaron al cambio fueron especialmente el bienestar y el futuro de la comunidad: los integrantes de la misma se decepcionaron del liderazgo espiritual de los rabinos conservadores y quisieron ver cómo funcionaba la comunidad con un rabino ortodoxo. Sin embargo, hubo otro aspecto que llevó a tomar dicha decisión: en investigaciones que fueron publicadas en distintos ámbitos, los miembros de la comunidad observaron que el porcentaje de asimilación en las comunidades ortodoxas de América del Norte es mucho menor al porcentaje de asimilación en las comunidades conservadoras. Con el objetivo de mantener a la comunidad unida y fuerte y evitar que la asimilación aumente, decidieron sumarse al movimiento con menor asimilación, y eligieron así un rabino ortodoxo que guíe a la comunidad.

El traspaso de una comunidad conservadora a una ortodoxa es un proceso que, según mi opinión, se encuentra en aumento hoy día. La comunidad de Guadalajara es tan sólo un ejemplo dentro del mismo. Distintas comunidades han optado por este camino durante los últimos años, desde las comunidades de Dormont y Duseldorf en Alemania, hasta la de Recife en el norte de Brasil. Pareciera ser que la historia lleva a realizar grandes cambios en las distintas comunidades alrededor del mundo: en los años ’60 y ’70, el movimiento conservador se expandió y comenzó a liderar varias comunidades en América del Norte y del Sur, que anteriormente eran tradicionalistas. Pero hoy día el péndulo regresa al mundo ortodoxo.

Es importante resaltar que las comunidades que ingresan a la ortodoxia no son comunidades de público religioso. En su mayoría, tan solo pocos judíos son leales al mundo de la halajá en su vida privada, pero aún así creen que si bien ellos no cumplen con las mitzvot su rabino debe ser religioso y cumplir, es decir ortodoxo, y de esto depende gran parte de la salvación de la comunidad y de su futuro.

Error exitoso

Cuando el rabino Abraham Amitay llegó por primera vez a la comunidad de Recife, en la víspera de la festividad de Sucot, los líderes de la misma lo fueron a buscar al aeropuerto. Había una gran expectativa por parte del presidente de la comunidad y los integrantes de la misma. Sin embargo, cuando el rabino bajó del avión con una gran kipá en la cabeza y barba en su rostro, los líderes de la comunidad estaban confusos. Las primeras palabras que oyó Amitay cuando fue recibido fueron: “Nosotros esperábamos un rabino conservador, y usted es ortodoxo, no podremos actuar en forma conjunta…” Hoy día, dos años después, los judíos lo quieren muchísimo y no están dispuestos a que se marche.

Por supuesto, que las situaciones con las que dichos rabinos deben enfrentarse para poder acompañar a las comunidades en este proceso de cambio de conservadores a ortodoxos, no son fáciles en absoluto y requieren una gran responsabilidad educativa y halájica.

En la comunidad judía de Guadalajara, bajo el liderazgo del rabino Rami Avigdor, los cambios se van realizando de forma inteligente y con comprensión; hoy día los hombres y las mujeres se sientan por separado y rezan en forma regular, y el único aspecto que a veces extrañan es el uso de instrumentos musicales para acompañar a las tefilot de shabat. Por lo tanto, los mismos se encuentran satisfechos del liderazgo espiritual del rabino y creen que este responde a sus necesidades.

Fuera de la sinagoga, y más allá de la pregunta del cashrut que se cumple de acuerdo a la halajá, la piscina y el casino de la comunidad continúan estando abiertos en shabat y quien desea puede ingresar y utilizarlos.

*Eliahu Birenbaum es Rabino de Shavei Israel.

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