¿Cuáles políticos se oponen a la reelección de legisladores y alcaldes?

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Como sucede con cualquier mito político, la frase “sufragio efectivo, no reelección” se convirtió en un pilar del discurso que legitimó por setenta años al Partido Revolucionario Institucional. Esto no es algo malo: todos los regímenes los generan para justificar su dominación. El problema surge cuando se convierten en un obstáculo para el desarrollo.

Soy el primero en reconocer que la reelección inmediata de legisladores y alcaldes no es la panacea. Toda reforma trae por su propia dinámica cambios esperados, inesperados y hasta indeseados. Sin embargo la mayoría de los argumentos que se han presentado en contra de esta reforma, en lugar de fundamentarse en un diagnóstico serio, sólo buscan apoyar a un discurso del poder. Esto se puede apreciar mejor al distinguir quiénes se han beneficiado del actual sistema.

El jueves 10 de diciembre de 2009 la presidenta del Partido Revolucionario Institucional (PRI) rechazó la consolidación de la reelección de presidentes municipales y la revocación del mandato. Agregó que la primera no es propicia por los niveles que ha alcanzado el crimen organizado y la prevalencia del clientelismo electoral; y que la segunda crearía inestabilidad en el país. Favoreció en cambio la ampliación del mandato a cuatro años para alcaldes como hoy ocurre en Coahuila. También se manifestó a favor de la consulta popular, “con determinadas características y en materias específicas”.


Con base en el argumento de quiénes se benefician con el mantenimiento de la no reelección, revisemos los argumentos de Beatriz Paredes y las contrapropuestas que ofrece[1].

¿Se resuelven los problemas del crimen organizado y el clientelismo sin la reelección?

La reelección de legisladores y alcaldes, por sí misma, no representa una solución a los problemas que enfrenta nuestro sistema político. Sin embargo, en la medida que generaría incentivos para que nuestros representantes acumulen experiencia en temas del interés de los electores y se responsabilicen por sus decisiones al tener que competir por el mismo puesto en la siguiente elección, es la condición necesaria para que se den las reformas.

Para ilustrar esto, tomemos los dos problemas que presenta la Dip. Beatriz Paredes para no aprobar en estos momentos la reelección de los alcaldes: el crimen organizado y el clientelismo electoral.

En el tema de la seguridad, la no reelección ha generado un sistema donde los alcaldes carecen de incentivos para emprender políticas serias y de largo plazo, pues nada de cuanto hagan en sus funciones será importante para continuar con su carrera política. Es decir, ¿en qué les beneficiaría o por qué habrían de instrumentar cambios de fondo si se van a ir a otro puesto? Y si lo hacen, ¿qué garantía tendrían de que otros le darán seguimiento?

Los alcaldes tienen menos incentivos para tratar a fondo los problemas sabiendo que una política seria requiere seguimiento a mediano plazo (como sería la reestructuración de la policía municipal), por lo cual si iniciasen algo quienes es siguen se beneficiarían. Gracias a esto nuestras autoridades prefieren endosarle el problema a la Federación.

El actual sistema genera otros problemas. Por ejemplo, si no hay una eficaz rendición de cuentas y con ello se mantienen instituciones endebles y orientadas al corto plazo, tampoco hay motivos para actuar con transparencia. Así, los alcaldes se encuentran más vulnerables a la corrupción y a la infiltración del crimen organizado. En breve, mantener la no reelección de alcaldes bajo la excusa de que habría que resolver el problema de la seguridad primero es apostar al inmovilismo.

El clientelismo es un fenómeno común en todas las democracias, en la medida que los ciudadanos perciben que una parte de las funciones que deben desempeñar los legisladores y alcaldes es resolver demandas particulares. Sin embargo, hay factores que hacen que esta actividad sea más o menos relevante.

Por ejemplo, aunque los ciudadanos no se van a especializar en todos los temas de la agenda pública, sí se van a interesar por aquellos que les afectan. Gracias a ello, sus representantes se preocuparán de tratarlos en su gestión o en comisiones si son legisladores. Ese tipo de dinámicas hacen que el clientelismo sea menos influyente.

Al contrario, nuestra democracia se encuentra más expuesta al clientelismo que otras democracias. Si no hay continuidad en los mandatos, las campañas se basan en promesas antes que en desempeño. Además, la ausencia de políticos responsables, hace que los partidos tengan poco arraigo entre la ciudadanía; llevándolos a crear redes clientelares para tener votos. Eso hace que el ciudadano evalúe más la dádiva que la rendición de cuentas.

¿Qué ofrece Beatriz Paredes?

En su discurso, Beatriz Paredes manifestó por ampliar el mandato de los alcaldes a 4 años como ocurre ya en Coahuila e impulsar la consulta popular, “con determinadas características y en materias específicas”. ¿Servirían para resolver los problemas?

La raíz del problema del desempeño de las autoridades municipales no es el número de años que dura la gestión, sino la posibilidad de que se responsabilicen de su gestión a través de competir repetidas veces por un puesto. Por lo tanto la simple ampliación a cuatro años no es una solución.

Hay un elemento adicional: la ampliación de los mandatos de los alcaldes generaría más procesos electorales en un sexenio. Esto generaría dos problemas laterales.

En primer lugar el incremento de elecciones llevaría al aumento de los gastos electorales, haciendo más cara nuestra democracia.

Además de lo anterior, el incrementar la frecuencia de las elecciones sólo beneficia al partido que tiene las maquinarias políticas más sólidas: el PRI. Esto ya sucede en Coahuila, donde cada dos años tienen lugar elecciones locales al tener alcaldes y diputados locales mandatos de cuatro años.

La Dip. Paredes fue muy vaga en cuanto al carácter y la modalidad de la consulta. Los mecanismos de democracia participativa tienen un problema: son diseñados para complementar, mas nunca reemplazar, a la democracia participativa.

Además, tales mecanismos fueron diseñados para decisiones trascendentales. Esto es, el abuso se puede prestar a la manipulación de los demagogos. De esa forma los procedimientos para convocarlos requieren de un porcentaje mínimo del padrón electoral para convocarlos y uno mayor para considerarlos vinculatorios.

Lo anterior, sin contar con el problema de base: al no haber responsabilidad, tampoco hay garantías de que una consulta vaya a llevar a una decisión determinada. Para decirlo de otra forma, pareciera que propone una modalidad actualizada de dosificación del atole con los dedos.

¿Por qué la oposición a la reelección de alcaldes?

Una vez descrito lo anterior cabría hacerse la pregunta de por qué la Dip. Paredes, junto con la mayoría de los priístas, se opone tanto a la reelección inmediata de legisladores y alcaldes. La respuesta: porque la aprobación de esa reforma sería el inicio del fin de su carrera política.

La razón: tanto la Dip. Paredes como las cúpulas de los partidos han podido hacer una carrera a través de brincar de puesto en puesto gracias a que controlan los accesos a las candidaturas. Al no haber continuidad y responsabilidad, postergan las soluciones argumentando que cada tres años falta algo que llaman “voluntad política”. Además, son políticos poco eficaces que se apoyan más en la imagen y la mercadotecnia.

Por ejemplo, ¿ubican alguna causa que haya enarbolado Beatriz Paredes a lo largo de su carrera política? Ella ha dicho que apoya siempre las luchas de género. Sin embargo optó por la ambigüedad al pedírsele una posición sobre el tema del aborto, fuese a favor o en contra. Las cosas hubieran sido distintas con reelección inmediata, como discute el politólogo e internacionalista Genaro Lozano.[2]

Tomemos otra pregunta, ¿recuerda usted alguna negociación exitosa en el Congreso que ella hubiese dirigido desde que el PRI dejó de tener mayoría? Como hoy, Beatriz Paredes fue diputada federal en la LVIII Legislatura (2000-2003) y coordinadora de su grupo parlamentario. Como ninguna reforma de fondo fue aprobada durante el primer año de sesiones, dejó el liderazgo de su bancada y pasó a ser presidenta de la Mesa Directiva: un puesto sin responsabilidad política, pero con gran exposición mediática y que le permitió conservar su reputación.

De hecho, poco parece quedar de Beatriz Paredes como política en los últimos nueve años aparte una imagen amable, simpática y bohemia. ¿Sobreviviría en un entorno donde tuviera que rendir cuentas ante un electorado para continuar con su carrera política? Por eso se opone a la reelección de legisladores y alcaldes.

Dejemos de engañarnos: los políticos que tenemos son los que produce el actual sistema. En ningún país se elige a candidatos “buenos”, “honestos” o “eficaces”. La diferenta radica en que el resto del mundo existen los controles que carecemos, como la evaluación del desempeño que significa la competencia por el mismo puesto en la siguiente elección.

Insistir en mantener el actual sistema es permitirle a Beatriz Paredes y a los mismos políticos de siempre eternizarse, pues la no reelección es la base de su poder.


[1] Se habló sobre la revocación del mandato en otro texto publicado en:
http://www.gurupolitico.com/2011/02/ciudadanos-al-poder-trampas-y-falacias.html

[2] http://www.eluniversal.com.mx/editoriales/46555.html

Acerca de Fernando Dworak

Licenciado en Ciencia Política por el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM) y Maestro en Estudios Legislativos en la Universidad de Hull, Reino Unido. Fue Secretario Técnico de la Comisión de Participación Ciudadana de la LVI Legislatura de la Cámara de Diputados (1994-1997). Durante los trabajos de la Comisión de Estudios para la Reforma del Estado, fue Secretario Técnico de la Mesa IV: “Régimen de gobierno y organización de los poderes públicos” (2000). En la administración pública federal, fue Director de Estudios Legislativos de la Secretaría de Gobernación (2002-2005). Ha impartido cátedra, seminarios y módulos en diversas instituciones académicas nacionales. Es Coordinador Académico del Diplomado en Planeación y Operación Legislativa del ITAM. Es coordinador y coautor de El legislador a examen. El debate sobre la reelección legislativa en México (Fondo de Cultura Económica, 2003). En este momento, se encuentra realizando una investigación sobre las prerrogativas parlamentariasy e scribe artículos sobre política en diversos periódicos y revistas.

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