Cuando el fin no justifica los medios

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Haciendo una reinterpretación filosófica de ésta polémica frase, pretendo hacer una reflexión en cuanto a la manera que en la actualidad, muchos políticos ejercen su la labor. Ésta de la cual no solo escribió Aristóteles, sino también muchos intelectuales alrededor del mundo en diferentes épocas de la historia, en el sentido de “Polis griega”. Como fundamento principal de lo que posteriormente puede entenderse como el ejercicio de la misma (Politeia), pero no la que estamos obligados a aceptar como si fuera un canon a priori, en donde cualquier fin hasta el más ruin justificaría los medios para alcanzarla, sino más bien el ejercicio de la verdadera política con mayúscula, la que todavía conserva una base moral que no se encuentra nublada por las relaciones de poder.

 

Y que para desventura del Estado Social de Derecho y el desarrollo de la participación ciudadana, solo ha traído consigo, una larga cadena de opresión hacia todos los que conforman una Nación, en aras del desarrollo pleno de sus libertades y que debería regir los derechos de cada uno, como principio fundamental de nuestra integridad personal.


 

Por ello, es que la Polis debe entenderse como esa simbiosis que contiene tanto la expresión del fenómeno geográfico como también político, en el sentido de Estado, donde cada uno, como elemento dispar, tiene la función de sintetizar a la colectividad en una relación donde, deben someter la voluntad de aquellos que conforman ese medio geográfico a un consenso general, para luego delegar ese acuerdo en búsqueda del bien común a los políticos que los representarán posteriormente. Aunque lo que está ocurriendo cada vez más, es todo lo contrario, ya que cuando el encargado del ejercicio de la política llega a ocupar su cargo en el Gobierno, resulta que olvida por quienes y para quienes llego ahí.

 

Con lo cual, el fin no justifica los medios del delegado del pueblo, ya que si solo está interesado en trabajar para su propio fin, fue corrompido por el aparato que contiene al poder, en el sentido de que ya no es el representante del conglomerado social, sino solo un moralista político y no un político moral.

 

Ya que el (político moral) reconoce su función dentro del Estado como beneficiosa, en el sentido de que ejerce el reconocimiento del deber ser, como una cuestión moral, a diferencia del, (moralista político) que más bien creó una moral a su medida, la cual le resultará útil y conveniente como hombre de Estado, para todo lo que necesite justificar en búsqueda de un beneficio propio, para alcanzar un determinado fin, convirtiendo así a la política en un ejercicio inmoral.

 

Por tanto, queda en manos de la ciudadanía su vinculación en los asuntos del Estado, para alzar la voz cada vez que un político se aleje del ejercicio moral de la política, vigilando que éste, cumpla con su cometido en el desarrollo de las relaciones de poder.

(Especial para el Diario Judío.com de México.)

 

Acerca de Marisol Chevez Hidalgo

Licenciada en Filosofía de la Universidad de Costa Rica, UCR, especializada en identidad nacional costarricense; ética; y comunicación social, Máster en ética y democracia por la Universidad de Valencia. En la actualidad investiga sobre los judíos sefardíes en Costa RIca. Además tiene estudios en la Facultad de Derecho de la Universidad de Costa Rica y trabaja como consejera en razonamiento jurídico en una firma de abogados. Publica artículos en El Semanario Universidad, de la Universidad de Costa RIca, en esefarad.com, revista argentina en internet sobre cultura sefardita y ha publicado en el diario La Nación de Costa RIca. Es Poeta. Publicó poemas en la Revista Tópicos del Humanismo de la Universidad Nacional, UNA, en el Semanario Universidad de la UCR y en el diario La Nación. Forma parte de la Junta Directiva de la Ong Instituto para el Desarrollo, la Democracia y la Ética, IDDE.

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