Reflexión.
“Cuando salgas a la guerra contra tus enemigos, y el Eterno tu D’os los
entrega en tus manos, y capturas (pueblo como) cautivos; (si) entre
sus cautivos ves a una mujer de hermoso aspecto y la ansías podrás tomarla
como esposa”.
Deuteronomio 21 versículos 10-11
La madre de todas las batallas.
En la práctica médica, es habitual ver, que difícil nos resulta en la mayoría de las ocasiones lograr que nuestros pacientes puedan modificar hábitos de vida no saludables.
Es que los vicios o las malas virtudes se nos han naturalizado, se nos han incorporado y hecho costumbre y habitualidad. algo
así como que se fijan por la fuerza de la repetición y entonces, el cambio se hace mucho más difícil, aunque no siempre imposible.
Ki Tetzé.
Cuando salgas a luchar, contra ti mismo, contra tus propias pasiones, o tus malas inclinaciones, debes saber, que luego que logres vencer algunas de ellas o muchas de ellas, el Yetzer Hará o el mal instinto o el eterno probador, te ofrecerá nuevas tentaciones y desafíos (¡la cautiva!).
No cabe duda que, sobre estos versículos hay muchas explicaciones de exégetas mucho más autorizadas que este escritor de ocasión, pero el desafío y el gusto es tan grande, que me es imposible dejar pasar la oportunidad de poder exponer esta reflexión que seguramente está basada en las explicaciones clásicas e históricas o tradicionales, puede que con cierto toque
o agregado de mi historia personal.
Guerra externa o
interno.
Volviendo al punto central de nuestra consideración, no cabe duda, y está probado, y siempre recuerdo los dichos de mi madre Aida k. de Daitch que me repetía: “que el daño que una persona puede hacerse a sí misma, ni diez enemigos juntos pueden conseguir hacer esto con nosotros”.
Y es que, la guerra principal se desarrolla en nuestro interior, en el interior de cada uno de nosotros, a los fines de intentar lidiar con nuestras tentaciones, ambiciones, errores, egoísmos, mezquindades, etc.,
De hecho, resulta más fácil lidiar con enemigos externos, aún con lo complejo del tema, frente a lidiar con fuerzas que pueden ser autodestructivas y que emergen en ocasiones de manera volcánica y anidan en nuestro propio pensamiento y en nuestro corazón o en otros casos aparecen. disfrazadas o maquilladas o se insinúan de manera solapada y silenciosa, ingresando alguna idea maliciosa en nuestra psiquis y/o en nuestra alma.
Rabino Luzzato y un final.
El más famoso de los rabinos italianos, el rabino Moshé Jaim Luzzatto, nacido en Padua en 1707, y fallecido en 1746, es el autor de libros clásicos e impactantes como el “Mesilat Yesharim” o Senda de los Justos. Este rabino exponen que el hombre es llamado a la existencia en este mundo terrestre a los fines de trabajar, poder cumplir con los preceptos y lo último pasar pruebas.
Tallar más profundo en el tópico, sería adentrarnos en el propósito de Hashem en hacer descender el alma a un mundo físico.
que impresiona moverse y existir en forma independiente, a los fines de que al superar obstáculos para que pueda elevarse o completar lo que algunos entienden como Tikún (arreglo o reparación o elevación).
Y si bien, el Todopoderoso entregó a los hijos de Israel la Torá, como antídoto frente al Yetzer Hará, la idea rabínica tradicional es que el hombre que ha adquirido Torá y mitzvot, deba cuidarse aún más, ya que estos logros también pueden ser utilizados. por este camaleón que se muestra con cientos de apariencias diversas, y que intenta por todos los medios, que aún las propias cualidades positivas sean trocadas en negativas, al insuflar en ciertas personas ideas o sentimientos de autosuficiencia o superioridad respecto del prójimo.
Como conclusión: “no hay descanso en este mundo para el hombre, aunque los deleites del cumplimiento de las mitzvot constituyen un bálsamo donde podemos encontrar deleite y consuelo frente a las batallas ganadas y perdidas durante nuestra existencia”. Cualquier otra idea del objetivo de la vida, no coincide con la realidad.
Shavua Tov.
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