La libertad del ser humano, es un tema que para algunos está dado por sentado y algunas veces sin racionalizar, se cree que es todo un hecho, donde la humanidad se considera completamente libre, cuando en realidad estamos presos por muchas situaciones que no solo nos rodean, sino también esclavizan a lo largo de la vida, fungiendo como cadenas físicas en algunos casos y también mentales, enajenándonos cada vez más.
Y entre ellas está el mal ejercicio de la Política, ya que como ciencia que trata la organización de la sociedad y, principalmente de los Estados, se encuentra presente en cada relación humana por más simple que parezca; condicionando todo a su alrededor en vínculos que configuran un universo de seres, los cuales participen activamente o no, en una u otra sociedad, están presos muchas veces de ideales ajenos o incluso de subdesarrollos prestados, sin poder sentirse libres para poder ejecutar su propio proyecto dentro del conjunto social.
Entonces, cómo poder enfrentar una situación que se ha dado siglo tras siglo, porque parece que la política en su afán de organizar a la “Polis”, (ciudad donde la comunidad política se administra por sí misma), pierde la partida en algunas expresiones de ella en sociedad, ya sea porque en un determinado país o contexto social, aquello que Aristóteles llamaba el “Zoon Politikón” (el animal social, ciudadano y cívico) se encuentra preso por la falta de virtud, justicia y felicidad.
Teniendo que supeditarse a “animales”, no necesariamente políticos que no lograrán nunca comprender que el ejercicio de la misma, radica en que éstos tres pilares sean la base fundamental de su desarrollo social e integral y por ello, el despliegue de su organización es un mal ejemplo de lo que podemos entender como POLÍTICA con mayúscula.
Ya que no busca el crecimiento de la Ciudad en su conjunto, sino más bien el detrimento de cada uno de los esfuerzos por mejorar el desarrollo de eso, que es inherente al ser humano y que en todo caso es entendido, como el esfuerzo en conjunto de la administración del Estado, donde la imposición de un criterio absolutista, está totalmente carente de justicia y equidad para todos, buscando finalmente la ganancia egoísta e impositiva de uno sobre todos a través de la utilización del poder.
Y que cada vez más, se evidencia en esta sociedad, en la cual somos más individualistas por decirlo de alguna forma y el bien común, es prácticamente escaso o ausente de poder ejecutarse mirando al otro, no como un extraño o competencia que evidenciará mis carencias, sino como una construcción social en donde yo también formo parte, en un mundo donde tratar de ser constructivo y solidario en pro del crecimiento social, será siempre un proyecto inacabado.
(Especial para el Diario Judío.com de México).
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