Primera parte.
Ocurrió un domingo por la mañana, en un autobús que va de Bnei-Brak (barrio religioso en los alrededores de Tel Aviv) a Jerusalén. El autobús estaba lleno de Talmidei Yeshiva (estudiantes religiosos). En la última parada, antes de salir a la ruta, sube una joven muy bien formada, vestida muy moderna e informal y se sienta en el único asiento libre, cerca de un estudiante religioso. El muchacho, inmutable, saca de su bolso una manzana, y se la ofrece a la muchacha. Ésta, asombrada, le agradece y pregunta a qué se debía tal gentileza, a lo cual él le responde: -hasta que Eva no comió la manzana, no se dió cuenta que estaba desnuda…
Segunda parte.
Después de una semana, nuevamente, domingo por la mañana, el mismo autobús, y en la misma parada sube la misma muchacha, pero, esta vez, vestida con ropa mucho más recatada. Se sienta al lado del mismo estudiante ortodoxo.
Al cabo de unos minutos, ella abre su bolso, y le ofrece al muchacho una manzana. Éste, asombrado, le pregunta cuál es el motivo de esta amabilidad. A lo que la muchacha responde: -hasta que Adán no comió la manzana, no supo que había que trabajar para mantenerse…
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