Cuestionar la historia

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Más allá de proveer una narración sobre los acontecimientos pasados, la historia ha sido usada a lo largo de los siglos como un relato para explicar y justificar un régimen. Esto no es “malo” o “bueno”: así es el ejercicio del poder. Los problemas surgen cuando los discursos ya no corresponden a la realidad o cuando se genera una imagen romántica e idealizada con el fin de restaurar un régimen que ha perdido vigencia.

Tras las celebraciones de la sucesión de guerras civiles que hoy conocemos por Revolución Mexicana, una corriente de pensadores ha cuestionado con información y análisis el mito y sus resultados.[1] Por otra parte otros defienden su legado de paz social y el hecho de que ese acontecimiento construyó las instituciones que hoy tenemos.[2] En esa misma dirección se manifestó el lunes pasado la presidente del PRI, Beatriz Paredes Rangel[3].

Un verdadero ejercicio de reflexión debe evitar tanto las descalificaciones como las adulaciones o las evocaciones románticas. Sólo cuestionando los mitos detrás de los discursos historiográficos estaremos en una mejor posibilidad de entender cómo algunos actores han deseado que nos veamos y, a través de ello, plantear un mejor futuro.


En la medida que un régimen se le puede evaluar mejor a través de sus resultados, revisemos dos de los legados del sistema priísta que han tenido relevancia en las noticias de esta semana: los monopolios y la calidad educativa. ¿Propone ese partido una alternativa? ¿Se puede ver alguna esperanza en las ofertas de los otros institutos políticos?

Las reformas a la Ley Federal de Competencia Económica

Aunque inicialmente se concibió como un pacto entre grupos revolucionarios en 1928, hacia 1940 el PRI se refundó como un partido de masas basado en la inclusión de todos los actores sociales a través de la creación de estructuras corporativistas. La actividad productiva se dio bajo los auspicios, instrucciones y complicidad del Estado. Durante las siguientes décadas el sector público absorbió casi toda la economía.

Sin embargo, el resto del mundo iba en sentido contrario. Economías que hacia principios del siglo XX eran inferiores a la mexicana hacia los años ochenta nos rebasaron. La competitividad por ganar mercados se volvió la regla del éxito. Nuestro país se convirtió en ejemplo de lo que se debía hacer para fracasar: economía cerrada, ineficiencia productiva gracias a reglas laborales retrógradas y la existencia de monopolios estatales.

De esa forma se inició a partir de finales de los años ochenta del siglo pasado un proceso selectivo, incompleto y opaco de apertura económica. Esto es, lo que nuestras izquierdas llaman peyorativamente como “neoliberalismo” y que en realidad tiene muy poco de éste. La integración comercial con Estados Unidos se vio acompañada de la permanencia de los elementos que precisamente nos hacen poco competitivos: los sindicatos y amplios monopolios. El modelo de desarrollo mexicano es una mezcla extraña de proteccionismo y apertura que arroja lo peor de los dos mundos.

El pasado jueves 9 Senado rechazó las reformas a la Ley Federal de Competencia Económica (LFCE), conocida como la “Ley Antimonopolios”, con el voto del PAN y el PVEM frente al apoyo del PRI y el PRD. Se incluían cambios políticos, avances en materia de sanciones y, en opinión del Centro de Investigación para el Desarrollo (CIDAC), retrocesos en cuanto a poderes de investigación de la Comisión Federal de Competencia (CFC)[4].

De acuerdo con el CIDAC, la propuesta del PRI era convertir a la CFC en organismo descentralizado, donde el Senado pueda ratificar a los comisionados designados por el presidente de la República. En opinión de esta organización, “Los panistas reclaman este último argumento, ya que a la luz los procesos de designación y ratificación en otros organismos –como los ya mencionados– es posible que ahora la autonomía resulte mermada por agentes privados operando a través del Senado. Esto sin mencionar que la transición para convertirse en organismo descentralizado desviará, al menos en el corto plazo, preciados recursos de las investigaciones a la operación administrativa del organismo”.

Lo más preocupante, de acuerdo con el texto de CIDAC, es que la atribución de la CFC para sancionar a los monopolios no se ve acompañada del otorgamiento de mejores herramientas de investigación, como visitas de verificación sorpresa y la emisión de medidas cautelares. “Lo esencial de los procesos para proteger la competencia es recoger evidencia relevante para determinar si existe o no una violación a la ley, no la amenaza –que sin herramientas de investigación se torna poco creíble– de tener que pagar una multa o acabar en la cárcel. Los incentivos continúan sin estar alineados para que exista mayor competencia económica y para que incremente el bienestar de los consumidores”, concluye.

¿Quién se beneficia ultimadamente de un ejercicio de simulación que pareciera ser la iniciativa contra los monopolios? El partido que tejió redes de colaboración y complicidad con los titulares de la mayoría de estos monopolios.

La educación, por los suelos

Durante décadas, el régimen emanado de la revolución se encargó de arraigar los discursos que le daban legitimidad. Como ya se dijo, esto es algo que hacen todos los gobiernos. Sin embargo el PRI lo hizo con especial eficacia y apoyado en las estructuras magisteriales. Como resultado tenemos hoy una población que podría no ser capaz de realizar mentalmente operaciones aritméticas simples o con una comprensión mínima de textos escritos, pero que repiten con increíble exactitud los dogmas “revolucionarios” – aun cuando no tengan idea qué significan o cuál es su utilidad.

Esta semana la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) presentó los resultados del Programa para la Evaluación Integral de los Estudiantes (PISA, por sus siglas en inglés) 2009. Se observar una caída de seis puntos en la calificación obtenida en ciencias en 2000, mientras que el avance en comprensión de lectura es de tres puntos sobre los obtenidos en aquel año. Hubo mayor crecimiento en matemáticas, donde el desempeño de los jóvenes de 15 subió 32 puntos.

A nivel global, México ocupó el lugar 48 (420 puntos en promedio) de entre 65 naciones evaluadas. 33 de ellas pertenecen a la OCDE. Somos el último lugar entre los países miembros de este organismo. De acuerdo con el SNTE nos encontramos en la media de Iberoamérica. Tendrá toda la razón. Sin embargo el objetivo es competir con el primer mundo, no conformarnos con un mal común.

Mientras tanto el magisterio, convertido en una maquinaria política, vende su voto al mejor postor. Los partidos, desvinculados de la sociedad al no existir una eficaz rendición de cuentas, ven en el sindicalismo una de las escasas fuentes de sufragios seguros.

¿Qué nos heredó el PRI?

Más allá de cualquier valoración sobre si la el diseño institucional fue o no correcto en su momento y circunstancias, heredamos un sistema vertical, centralista, clientelar y cerrado al mundo que sólo podía ser gobernado por un partido hegemónico. Esto, a costa de una enorme corrupción. Hoy día ya no brinda certeza y su eficacia decrece con rapidez.

¿Cuál es la respuesta del PRI? Se puede resumir en dos puntos: 1) mantener el estatus quo a través de los viejos mecanismos de control social (por ejemplo asignar recursos a agrupaciones campesinas, sindicatos y programas asistenciales), lo cual es muy costoso y nadie sabe cómo financiar esto y 2) apuntalar los viejos discursos de dominación, por más endebles que sean. Un posible regreso de este partido al poder en 2012 no implicaría una mejora significativa, pues el problema está en las reglas del juego, no en las personas.

No se trata de atacar el pasado. El reto es cuestionarlo, entenderlo y superarlo. Tomar sin crítica las evocaciones idílicas del pasado priísta es comprar engaños. Y las sociedades suelen pagar eso muy caro.

Por desgracia los otros partidos carecen de planteamientos alternativos. Lejos de representar una izquierda moderna el PRD y partidos anexos se contentan con reproducir los viejos mitos del nacionalismo revolucionario. Ignoran, por ejemplo, que un estado de bienestar implica un aumento significativo de impuestos para todos. Pero eso, en su discurso reivindicatorio, es inaceptable.

Aunque el PAN provino de una tradición política distinta al PRI, dejó pasar nueve años antes de presentar un planteamiento conciso de reforma institucional. En lugar de eso gobernó con las reglas y percepciones del viejo régimen. Al hacerlo generó en amplios sectores de la sociedad la percepción de que no eran peores que los tricolores – sólo que los segundos “sabían hacer política”. Es decir, la inacción terminó por fortalecer al partido que inventó las reglas del juego.

Es hora de ver los mitos a los ojos y desconstruirlos. Necesitamos recuperar programas políticos basados en nociones reales sobre la izquierda, el centro y la derecha. Por desgracia el viejo régimen, en su afán por eternizarse, generó un discurso donde estos parámetros se tergiversaron.

Y es poco probable que las soluciones vengan de nuestros partidos en el corto plazo. La ciudadanía implica derechos y responsabilidades. Asumamos nuestro papel en el proceso.


[1] El mejor ejemplo es Macario Schettino, Cien años de confusión. México en el siglo XX (México: Taurus, 2007).

[2] http://www.eluniversal.com.mx/editoriales/50740.html.

[3] http://www.eluniversal.com.mx/nacion/182336.html.

[4] http://www.gurupolitico.com/2010/12/pri-moreira-y-la-unidad-ley-de.html.

Acerca de Fernando Dworak

Licenciado en Ciencia Política por el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM) y Maestro en Estudios Legislativos en la Universidad de Hull, Reino Unido. Fue Secretario Técnico de la Comisión de Participación Ciudadana de la LVI Legislatura de la Cámara de Diputados (1994-1997). Durante los trabajos de la Comisión de Estudios para la Reforma del Estado, fue Secretario Técnico de la Mesa IV: “Régimen de gobierno y organización de los poderes públicos” (2000). En la administración pública federal, fue Director de Estudios Legislativos de la Secretaría de Gobernación (2002-2005). Ha impartido cátedra, seminarios y módulos en diversas instituciones académicas nacionales. Es Coordinador Académico del Diplomado en Planeación y Operación Legislativa del ITAM. Es coordinador y coautor de El legislador a examen. El debate sobre la reelección legislativa en México (Fondo de Cultura Económica, 2003). En este momento, se encuentra realizando una investigación sobre las prerrogativas parlamentariasy e scribe artículos sobre política en diversos periódicos y revistas.

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