A veces realizamos acciones que inocentemente no consideramos robo; sin embargo, la Torá es muy estricta sobre este tema.
Por ejemplo, una persona que llega de prisa al banco y encuentra a un conocido formado cerca de la ventanilla… ¡Fácil! Le da sus documentos y sale feliz del banco pensando que ganó hábilmente este tiempo. Él “ganó una hora” y piensa que quien se encuentra formado detrás no va a pasarle nada si espera un minuto más.
Pero si sumamos el minuto de todas las demás personas de la fila, ¡ese “listo” está robando más tiempo del que se imagina…! ¿Cómo hará para pagar ese tiempo? ¡El dinero puede devolverse; el tiempo no!
Podríamos citar un sinfín de ejemplos: tomar un clip, hacer una llamada en un teléfono que no es nuestro, despertar a alguien y quitarle el sueño, dejar el auto en un lugar que estorba a los peatones, etc.
“Todo ser humano debe ser meticuloso respecto a tomar algo que no es suyo, sea dinero, tiempo o espacio. El Dueño de las cosas está siempre observando y nadie se queda con lo que no le pertenece”.
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