Parte esencial en la vida de todos los seres humanos, hombres y mujeres por igual, son los amigos. Se trata, a grandes rasgos, de esas personas a las que encontramos, en cualquier época de nuestra vida, y con las que descubrimos que tenemos coincidencias, afinidades y empatía… mucha empatía.
Sin embargo, en las distintas etapas de nuestra vida (la niñez, la adolescencia, la edad adulta) es importante que seamos lo suficientemente inteligentes como para saber el tipo de personas que requerimos allegarnos para encontrar en nuestras amistades factores de suma y no de resta porque, consciente o inconscientemente, muchas veces solemos cegarnos con algunas personas que en lugar de beneficiarnos nos perjudican y esto puede ocurrir a todos los niveles.
Lo que detona una amistad en primera instancia, lo decía el crítico literario inglés C.S. Lewis, son aquellas cosas que tenemos en común con algunos de nuestros semejantes y para descubrir si existe algún tipo de afinidad con alguien más tan sólo se requiere de una primera impresión en la que repentinamente emitiremos comentarios como “¡Oh!, ¿tu también? creí que yo era el único”, porque al final del día sólo se requiere de algún gusto o alguna idea en común con otro individuo para lograr trabar una amistad que, con un poco de buena suerte y muchos cuidados, pudiera ser perecedera.
Pero (¡sí, aquí viene el espantoso “pero”!), mucho ojo, porque al momento de elegir a un nuevo amigo no sólo debemos dejarnos llevar por lo emocional o instintivo. Requerimos de mucha inteligencia y análisis para allegarnos a nuevas personas a nuestra vida, porque nunca faltan personalidades conflictivas, egoístas, envidiosas, mentirosas, abusivas y un larguísimo etcétera que están al acecho esperando el momento oportuno para irrumpir en nuestra cotidianeidad y prácticamente hacernos la vida de cuadritos.
¿Cómo saber que hemos elegido adecuadamente a una persona para que sea nuestro amigo “para siempre”? Pues, aunque no lo crean, en este asunto tan delicado sí cuenta aplicar el sistema de prueba-error-prueba-error. Porque al igual que con nuestra pareja, tenemos que entender que para forjar una amistad se requiere de una química y una compatibilidad considerables, las cuales conjugadas con una serie de intereses comunes, sin olvidarnos del respeto y la tolerancia (porque incluso entre los amigos suelen presentarse marcadas diferencias de creencias y conceptos, es totalmente válido), nos llevan en el día a día a construir una relación capaz de superar cualquier tipo de controversia y dificultad.
También hay que considerar, al momento de elegir a una persona candidata a ser nuestro amigo, que aquellas personalidades tóxicas aportan muy pocas cosas positivas a nuestro entorno. Tener cerca a aquellos que viven deprimidos y enojados ciertamente nos convierte, aunque no nos demos cuenta, en imanes de lo negativo y la verdadera relevancia de una amistad es que podamos estar junto a personas con las que nos sentimos seguros y protegidos, ¡como en familia! Y no hay recetas secretas o pócimas mágicas para conseguir un gran amigo, todo se reduce a algo simple: el trato frecuente convierte a los conocidos en amigos. ¡Anímate, pero ten cuidado!Photo by Pepe Pont
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