¡Cuidado con los seguros de Gastos Médicos! , 1ra. parte

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De acuerdo a mis comentarios realizados en la invitación del pasado mes, el envío de sus testimonios a la redacción de este Medio Escrito, con las experiencias relacionadas con los servicios que brindan las compañías aseguradoras y sus representantes, sin lugar a dudas, aumentaron significativamente -en número y variedad- los testimonios y anomalías que un servidor ya tenía reportadas, y que inspiraron la presentación de esta serie de artículos.

Antes de continuar, agradezco públicamente el apoyo testimonial -que trataré con el anonimato ofrecido en un principio- de muchos de nuestro lectores, e invito de nueva cuenta a los que todavía no nos han escrito, y que por supuesto tienen algo que decir, a que lo hagan sin demora, pues por lo hasta ahora recopilado -por lo menos en lo que atañe a México-, la compra de un seguro de gastos médicos, lejos de reportar (como aseguran los promotores en sus inicios) un beneficio convincente, cierto y fiable para el que hace esta previsión y esfuerzo económico; lamentablemente en una gran mayoría, sobre todo para asegurados de la tercera edad, llevan aparejados en poco tiempo, los antónimos de un servicio dudoso, caro en relación a beneficios, oscuro por sus tecnicismos marcados en pequeñas letras y hasta equívoco, por las consecuencias y desamparo en que desemboca.

El tema en el marco mexicano es sin duda complicado, pues hasta un funcionario del actual gobierno, el conocido economista Luís Pazos, presidente de la Comisión Nacional para la Protección y Defensa de los Usuarios de Servicios Financieros (Condusef), señala el periódico “El Universal” del 13 de agosto del 2008, aparte de catalogar este tipo de seguros como elitistas, la necesidad de mejores, más sencillos y más claros formatos de los contratos de las aseguradoras a sus clientes, pues en la oficina a su cargo, se han efectuado pruebas, determinado como promedio, un tiempo de una hora y media en la lectura de una póliza por un cliente que está dispuesto a leerla; y además, que su comprensión presenta por tantos tecnicismos vertidos, mucha dificultad e incomprensión, hasta para los mismos agentes que tratan a los clientes, que por regla general, para poder ofrecer los servicios, tienen que presentar varios exámenes y estar autorizados oficialmente como vendedores de seguros.


Como estas irregularidades inquietantes, existen muchas otras que trataremos en las siguientes entregas. Además un cliente que se anima a comprar este tipo de pólizas, descubre todo un abanico de opciones, en tan sólo una misma compañía; también se percata que existen infinidad de viejas y nuevas compañías, nacionales y del extranjero, que ofrecen sus servicios en diferentes modalidades y costos. Es por ello que la compra, incluso para una persona que trata de analizar a detalle las diversas opciones que existen en la actualidad en el mercado mexicano, se vuelve más que difícil por sus condicionantes a largo y mediano plazo.

Existen otro tipo de compradores, que por amistad, favor a alguien necesitado o recomendación de algún conocido, adquiere su póliza sin las debidas precauciones y advertencias que las compañías y sus representantes, por simple ética profesional deben siempre hacerle, descubriendo con tristeza, generalmente por la confianza depositada, que de lo ofrecido a la realidad, sólo existe una quimera costosa por el tiempo transcurrido e ineficaz por sus resultados.

Como podemos ver por su complejidad que emula la conocida “casa del jabonero, en la que el que no cae resbala”, en esta materia es muy común pasar de un asunto protegido, resguardado, sólido o tranquilo (como usted lo prefiera nombrar), a otro muy peligroso y arriesgado, sobre todo si usted o su pareja ya están en el rango de los 60 años o más, pues representa un mayor riesgo (léase gasto) para cualquier compañía, por más afamada o benévola que esta sea, la que tratará en todo momento cubrirse con cualquier pretexto, de las erogaciones que su salud le representa y que por derecho usted tiene, pero que difícilmente le harán efectivo, pues no hay que olvidar que al fin y al cabo, los seguros no dejan de ser un negocio, de preferencia que resulte lo más lucrativo posible.

La intención del que suscribe y de la dirección de este medio de opinión, es precisamente -dentro de lo posible- advertir y analizar, sobre todo a las personas de la Comunidad Judía de México, de varios riesgos de acuerdo a las testimoniales recabadas, pudiendo tomar con el tiempo y razonamiento suficiente, una mejor protección para su salud, economía y tranquilidad familiar. Al mismo tiempo invitamos a las compañías aseguradoras su participación en estas páginas, pues de entrada, muchas se quejan de abusos en las tarifas que muchos médicos acostumbran hacer, cuando a la llegada de un paciente, se enteran que dispone de un seguro de gastos médicos. Que decir de las tarifas -más que elitistas- de los hospitales privados de México, que se han ganado a pulso la fama de los hoteles de cinco estrellas más caros del mundo, en donde para ingresar generalmente angustiados y no por placer como en un hotel, se les debe asegurar la solvencia del que solicita ser internado, o la de algún familiar.

Resultante de una práctica insuficiente y de calidad en los servicios de seguridad social que presta el estado -como muchos similares en varias partes del mundo, sobre todo en Latinoamérica-, los ciudadanos que tienen posibilidades económicas de hacerlo, acuden a esa especie de círculo elitista privado, comprando un seguro, opción válida en las prácticas de salud mexicanas, que incluso regula la Comisión Nacional de Seguros y Fianzas; pero no obstante los argumentos a favor o en contra de los seguros de gastos médicos, mayores o no, que resulten con esta serie de artículos, el particular siempre debe considerar que su póliza contratada, es tan sólo un complemento de la Asistencia Pública, Seguro Social o ISSSTE, pues a la hora de la verdad y no importando la edad que se tenga, con una enfermedad grave o prolongada, la mayoría de las aseguradoras no siempre se harán cargo de los gastos; de ahí la importancia y sugerencia de contar con algún servicio de salud sociales, producto de largos años de trabajo, o bien voluntario, que no resulta tan oneroso.

Continuará…

En la próxima exhibición: algunos de los primeros testimonios recibidos y sus inconformidades.

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