A mi querido amigo Paulino Álvarez -él amaba a Israel- y que ya duerme la paz de los Justos en el regazo del Eterno.
Tratan estas líneas de una hermosa tierra de Israel llamada Dan y que para mí está, además, amorosamente vinculada al recuerdo entrañable de mi perro, que este mismo nombre —«Dan»— llevaba.
Esta región es de un interés extraordinario para la historia y geografía de Tierra Santa. Indica el extremo septentrional de la Palestina Bíblica. Allí nace una de las fuentes del río Jordán que arranca del Monte Hermón, majestuoso y erguido delante de Banyas y Dan.
Río Jordán
Desde el año 1966 Tell Dan está siendo excavada y por los últimos años de la década de los 70 aún proseguían estos trabajos arqueológicos según nos narra un viajero que estuvo por esos lejanos pagos.
La ciudad de Dan juega un papel de primerísima fila en la región norte de la llamada Tierra de Promisión, la Alta Galilea: el país de las maravillas de Israel, allí «Donde los pájaros que bien lo saben se toman sus vacaciones», como reza un anuncio propagandístico de la región.
En el origen de los tiempos
Hay vestigios de ocupación desde el tercer milenio antes de la era común. En la época de los hicsos se llevó a cabo un ingente trabajo de fortificación que le ha dado la configuración actual al Tell. La importancia de Dan provenía de su estratégica y privilegiada posición entre la zona del Jordán que se abre a la gran llanura de Hula y el paso hacia la Bekaa en la antigua Fenicia. Su origen volcánico le proporcionó la característica configuración de una colina apropiada para ser utilizada como ciudadela militar y control de los caminos hacia Fenicia y Palestina.
La presencia hebrea es patente desde el siglo XIIXI a.C. Es la época en que una fracción de la tribu de Dan emigró de la región central de Palestina al extremo, en busca de asentamiento pacífico, hostigada por los vecinos filisteos dueños de Sefelah.
El período de mayor florecimiento se inicia en el siglo X cuando Jeroboan I construye en el lugar un santuario y eleva la ciudad al rango de importante centro administrativo. Dan en esta época fue ampliada notablemente y reforzada con obras nuevas de fortificación. El lugar es famoso por haber sido una de las dos ciudades en las que bajo el dominio de Jeroboan— se permitió el culto al becerro de oro.
La historia religiosa de Dan es también interesante. Ya desde la emigración de los danitas empezó a tener una cierta autonomía cultural dentro de la estructura peculiar de la región israelita centrada primero en Siloh y luego en Jerusalem.
Las peripecias del reino de Samaría afectaron grandemente a la región de Dan. Más que ninguna otra ciudad, Dan se prestaba soportar, en primer lugar, los embates de los enemigos que desde el norte atacaban a Israel. La decadencia definitiva de este asentamiento se inició con la conquista del reino de Israel por los asirios el año 732 a.C. Sin embargo, el lugar sagrado de Dan debió de continuar atrayendo a la gente durante siglos. Realmente esta ciudad pertenece a ese tipo de lugares particularmente propicios para suscitar la adoración y el sentimiento religioso.
El jardín del paraíso
En la actualidad en Dan se ha creado un maravilloso parque nacional donde se encuentran árboles y plantas de toda especie. La fertilidad que le proporcionan las aguas del Jordán hacen de Dan un vergel o como lo llaman los hebreos un «Gam Edem» (jardín del paraíso).
Dan es una de las tres fuentes del Jordán. De hecho el significado hebreo de este nombre es «que desciende del Dan». El agua brota en abundancia de este manantial y corre presurosa por un cauce desigual y rocoso.
Una leyenda dice que el nombre de Jordán está compuesto de Ior y Dan, supuestamente el nombre de ambas fuentes del río, y así fueron designadas en los mapas medievales.
Pero también este nombre está para mí profundamente teñido por los recuerdos apasionados que tengo de mi lindo perro mestizo -se llamaba «Dan»— que duerme el sueño eterno en una verde ladera de las Navas del Marqués y que nunca volverá a corretear entre las jaras y los pinos.
Artículos Relacionados: