En un artículo anterior se habló de la virtual batalla entre las ciencias y las humanidades, que durante la segunda mitad del siglo XIX ha tenido como síntesis el surgimiento de lo que John Brockman llama la “tercera cultura”. Ésta se trata del intento de algunos científicos de llegar a las mentes del público en general mediante libros y artículos de divulgación científica en lenguaje accesible sobre temas que a todo el mundo nos interesan como por qué mentimos, si tiene sentido creer en la existencia de un(os) dios(es), cómo aprendemos o por qué somos celosos; en fin, por qué somos como somos. La verdad es que la bautizada tercera cultura ha tenido mucho éxito, considere por ejemplo a Richard Dawkins, Desmond Morris, Steven Pinker, etcétera con libros leídos por todo público que han llegado a ser bestsellers.
Aparentemente para muchos, las armas entre ambos bandos siguen levantadas y es en esta virtual batalla entre ciencias y humanidades que el científico cognitivo Steven Pinker escribió un polémico artículo para la revista New Republic titulado “La ciencia no es tu enemigo” (Science Is Not Your Enemy, que se puede encontrar aquí: http://www.newrepublic.com/article/114127/science-not-enemy-humanities).
Pinker critica principalmente a algunos humanistas que defienden las humanidades a capa y espada de la entrada de la ciencia dentro de sus terrenos. La entrada de las ciencias en las humanidades es inminente, pues las preguntas que todo el mundo ha intentado contestar están por fin a cierto alcance de la ciencia. Contestar preguntas como cuál es la naturaleza del ser humano y de su comportamiento nunca antes habían estado tan cerca de ser respondidas por hipótesis sostenidas en hechos verificables (evidencia científica, pues). Es decir, una pregunta antes considerada exclusivamente de la filosofía hoy nos podemos acercar a hipótesis sustentadas en disciplinas como la ciencia cognitiva, la economía del comportamiento, la minería de datos, la psicología evolutiva y la genética del comportamiento. Las disciplinas científicas se están empezando a permear de las preguntas de los humanistas, y todo indica, según Pinker, que es para la solución de problemas, es decir, para el progreso del conocimiento.
Para algunos la ciencia es un intruso en temas que son exclusivos de cierta disciplina, pero poco a poco las líneas, fronteras y bardas entre disciplinas se comienzan a borrar y las preguntas que eran relevantes para una disciplina lo son ahora para muchas, ¿qué hay de malo en ello? Para muchos, uno de los aspectos negativos de la intromisión de la ciencia en las humanidades es su naturaleza cientificista, un término peyorativo para calificar un acercamiento reduccionista, simplista e ingenuo de problemas complejos. Sin embargo, para Pinker, hay características muy particulares de la ciencia (o del llamado “cientificismo”) que vale la pena rescatar, como el clima de debate entre la comunidad científica, la incentivación de la crítica y refutación de argumentos, y la búsqueda de métodos cada vez más robustos.
Hay en particular dos características que, según Pinker, la ciencia busca empapar a las humanidades. La primera es que el mundo es inteligible, es decir que los fenómenos se pueden explicar mediante principios más generales. La segunda, es que la adquisición del conocimiento no es fácil y no nos podemos valer de creencias para generar conocimiento, pues las creencias no son conocimiento.
Pero además de comenzar a contestar preguntas antes exclusivas de las humanidades, la ciencia puede ayudar también más directamente a ellas, como en las artes. La lingüística se puede beneficiar de la ciencia cognitiva al explicar cómo aprendemos durante nuestra vida, así como la literatura y la política de la psicología evolutiva al explicar los impulsos del ser humanos reflejados en el comportamiento.
Para Pinker esta intromisión de la ciencia en las humanidades es un ganar-ganar y sólo puede resultar progreso, aunque para algunos como Leon Wieseltier no resulta tan benigno y prefieren que mejor haya límites entre disciplinas. (De hecho, el artículo de Pinker fue controversial y hubo un debate interesante entre estos dos personajes).
La ciencia está tomando terreno por todos los frentes y las humanidades definitivamente no son la excepción. ¿Qué puede resultar de esta intromisión?, ¿es positiva?, ¿se debe incentivar o detener?, o mejor dicho ¿es posible detenerla?
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