¿De quién es qué?

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La historia de la humanidad es la historia del movimiento de los pueblos y la expansión territorial.

Esa historia ha registrado expansión económica por el agotamiento de recursos bajo el nomadismo, expansión para amasar recursos que lleva a la guerra (Alemania), y hasta la megalomanía de invadir a otros países para apoderarse del mundo y esto es tan viejo como Ch’in Shih-huang, Atila, el imperio romano, que me disculpen los salvajes por no mencionarlos, o cualquier otro intento imperial.

El imperialismo no lo inventaron ni Estados Unidos, los alemanes, los rusos y los chinos, aunque lo hayan llevado a extremos de crueldad que continúa con genocidios hasta este mismo momento, no en vano se estableció el crimen de lesa humanidad y los crímenes de guerra, porque aún dentro de la barbarie debe haber contención y mesura aunque no la haya.


La exigencia de devolución de territorios es complicada, debemos determinar el origen de los pueblos, y quién está calificado para poder hacer esa determinación.

Hay un chiste al respecto

El embajador de Israel ante la ONU dice que antes de abordar una más de las múltiples condenas propiciadas por los países árabes, quiere contar una historia. Y procedió:

Moisés decidió meterse a bañar en un lago y al salir encontró que le habían robado la ropa, así que exclamó:

– Los palestinos me robaron la ropa.

El representante de Palestina espetó ofendido

– En ese entonces no había palestinos ahí

A lo que el diplomático respondió:

– Ahora que ha quedado establecido quién llegó primero entremos en materia.

Así que para determinar al propietario original de la tierra, se tendrá que recomponer el mapa mundial y prácticamente todos los países tendrán que regresar territorio y algunos desaparecer. Para empezar habrá que borrar a todos los países americanos y devolverle el territorio a los pueblos originarios, si no hay aztecas, si parece haber mayas, que podrán recibir un gran tramo de México a Perú.

Brincarán las voces que dirán que eso no es posible, para eso los canadienses exterminaron a niños de los pueblos originarios para asegurarse que no existiera quien exigiera derechos, y el genocidio realizado por Estados Unidos terminó por empobrecer, embrutecer y encerrar a los pueblos originarios en reservaciones.

Si brincamos en el tiempo tendrá que discutirse la devolución a México de Arizona, California, Nuevo México, Texas, Colorado, Nevada, y Utah, sin mormones, con petróleo y con el beneficio de las calles pavimentadas. Habrá que devolverle Panamá a los colombianos, Medio oriente para los primeros establecidos y que hayan permanecido en el tiempo, que al parecer son los hebreos, porque otros pueblos, por citar solamente como Acadios, Amonitas, Amorreos, Fenicios, Arameos, Asirios, Babilonios, Caldeos, Moabitas, Cananitas y otros pueblos desaparecieron, ahora que si sus descendientes andan por ahí que se apunten para que les devuelvan su parte, aún con la dificultad de determinarla porque muchos eran nómadas. Hay quien sostiene que Cristo era palestino aunque en su época los ingleses que no existían como tal no habían inventado Palestina, pero nadie puede negar que era un rabino judío, podrían darle una poción de tierra a su tribu o comunidad religiosa.

Complica mucho el esquema la intensa migración registrada históricamente, así que para devolverle Europa a los pueblos originarios habría que determinar de nuevo de que época queremos hablar.

Habría que desalojar Australia, que se pobló como colonia penal. O recomponer el mapa del Medio Oriente que crearon los ingleses artificialmente.

Para que esta fórmula funcione debemos acordar una fecha para todos los países, para evitar un reparto de terreno caprichoso e injusto.

A Putin le parece que Ucrania en algún momento fue soviético o tal vez súbdito del imperialismo ruso, pero el tiempo es inclemente y ya no lo es, así que reclamar salvaguardar su seguridad como excusa para la destrucción de Ucrania parece excesivo; si se recurre al argumento de seguridad los israelíes tienen como vecinos a grupos que prometen destruirlo y arrojarlo al mar. Si se acepta un argumento para un país entonces debe aceptarse para todos. Pero qué pasa cuándo los países no tienen una actitud destructora contra los imperios: ni Cuba ni Venezuela ofrecen destruir a Estados Unidos y son agredidos para deponer a sus gobiernos.

Supongamos que se acepta la devolución a los originarios, ¿cómo garantizar que se eliminen los apetitos para determinar las formas de gobierno de los otros y que es fuente de conflicto?

Putin quiere deponer el gobierno electo de Ucrania, mientras el mundo grita por una larga columna militar amenazando a Kiev, Rusia ya controla el mar de Azov y marcha sobre el mar negro, y al parecer de ahí no lo moverá nadie, ni Microsoft, ni la ausencia de tarjetas de crédito. Por su parte, en la agenda de agresión de Estados Unidos está la deposición de gobiernos que ellos determinan que no son democráticos.

Dicen que Putin ve hacia el siglo XIX mientras Zelensky ve hacia el siglo XXI, mientras Europa y Estados Unidos ven hacia un mundo sometido por el capitalismo salvaje que ha empobrecido a la humanidad. Ese mundo dónde no hay diferencia entre los oligarcas del mundo (rusos, americanos, mexicanos, europeos) cuya sed de riqueza empobrece a las grandes mayorías. Véase los desastres ambientales y humanitarios que han creado en África.

En breve esos oligarcas ofrecerán salvar y reconstruir Ucrania para llenarse los bolsillos de dinero sobre la sangre de miles de muertos y la penuria de millones de desplazados.

La guerra de Ucrania no frenará la dinámica de expansión militar, Rusia en América y Asia, China dónde puede y Estados Unidos a todos lados, ya Europa se colgará de alguien.

Por lo pronto nos entretienen con la guerra de propaganda que al parecer van perdiendo los rusos, pero que es inconsecuente como las resoluciones de la ONU.

Mientras tanto, para los que pensábamos que la época de la barbarie había quedado enterrada con el NUNCAS JAMÁS vemos con desengañó que el mundo es cada día peor.

Acerca de Samuel Schmidt

Chair, International Advisory Board for Immigration Studies. U.S.-Mexico Research Program. UCLA. Director asociado de la revista Araucaria. Director del semanario El Reto. Testigo experto en juicios de asilo político y para frenar deportación de mexicanos en Estados Unidos. Posdoctorado en Historia, University of California, Los Angeles. Doctor en Ciencias Política (UNAM). 35 libros publicados y más de 1,000 artículos. Traducido al inglés, francés e italiano. Pionero en varias áreas de investigación: análisis de redes políticas, estudios sobre humor político, democratización en México, temas fronterizos (agua, migración y seguridad) y sobre Crimen Autorizado.

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