De Rosh Hashone a Iom Kipur

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Rosh Hashone, el comienzo cíclico del año hebreo, es un evento que se proyecta hacia el futuro – uno piensa qué ocurrirá en el futuro. En esta época del año nos permitimos hacer un alto en nuestro quehacer cotidiano y exteriorizar los temores y las angustias que despierta en nosotros el “por venir” desconocido. Es un momento que enfrentamos deseando cosas buenas a nosotros mismos y a todos los que nos rodean, desde los círculos más íntimos de las personas amadas hasta las personas más lejanas que conocemos. En este último caso estos deseos pueden convertirse en algo automático, cumpliendo un acto de sociabilidad y buenas costumbres.

Los judíos que tienen sentimientos y concepciones religiosos y viven de uno u otro modo de acuerdo a los mismos, piden al Todopoderoso, cada uno en su idioma y de acuerdo a sus costumbres, que les conceda bienestar y buena salud.

Los judíos que las creencias religiosas son ajenas a su pensamiento y no concuerdan con sus sentimientos, buscan modos más adecuados a ellos para expresar estos sentimientos. Algunos celebrando con familiares la nueva etapa que se inicia, otros con encuentros de amigos. Para algunos la lectura les da lo que necesitan, para otros el pasear y realizar actividades de esparcimiento satisfacen sus deseos.


Casi todos celebramos el comienzo del año con cenas festivas en el seno familiar y con amigos. Para el primer sector, el que se identifica con una visión religiosa, es un evento más dentro de la festividad de estos días. Para el segundo, estos encuentros son la esencia de esta celebración. Encontrarse con los seres más cercanos y aprovechar el encuentro para desearse cosas buenas y, por qué no, gozar de manjares especiales, es el centro de esta celebración.

Para todos nosotros esta fecha es algo especial, y la destacamos y celebramos como un hito singular en nuestra vida, cada uno de acuerdo a su idiosincrasia y a su modo de conectarse con sus raíces culturales y étnicas judías.
Cuando pienso en un deseo significativo para mis seres queridos y también para mí, recuerdo el pensamiento que en nuestra literatura clásica se atribuye al sabio Hilel, sobre el que se basa uno de los principios de la cultura judía humanista: No hagas al prójimo lo que es odioso para tí (Talmud de Babilonia, Shabat, 31a). Y convierto esta máxima en el deseo que en este nuevo año las personas cercanas se comporten con ustedes tal como ustedes se comportaron con ellos, es decir con amor, compasión, comprensión, humor y respeto.

Este deseo nos conduce a la reflexión si realmente transmite un mensaje positivo o nos coloca en una trampa moral y efectiva. Esto, debido a que no estamos seguros, en el mejor de los casos, de habernos comportado de este modo con nuestro prójimo.

Así es como pasamos a Iom Kipur. Este evento especial en el calendario, diez días después de comenzar el nuevo año es, de acuerdo a la tradición rabínica, el momento en que el Altísimo evalúa el comportamiento del ser humano y decide si su destino le depara benevolencia y felicidad o catástrofes y desgracia.

La perspectiva religiosa de la cultura judía declara que si alguien fue sentenciado a un veredicto negativo causado, naturalmente, por sus actos, su arrepentimiento tiene posibilidad de influir sobre la decisión del Juez Supremo y modificar su destino positivamente.

La perspectiva humanista de nuestra tradición, nos llama a mirar para atrás, nos convoca a reflexionar y evaluar nuestros actos y rendir cuentas ante dos instancias – nuestra conciencia y la opinión de nuestra sociedad. Ante estas instancias supremas es que debemos rendir cuentas si es que nos comportamos adecuadamente con nuestro prójimo, tal como nos gustaría que se comporte con nosotros.

Son muchos los casos, demasiados, en los que este deseo: “que tu prójimo se comporte contigo tal como tú te has comportado con él”, puede llegar a ser una maldición. Por lo que deseo sugerir la utilización de la propuesta de Iom Kipur de realizar una reflexión y una evaluación de nuestros actos para llegar a ser conscientes de nuestro comportamiento, y que decidamos cambiar las actitudes que lo exigen, tan siquiera un poco.
Nos deseo a todos que tengamos un nuevo año en el que continuemos procurando hacer el bien al prójimo, respetando sus derechos tal como aspiramos a que sean respetados los nuestros, actuando para que la armonía reine en nuestro entorno y que nuestras vidas estén plenas de alegría, buena salud, amor y paz.
¡SHANÁ TOVÁ!

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