De Sevilla a Salónica, itinerarios sefaradís

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En la Edad Media, el centro espiritual e intelectual del judaísmo pasa del Oriente al Occidente: de Babilonia a España. Es el acta de nacimiento de los sefaradís, quienes se esparcieron por toda la cuenca del Mediterráneo

En su sentido inicial la palabra ” sefaradí” representa a los judíos nacidos en la península ibérica. En realidad habría que hablar de varios mundos sefaradís, muy distintos los unos de los otros, unidos sin embargo por un denominador común, el de haber vivido mayoritariamente en tierras islámicas, o de haberlo hecho en un momento dado de su historia.

Cuando, después de la muerte de Mahoma (632) el Imperio musulmán se extiende sobre un vasto territorio, todas esta regiones abrigan minorías judías a veces muy importantes, quienes benefician de la protección acordada al Pueblo del Libro, por el pacto de la dhimma. Las ciudades de guarnición establecidas por los ejércitos en Irak,en Egipto y en el Túnez actual, así como la nueva capital del imperio abasida, Bagdad, se vuelven para ellas importantes centros mercantiles y administrativos. Los Judíos de estos lugares abandonan el arameo y el griego en provecho del árabe y entran directamente en contacto con la cultura arabo-islámica. La tradición litúrgica babilónica, compilada por Amram Gaon en el siglo noveno, inspiraría los ritos provenzales, sefaradís( en el sentido estricto), orientales e yemenitas.


A partir del siglo decimo el mundo islámico se divide en numerosos pequeños estados, lo que lleva también a la descentralización del judaísmo.Las academias babilónicas pierden una autoridad incontestable, nuevos centros emergen. Es en esta época que principia la “edad de oro” para los Judíos ibéricos. En el siglo XII, Moises Maimonides, filosofo racionalista, jurista y medico de alto nivel, oriundo de España y establecido algún tiempo en Marrueco y en Egipto, domina con su estatura todo el mundo sefaradí.

España toma poco a poco el relevo de Babilonia como faro del mundo judío. Es en el suelo ibérico que la civilización judía medieval lega a su apogeo, a pesar de accesos puntuales de fanatismo musulmán.La peculiaridad del judaísmo ibérico en la Edad Media es de haber conocido tanto el régimen musulmán como el régimen cristiano, y de haber desarrollado una cultura impregnada por los dos universos. Con la “Reconquista” las mismas circunstancias que los habían hecho indispensables a muchos Estados musulmanes vuelven a encontrarse en los nuevos reinos católicos.

La ascensión de los Judíos de Castilla y de Aragón coincide con la expansión de estos dos reinos y está acompañada por un intenso desarrollo de la vida cultural y religiosa, con poetas como Abraham Ibn Ezra o Todros Ben Juda Aboulafia. En el momento que esta efervescencia llega a su apogeo, especialmente en el siglo XIII, la maquina de opresión contra los judío se instala.El decreto de expulsión de 1492 es el resultado de este proceso.

La expulsión tendrá una influencia muy profunda sobre las comunidades de Oriente, bajo dominio otomán a partir del siglo XVI, y suscitará un impulso cultural sin par. El desarrollo de la kábala será unos de sus más altas expresiones. Entre 1492 y la mitad del siglo XVI 12,000 familias llegaron al Imperio desde la península, o sea unos 60,000 personas.

Italia constituye casi siempre una etapa preliminar.Se concede a los Judíos privilegios en distintas Ciudades y Estados, en razón de su utilidad económica. En el transcurso de los siglos XVI y XVII muchos ” cristianos nuevos” se juntan con las comunidades judías italianas, pero forman también en los Países Bajos, Alemania del Norte, en Inglaterra y en el sur este de Francia comunidades prosperas

En el siglo XIX, en los Balkanes, la creación de Estados-naciones cristianos sobre las antiguas posesiones musulmanas, sobre todo en Grecia, Serbia y Bulgaria., provoca un trastorno decisivo en la historia de los Judíos sefaradís. Salónica, donde el 60% de la población es judía y llamada la” ciudad madre ” en Israel,aprovecha las reformas emprendidas bajo la presión europea, con sus academias religiosas, sus escuelas, sus sabios, sus comerciantes, sus compañías marítimas, su prensa floreciente..

Así mismo la Alianza Israelita Universal, fundada en Francia en 1860, lleva poco a poco el judaísmo sefaradí al camino de la modernidad. Las grandes familias judías de nacionalidad extranjera-principalmente italiana- como los Allatini, Camondo, Fernandez, Modiano, Morpurgo, con el apoyo de la burguesía local,hacen entrar progresivamente en la era de la industrialización a sus correligionarios de Salónica,Smirna, Istambul.

La colonización occidental en el Maghreb y el Oriente Medio induce igualmente un proceso de occidentalización y de modernización. En Argelia, el ministro francés Adolfo Crémieux, consigue que los 37,000 Judíos argelinos obtengan la nacionalidad francesa.

Pero los siglos XIX y XX coloniales no influyen en la misma forma sobre las diversas comunidades. Los judíos de Marruecos están menos en contacto con la modernidad; se calcula que únicamente el 12,5% viviendo bajo el protectorado hablan francés. Por otra parte el sionismo aparece muy temprano en el norte de África y la subida de los nacionalismos árabes entre las dos guerras provoca la adhesión a este movimiento en el seno de la población judía. Los acontecimientos de los decenios siguientes reforzarán este fenómeno.

Con todo la condición judía en el mundo islámico fue globalmente más clemente que en Europa. En su mayoría los sefaradís escaparon a la Shoa. Solamente las comunidades de los Balkanes sufrieron muchísimo: el 82% de los judíos de Serbia, Croatia y Slovenia murieron en la segunda guerra mundial. En Grecia desapareció el 87% delos 75,000 judíos,mayormente de Salónica, ciudad incorporada a Grecia a raíz de las guerras balkanicas de 1912-1913.

La creación del Estado de Israel en 1948 fragiliza la condición delos judíos norafricanos y del Oriente Medio y refuerza la tendencia de los Estados nacidos de la descolonización, en excluirlos. Los sefaradís toman el camino del exilio.; se orientan según su nivel social, los más ricos y educados escogen Europa y las Amerícas, los demás Israel.

Su presencia en tierras de l Islam ya no es más que un recuerdo y en camino de volverse un mito-él de una tierra bendecida, de un paraíso perdido. La salida de los sefaradis de las tierras islámicas marcó el final de una convivencia que fue posible, a pesar de las turbulencias entre musulmanes, cristianos y judíos, en este Mediterráneo que se define también por una extraordinaria mezcla de culturas y de colores, de sabores y de perfumes.

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