De Waterloo a la Guerra Fría, Parte X (última)

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Los acuerdos de Teherán, Yalta y Potsdam, marcaban dos grandes grupos que
colisionarían a corto plazo; por un lado lo que podríamos llamar como grupo de
países occidentales, y por el otro los países socialistas o comunistas que
encabezaba la Unión Soviética. Como ya citamos, lo que fue la Sociedad de
Naciones, se convertiría en la Organización de las Naciones Unidas, con un
Consejo de Seguridad que obligatoriamente se formaba por Estados Unidos, China,
Gran Bretaña, Francia y la U.R.S.S.
Al término del conflicto, los americanos deseaban volver de prisa a casa,
conformando un Plan Marshall de recuperación europea, mientras la U.R.S.S., sin
prisas, ocupaba Alemania del Este, Polonia, Europa Central y los Balcanes,
excepto Grecia donde se había desatado una guerra civil que duraría hasta 1948.
Por su parte el viejo Churchill -quien había profetizado que caería en toda
Europa un telón de acero- ya sin poder político por la pérdida de elecciones en
su país, veía cumplido lo que siempre temió de Stalin, y que lamentablemente su
principal aliado se negaba a reconocer.
Prácticamente para 1948, los países del este europeo se convertirían en
“satélites” del comunismo con base en Rusia, o bien “democracias populares”
excepto Yugoslavia con Tito a la cabeza, que mantuvo por largos años un difícil
equilibrio de fuerzas que le daba cierta independencia y mantenía a su país
abierto a occidente. Algo que determinó la posibilidad de que el sanguinario
dictador ruso disminuyera sus intenciones de poder y amenaza, fue la posesión en
pocos años de los conocimientos y fabricación de sus propias bombas atómicas.
Como de costumbre, al presentarse el enfrentamiento de grandes poderes, surgen
los pactos antagónicos, que en la Guerra Fría, llevarían los nombres de OTAN
(por la parte de países de occidente), y el de Varsovia, que agrupaba a la
U.R.S.S. y sus satélites.
Al igual que en la primera Gran Guerra y la Mundial, la existencia de un
conglomerado de naciones que promovían la paz, simplemente no funcionó como se
esperaba, dándose numerosos conflictos serios y sangrientos en diversas regiones
del planeta, como: la guerra de Corea, la de Vietnam, la crisis de misiles en
Cuba y su injerencia en África, varias tensiones y golpes de estado en
Checoslovaquia y América Latina, sin faltar los innumerables conflictos en Medio
Oriente. Por aproximadamente dos décadas (1962-1979), las superpotencias
gestionaron -directa o indirectamente- nuevos modelos geopolíticos, surgiendo
además una variedad de movimientos de Países No-Alineados, también la OPEP, Liga
Árabe, además de una carrera en campos tecnológicos como la del Espacio, que a
la postre curiosamente y sólo por carencias económicas, llegaría a unir fuerzas
contrarias.
Para 1980, se iniciaría con la Perestroika y Glasnost un descongelamiento que al
fin terminaría con tan peculiar “Guerra Fría” y la disolución de la Unión
Soviética en 1991. Sin embargo al poco tiempo, y debido a una hegemonía global
por parte de los Estados Unidos, ése país entra -para proteger intereses
energéticos- en la Guerra del Golfo, e interviene también -en compañía de otros
gobiernos- en países alejados en contra del terrorismo que sigue afectando sus
vidas como naciones. Ya para el 2010, las relaciones entre las dos grandes
potencias se consolida en una especie de sociedad no declarada y cooperación
para enfrentar nuevas amenazas en un mundo que ya no era bipolar.
Si hacemos un comparativo aproximado en pérdidas de vidas (civiles y militares),
entre las Guerras Napoleónicas (1799-1815), la Gran Guerra (1914-1918) y la
Mundial (1939-1945), veríamos que las cifras por éste concepto siempre se dan en
un constante aumento: 3.5 millones en las Napoleónicas, 8.5 millones en la Gran
Guerra, y entre 55 y 60 millones en la Mundial. Sería arduo e inexacto el
recabar el número total de muertos, entre los múltiples conflictos locales que
se generaron en el los espacios de la Guerra Fría (1945-1989), pero en
definitiva el gran total sería menor, si lo comparamos con uno de los mayores en
duración y víctimas, como lo fue el de Vietnam (1964-1975), que da números
aproximados de entre 3.8 a 5.7 millones de personas muertas, en su mayoría
civiles.
Simone de Beaavoir (1908-1986), novelista y filósofa francesa, en algún momento
afirmaría, que: “La naturaleza del hombre es malvada. Su bondad es cultura
adquirida”… ¿qué tan cierta resulta su apreciación de tendencia educativa?… o
bien la que el famoso Anatole France apunta en un marco filosófico-religioso, de
que: “El azar es el seudónimo de Dios, cuando no quiere firmar”. Tal vez entre
estos distintos enfoques se encuentran las verdades que medien con las causas
fundamentales de los conflictos humanos.
Hemos visto a lo largo de esta serie las diferentes formas y resultados de
administrar la geopolítica y los poderes, desde las monarquías, los imperios,
los anhelos y principios de las repúblicas, los sistemas absolutos de apenas el
pasado siglo, que se debatieron entre varios “ismos” (fascismo, nazismo,
socialismo, comunismo y capitalismo), pero no obstante los pingues resultados de
todos ellos para mejorar las condiciones de vida de los pueblos, continúan
preservándose los elementos de descomposición social, que al final los hace
perecer.
Ahora mismo a inicios del siglo XXI, la tendencia de un aparente alivio a esas
carencias es la globalización, que tampoco contempla entre sus planes y
prácticas, la dignidad de la vida humana; por el contrario atiza el fuego para
otra guerra, que ya no será Napoleónica, ni de proporciones europeas; tampoco
mundial o fría como las dos últimas. La presente alcanza una proporción global,
en que las compañías trasnacionales precipitan hacia otro dominio de poder,
todavía más salvaje, una tensa nueva, callada pero sistemática geopolítica
empobrecedora de países y pueblos, que de seguro no tardarán mucho en rebelarse
con insospechados efectos y mayores víctimas, ya que lamentablemente la
humanidad, líderes y sus gobernantes, todavía no aprenden mucho de su extenso
pasado lleno de sangrientas luchas e inequidades. Aunque por ahora -dado el
grado cambios de fondo hacia el bienestar real y digna de los seres humanos,
únicamente y parafraseando a la inversa a Churchill, podemos constatar, que:
“Nunca en el campo de los conflictos humanos, tan pocos, continúan debiendo a
tantos”.

Acerca de Jacobo Contente

Egresado de la carrera de Contador Público del ITAM, por varios años trabaja en la industria de la confección, transformación y la industria editorial.Es de destacar su actividad en organizaciones comunitarias judías mexicanas entre ellas la Comunidad Sefaradí y el Comité Central. Al mismo tiempo se dedica a la edición de varias publicaciones como la revista "Emet" (1984); periódico "Kesher" (1987) y "Foro" en 1989.Dentro del campo intelectual siempre ha tratado de mantener vigente la Asociación de Periodistas y Escritores Israelitas de México y por lo menos un medio escrito lo suficientemente amplio, con calidad y profesionalismo como lo es "Foro", para que más de 60 escritores de México y el extranjero expresen mensualmente a través de sus páginas los pensamientos e inquietudes que forman opinión dentro del gran número de lectores que hasta la fecha tiene.Dentro de esta misma práctica de edición, ha colaborado, cuidado y diseñado más de 40 libros de escritores e instituciones que se lo solicitan y tiene en su haber tres libros histórico-biográfico y de consulta, como el "Prontuario Judaico".

1 comentario en «De Waterloo a la Guerra Fría, Parte X (última)»
  1. He leido las 10 partes, de esta serie.
    Me gusto y me ayudo a entender mejor el comportamiento geopolitico de estos ultimos 2 siglos.

    !Muchas gracias! Espero seguir leyendo mas cosas, para que con el tiempo, a su vez, yo pueda hablarles a mis hijos de estos temas.

    Responder

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