Podríamos pensar que basta con “copiar” las acciones que Dios hace. Así como Dios ayuda a sus hijos, debemos ayudar a nuestro prójimo. Pero esa no es la intención de la Torá, sino algo más profundo. Si entendemos más a fondo, la Torá quiere decirnos que nuestro ser, nuestro interior y nuestra naturaleza deben convertirse en una imitación de Dios.
Para entender este gran mensaje, podemos mencionar lo que sucedió en una ocasión con el famoso filósofo Aristóteles. Algunas personas vieron que comía sin ninguna educación, salvajemente, y lo cuestionaron:
—¿Cómo es posible que un gran filósofo sea capaz de comer de manera tan salvaje y con tan poca educación?
El gran filósofo respondió:
—Para la filosofía soy Aristóteles; para la gula soy como cualquier otro animal.
Vemos de aquí que la perfección humana no únicamente se logra al comportarse correctamente en lugares y situaciones específicas, sino que la naturaleza del hombre debe cambiar radicalmente.
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