Me despierto en la mañana, la imagen que me devuelve el espejo no me gusta… He empezado a envejecer.
Pienso que a lo largo de mi vida se ha operado una transformación física de la que yo no he sido objeto… En la actual etapa de mi vida mis facultades físicas han empezado a mermar.
Ante esos cambios en mi vida; lo sensato y deseable es adaptarme a ellos sin renunciar a mis hábitos sanos.
Lo que si advierto en este nuevo despertar es que mi comunión con Dios es más cercana.
PD. Hace tiempo oí el presente comentario:
La juventud es un tesoro que no debía estar en manos de los jóvenes…