Días de diciembre

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El siglo XVIII se despedía de un mundo burgués, un mundo de fe en el progreso y las ciencias, de fe en la “perfectibilidad infinita de la raza humana” como escribió Rousseau, de fe en la razón.

La emancipación había abierto las puertas de las comunidades judías, la tradición parecía obsoleta y se creaba un ámbito nuevo para el espíritu y la ciudadanía.

Franz Rosenzweig nació el 25 de diciembre de 1886 en Cassel. Imperio Alemán, hijo único de una pareja interesada en el arte, el progreso, la vida social y cultural, afiliados a la comunidad judía observaban superficialmente las festividades judías sin devoción. Su tío abuelo fue quien le dio acceso al “mundo judío”.


Franz llego a ser filósofo, teólogo y traductor dispuesto a salvar las almas de quienes lo escuchaban o leían sus escritos ajenos al dogmatismo, comprometido con las verdades que descubría y sin miedo a parecer enigmático.

En 1893 entro a la escuela primaria, orgulloso con su mochila nueva, el tío lo detuvo y le dijo: “mi muchacho, vas a estar entre gente por primera vez hoy, recuerda toda tu vida que tú eres judío”.

En 1896 entro al gimnasio, leyó la Biblia en alemán y cuando le preguntaron que quería como premio a sus calificaciones respondió que quería un maestro para aprender hebreo en serio. Tan en serio que, con Buber, haria una de las mejores traducciones del hebreo al alemán de la Biblia y de los poemas de Yehuda Halevy.

El concepto de ser el pueblo elegido era lo más alejado del universalismo de la emancipación, este cruce de caminos lo descubrió toralmente comprometido con la existencia y supervivencia del judaísmo y lo llevo a ser uno de los 3 o 4 pensadores judíos más grandes, originales y contemporáneos. Su concepción del sentido genuino de la elección contribuye más y no menos a lo universal, al judaísmo y a la humanidad como el corazón y la fuerza directora de lo universal.

En 1913 se descubrió contrario al idealismo alemán y precipito una discusión que continua hasta nuestros días. Ese año, en Leipsig, en reuniones con sus amigos y discusiones filosóficas a propósito del catolicismo enraizado en la revelación,’ llamada de lo absolutamente otro’, y dedicado al trabajo de redención en el mundo que podía responder a su búsqueda de una reconciliación del hombre con la negación del mundo lo precipito en una crisis ‘frente a frente’ con la nada y salió de ella determinado a convertirse al cristianismo para tomar parte en la redención del mundo.

Volvió a Berlín y cambio su determinación por un nuevo concepto del judaísmo que sería el núcleo de su pensamiento hasta su muerte. En su visión de amor fraternal continúo afirmando el cristianismo como el realizador de la redención de unidad en el mundo; pero el judaísmo también tenis una tarea de redención: en su vida comunal aislada anticipa la última redención y representa para el resto del mundo el objetivo a alcanzar: la reconciliación común al cristianismo y al judaísmo. Volvió al judaísmo que era suyo por nacimiento. En 1914 escribió su primer ensayo en teología, “Teologia Ateista”.

En 1925 apareció “El Pensar Nuevo” frente al viejo que se inicia con los griegos para culminar en el idealismo alemán al que se opone. Es una renovación total de la filosofía en una síntesis con la teología que le dio forma a lo común en la teología cristiana y judía, la relación entre el dialogo interpersonal, el tu y yo, tanto constitutivo del hombre como de consecuencias comunales. Rosenzweig no quiere abstraerse del contexto material, temporal del hombre por encontrar lo universal. Quiere medir nuestra experiencia con antagonismo al l ideal que quiere reducir a los seres particulares a algo diferente de lo que son quitándole al individuo el punto de vista único que tiene del mundo actual. El pensamiento nuevo busca el conocimiento de Dios, mundo y el hombre en su interrelación “desde el punto de vista individual del ser humano en el tiempo”. El concepto de la experiencia humana temporal impacto y se asumió en el existencialismo, al igual que la relación entre el tu y yo para realizar lo que es cada uno.

Antes de filosofar, uno se encuentra en el mundo, el nuevo pensar se relaciona con el mundo por el prisma del pasado y el futuro, experimenta su ser como presente categóricamente y abre su relación con otros, se relaciona con estos fines como futuro. El miedo a la muerte, consecuencia de la separación entre el hombre, yo y lo mundano, el hombre experimenta su ruptura del mundo, se cosifica, contemplando la muerte descubre la nada, la terrible anihilación de su yo que lo amenaza solo a él y reconoce su particular nada no enraizado en una unidad común como quiere el idealismo, e inicia la unificación de Dios, el mundo y el hombre, no en una unidad metafísica, sino en una relación entre particulares.

En contra de la verdad del viejo pensar, el nuevo pensar la encuentra desplegándose en el tiempo no fuera de él. La descubre en la palabra, el discurso. Articulamos nuestra experiencia de tiempo en la palabra, nombramos las cosas y nos relacionamos con otros. El nuevo pensar se hizo posible, en parte, por la vuelta a la teología, en la relación entre dios, el mundo y el hombre,

La experiencia de las cosas del mundo en el momento de la experiencia de nuestro ser, la teología la describe como creación y la entiende enraizada en una relación entre el mundo y su creador divino; la experiencia de ser despertados o llamados en el presente es llamada revelación y la entiende como experiencia del objetivo final que compartimos con otros seres y anticipamos como futuro, la teología la llama redención y la entiende como la vocación humana en el mundo como divina.

Rosenzwig fue enfermero en la I Guerra Mundial y paso los últimos meses de la guerra en hospitales militares enfermo de pulmonía, en 1918 empezó a escribir sus ideas en tarjetas postales militares que mandaba a su casa, después de la guerra junto las postales y se fue a Freiburg dedicándose a completar sus pensamientos en lo que sería su obra máxima, La Estrella de la Redención, la termino en febrero de 1919. Allí esta su contribución a la nueva manera de pensar, la fusión de filosofía y teología son su aportación a la filosofía para realizar su potencial de 2500 años y responder a las preguntas de la teología cristina y judía que mantiene perplejos a los pensadores religiosos e influye poderosamente en su pensamiento desde el siglo pasado. Uno de sus aportes más innovadores es la formulación de su pensamiento que presenta el lenguaje como el ‘órgano’ que permite unificar y entender las relaciones a los humanos. Presenta al judaísmo y al cristianismo como formas comunales cuyas instituciones y liturgias permiten que los seres humanos lleven la eternidad al tiempo.

La Estrella se inicia con la frase: “todo conocimiento del Todo empieza en la muerte, el miedo a la muerte.” Solo el reconocimiento del carácter único del individuo mortal contiene la promesa del conocimiento sistemático. Las relaciones de Dios, mundo hombre con creación, revelación y redención llevan a la unidad y culminan con la posibilidad de ver la figura de Dios en la Estrella de la Redención, cada uno de los seis elementos están en los seis puntos de la Estrella, y termina dirigiendo al lector a la vida diaria.

Rosenzweig introduce la teología como complemento de la filosofía, relaciona sus categorías fundamentales para descubrir la unidad: la relación de Dios con el mundo es la creación; de Dios con el hombre es la revelación. Del hombre con el mundo es la redención. Según algunos autores, la relación de Dios con el mundo y el hombre respectivamente debe ser entendida como un acto de amor, ‘Dios ama a todos’.

Dios se afirma hasta que realiza su libertad y recibe el reconocimiento humano como revelación. El mundo se actualiza en la creación hasta que recibe el reconocimiento en la creación y los humanos hasta que reciben su autodeterminación en el despertar de su yo-ismo y la revelación hasta que realiza su libertad en el amor al mundo y la redención.

En el otoño de 1921, cuando era maestro y director de la Escuela Lerehaus que había fundado en Frankfurt, sintió molestias en su sistema nervioso, en febrero de 1922 fue diagnosticado, sufría de Esclerosis amytropica lateral que llevaría a una parálisis progresiva y completa. Continúo trabajando en la escuela que sería ejemplar, ensenando, dando conferencias y escribiendo hasta que se retiró de la dirección y las clases para quedarse en la programación. A finales del año ya no podía escribir. Compraron una maquina especial que le permitía escribir o señalar las palabras que quería expresar, más tarde solo marcaba las iniciales o movía los ojos, esto le permitía a su esposa, Edith, seguir su pensamiento, hablar por él. Escribir por el hasta su último gesto, su última respiración y continuar inmortal en su obra.

Franz Rosenzweig murió el 10 de diciembre de 1929.

Acerca de Alicia Korenbrot

Nació en la Ciudad de México, terminó sus estudios de Filosofía en la UNAM, es Escritora y traductora. Actualemente reside en Israel.

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