Todo comienza en el colegio, calificaciones. Una presión imperiosa por sacar el diez en matemáticas, el ocho o tan siquiera pasar la materia, desde pequeños nos enseñan que el número demuestra que tan bueno, capaz e inteligente eres. Los padres muestran inseguridad y desconfianza cuando no se cumplen con sus expectativas ¿mi hijo es capaz? ¿Será exitoso? ¿Será suficiente ese siete para ser aceptado en una buena universidad?, rechazando otras cualidades o talentos. Y ni se diga de los profesores, quienes clasifican a los de “mayor talento o capacidad” en base al número que sacaron en un examen o en una entrega. Inclusive nosotros mismos como alumnos creemos que el número en el colegio es lo que nos forjara como profesionistas (¡sí!, te abre más puertas, pero no en su totalidad si careces de otras características)
Crecemos y las cosas siguen iguales, los medios de comunicación: revistas, televisión, la sociedad en sí… nos muestra a mujeres esbeltas, hombres atléticos mostrándonos una vida de perfección “inside-out”, bellos por dentro, bellos por fuera. Todo se trata de tallas, medidas, de tener un “cuerpazo”, de querer ser visto y de necesitar una poderosa aprobación de la sociedad. Dime qué talla eres y te diré que tanto esfuerzo le pones en el gimnasio, que tan guapo eres, que tan aceptado serás en la sociedad y quizás que tan triunfante podrás ser… incluyendo a que puestos aspiras y que contactos obtendrás.
¿Cuánto gastas en tu belleza?, ¿Cuánto cuesta la membresía de tu gimnasio?, ¿Cuánto te costaron esos zapatos? La vida continúa y nos vemos aferrados a ser nominados y clasificados por números: ingresos, edad, cantidad, precios.. likes.. amigos.. porcentajes..
Ni hablar de tus redes sociales: Instagram, Facebook, Twitter, What’s app inclusive tus records en cadycrush o preguntados, todo gira en cuantos likes y retuits tienes, cuantos seguidores o cuantos amigos y contactos… ¿Cuántos de ellos te escribieron en tu muro el día de tu cumpleaños? ¿Cuántas notificaciones aparecen en tu celular por la mañana?, nos hemos vuelto mendigos por el “uno más”, “uno más”.
La cantidad de salientes o novios es explicita información de que tanta experiencia amorosa tienes, ni se diga de los trabajos en los que has estado, ¿en cuántos?, ¿cuánto ganabas?, ¿cuánto tienes?, ¿cuánto aspiras tener?… y qué me dicen de la edad, claro equivalente de experiencia o de oportunidades, la típica excusa “eres muy grande”, “eres muy chico, no lo entenderás”, “la edad es signo de madurez”.
Reflexionemos, ¿esas cifras que dicen de mí?, es una cuestión de aceptación social o de una aceptación interna, lo que yo quiero para mi… como YO me quiero sentir conmigo mismo.
La vida pasa y seguimos trabajando por más, queremos conseguir mejores empleos y mejor paga…por lo tanto más horas de trabajo, de sacrificio. Más conocidos menos amigos, más lugares menos experiencias, más horas de fiesta, más días de puente… pasamos más horas codiciando y aspirando. Trabajando por el consentimiento del resto de la gente y normalmente nos olvidamos de estar “bien” con nosotros mismos, de valorarnos. Creemos que ser el primero es ser el mejor, que tener más te hace ser más rico o más popular…
Tristemente es una cultura con la que venimos cargando desde pequeños, entendemos que es una forma de organización y estandarización pero ¿realmente esa debe de ser la prioridad?, ¿aspirar a un número? ¿ser una estadística más?
No nos olvidemos de las cualidades: de la calidad porque al final de tanto preocuparnos por el “cuanto” nos olvidamos de ser un alguien.
asi es todo ,para que ganemos un infarto!……no vale la pena….