Don Pedro Dávila y Zúñiga y el enigma de Ciudad Ducal

Por:
- - Visto 889 veces

A mi amigo Don Antonio Escudero Ríos,investigador y eremita en Las Navas del Marqués.Fué él quien me sugirió y animó a escribir este artículo.

El primer marqués de Las Navas, don Pedro Dávila y Zúñiga (1492-1567), era de posible ascendencia judía, como sugiere don Luis Cosuno Cortés en un reciente articulo publicado en el Diario Judío, como también lo fueron otros importantes personajes de la época (santa Teresa, el cardenal Juan de Torquemada, don Diego de Deza, e incluso el propio Fernando el Católico). Fue el marqués un hombre muy culto, buen conocedor de la lengua latina, y especialmente aficionado a la epigrafía romana, acreditado por la gran variedad de inscripciones latinas que adornan los muros del castillo-palacio de Magalia, en Las Navas del Marqués, algunas traídas de Emerita Augusta, incluso la que, en el torreón de la derecha, reza MAGALIA QUONDAM, de significado aun no aclarado suficientemente por los historiadores. Quizás, su ascendencia de judío converso, le movió a demostrar a todos su profunda fe cristiana, fundando el convento de santo Domingo y san Pablo, en las proximidades de su palacio, santos que representan, el primero, fundador de la orden de dominicos, a los guardianes de la ortodoxia cristiana, y el otro, apóstol de los gentiles, a la extensión de la fe cristiana en favor los que hasta entonces eran considerados infieles.

Pues bien, este don Pedro Dávila hizo grabar en su palacio, sobre el dintel de una puerta, la frase latina “IN ISTOS LOCOS VISU”, que puede traducirse como “EN ESTOS LUGARES HE DISFRUTADO”. Supongo que, como buen señor del Renacimiento, daba a entender que el sano disfrute de la vida no está reñido con el ascetismo de su fe cristiana.


Antes de la concesión del título de Marqués de Las Navas a don Pedro por Carlos I en 1533, la familia Dávila ya poseía el denominado “Estado de Las Navas”, finca de más de ocho mil hectáreas, comprendida en los actuales términos municipales de Las Navas, Navalperal, Robledo y otros, en cuyo interior, durante el siglo XIX, doña Ángela María Apolonia Pérez de Barradas y Benuy, por matrimonio duquesa de Medinaceli y marquesa de Las Navas, creó una zona de recreo y descanso, que vino en llamarse “el parque del chalet”, y constituye lo que hoy es Ciudad Ducal, fundada en 1943 por la Unión Resinera Española, S. A. Esta ciudad, de veraneo y descanso, cuenta con una plaza española, llamada de don Fernando Villaamil, en la cual la naturaleza puso una roca, junto a su estanque, en la que puede leerse la enigmática inscripción “HUIUS URBIS AMA”.

Pocos conocen esta inscripción, ya que está labrada en su parte superior, y hay que subirse a la roca para poder verla. Los niños, hábiles trepadores, seguro que la han visto en muchas ocasiones sin darle mayor importancia. Yo también de niño la descubrí, ignorando su significado. Estas pocas letras han sufrido la erosión de los muchos años y de las heladas. Aun así pueden leerse. ¿Qué significado tienen y quién las mandó labrar? Es una cuestión hasta ahora indescifrada.

Y ha tenido que ser la curiosidad de mi amigo Antonio Escudero Ríos, que él mismo se define como “Antonius, eremita laico y macabeo insurrecto”, quien nos ha descubierto el enigma. ¿Quién es Antonio? Seguro que los ciudadanos ducales lo han visto en más de una ocasión como caminante de cachava y zurrón cruzando el césped de la piscina. Pues sí, él es el personaje a que me refiero.

Antonio Escudero contactó con su amigo Adelino Álvarez, catedrático jubilado de lengua española, quien ha relacionado esta inscripción con un poemita de Nicolás Bursi (1450-1528), poeta, escritor y músico de Bolonia, cuyo título dice: “Elogium Bononiae, quo HUIUS URBIS AMOENITAS, situs nec non doctorum singulorum atque illustrium virorum monumenta reserantur”, que puede traducirse: “Elogio de Bolonia, en el que se celebra LA AMENIDAD DE ESTA CIUDAD y su situación, así como los monumentos de cada uno de sus doctores y hombre ilustres”.

Nuestra inscripción, incompleta, dice “HUIUS URBIS AMA…”, dejando la última palabra truncada, que debe ser AMAENITAS (equivalente al AMOENITAS del poemita), y se traduce por tanto como “LA AMENIDAD DE ESTA CIUDAD”.

La inscripción, como he dicho, está fuertemente dañada por la erosión, lo que evidencia su gran antigüedad. No es del siglo XIX, como pudiéramos pensar, obra de nuestra duquesa de Medinaceli, sino muy anterior en el tiempo.

Y es sintomático comprobar que las dos frases latinas tienen en común cierto carácter epicúreo, al alabar el disfrute en lugares deliciosos. Por eso sugiero, en un alarde de fantasía, que el marqués, allá por el siglo XVI mandara grabar nuestra frase, imaginando una futura CIUDAD DUCAL agradable y placentera, como es en realidad la nuestra. Acertó el marqués.

Deja tu Comentario

A fin de garantizar un intercambio de opiniones respetuoso e interesante, DiarioJudio.com se reserva el derecho a eliminar todos aquellos comentarios que puedan ser considerados difamatorios, vejatorios, insultantes, injuriantes o contrarios a las leyes a estas condiciones. Los comentarios no reflejan la opinión de DiarioJudio.com, sino la de los internautas, y son ellos los únicos responsables de las opiniones vertidas. No se admitirán comentarios con contenido racista, sexista, homófobo, discriminatorio por identidad de género o que insulten a las personas por su nacionalidad, sexo, religión, edad o cualquier tipo de discapacidad física o mental.


El tamaño máximo de subida de archivos: 300 MB. Puedes subir: imagen, audio, vídeo, documento, hoja de cálculo, interactivo, texto, archivo, código, otra. Los enlaces a YouTube, Facebook, Twitter y otros servicios insertados en el texto del comentario se incrustarán automáticamente. Suelta el archivo aquí

Artículos Relacionados: