Doña Isabel Escudero, mi madre querida, ha muerto acompañada de toda de toda familia.
Su belleza fue legendaria, así como su inteligencia, bondad y laboriosidad.
Escritora, ensayista y poetisa brillante, una de sus fuentes de inspiración era la literatura judeoespañola.
Colaboró con su hermano Antonio, estudioso del judaísmo español, en las Jornadas Extremeñas de Estudios Judaicos. Hervás,1995.
Amaba a Israel con singular cariño.
****
Ahora que te escapas como aire entre mis brazos, que después de estas semanas de lucha por la causa de la vida remontas el vuelo hacía donde ya no hay noche ni día. Cuando las palabras que pueda decirte y todas las que quedaron ya no se enhebran a tus oídos.
Ahora que no escucho el torbellino de tu presencia, abriendo la puerta de casa con flores nuevas en el pelo y canciones y acertijos para tus nietos.
Deja que cuente apenas en unas líneas cuan hermoso fue vivir este pedazo de tiempo que no es nada en el tiempo del mundo pero todo es para nosotros dos, sabiéndote cerca, que te voy a echar de menos siempre y cada día, que eras certeza de que el mundo giraba y el orden en el caos bajo tu falda era que compartíamos el mismo sol y la misma luna y que era y soy carne tuya.
Que me decías que vine para curarte, para salvarte de esa profunda melancolía con que las nubes negras de la enfermedad del alma y el pensamiento habían lacerado tu juventud.
Y no hubo niño más deseado y más colmado de bien que el que te escribe. Con tu mirada, con tu abrazo seguro, con el tacto preciso de tu mano, era tu sonrisa y la temperatura de tu cuerpo mi patio de recreo que llevo grabado en un trazo hondo que me surca sin límite, al que recurro siempre y hoy más que nunca cuando todo da su cara amarga.
Era saberte cercana siempre mi costumbre de vivir.
Y los años de convivir contigo, de desenredar la trama de las cosas desde la gracia, desde la paradoja y la adivinanza, oreando el grano de la verdad de la paja de la impostura, de tu ofrecimiento a tirarnos juntos a la alberca sin fondo del pensamiento, de la generosidad sin límite, de las enigmáticas palabras, del cine que tanto amaste y escribiste, de la naturaleza de las personas, de los animales y las cosas y de todo lo bello que circula por ahí.
Quedan tus diez libros de versos para recitarlos en voz alta, porque es voz del pueblo como querías, quedan generaciones de maestros que libaron de tu enseñanza, tantos ensayos, canciones, tu didáctica.
La finura de un arte de vivir, de ser como decía tu querido Don Antonio en el buen sentido de la palabra: buena.
Cómo será seguir desde hoy sin tu voz y como vivir mañana cuando el tiempo vele tu imagen tan nítida en mi ser, cuando el tiempo vaya dejando sus capas de olvido amontonadas como cajas de ropa antigua de fiesta en estancias vacías.
Cantaré para no olvidarte, tomaré de la solapa y miraré fijamente a los ojos del día cada mañana con el brillo de tu pregunta madre, que a cada día con su mal le vale pero también hay motivos para respirar hondo y compartir este aíre que también te henchía de esa alegría sin dueño.
Gracias por ser un ser libre, por enseñarme libertad.
Gracias por hacerme de tu masa buena.
Te quiero mamá, descansa, mi abrazo te sostenga y vaya con tu vuelo.
Isabel Escudero Ríos.
Amen