El Gobierno de Netanyahu aumentó en 2011 un 38% (!) su gasto en los asentamientos judíos en Cisjordania respecto al año anterior, según un informe desvelado por la prensa local israelí.
Se trata de «apenas» unos 1.100 millones de shekels (275 millones de dólares), frente a los 800 millones de shekels (200 millones de dólares) de 2010.
El cálculo incluye el conjunto de la inversión gubernamental: apoyo a las autoridades en los territorios, inversión en infraestructuras y pérdida de ingresos para las arcas públicas por exenciones fiscales.
Los datos no reflejan, – vaya uno a saber por qué – el notable gasto añadido en seguridad que supone la protección de dichos lugares y sus habitantes.
El informe publicado por el periódico económico israelí «Calcalist», y del que da cuenta también el diario «Haaretz», se basa en datos proporcionados por la Oficina Central de Estadísticas del país.
Esta semana, el mismo Gobierno aprobó un aumento en el IVA, incrementos en el impuesto sobre la renta y recortes en el presupuesto de todos los ministerios para hacer frente a lo que él llama «crisis económica global».
Netanyahu aplaudió la aprobación de la «responsable» decisión que, según él, «preservará la economía y los puestos de trabajo en Israel».
Bibi reconoció que las medidas impuestas «no le son fáciles», pero las calificó de «necesarias, responsables, moderadas y urgentes».
El primer ministro resaltó además que Israel evitó la crisis económica y salvaguardó los empleos durante los últimos tres años, pero la situación «está empeorando», lo que le obliga a «tomar pasos adicionales que protejan la economía de Israel».
Por su parte, la Asociación Médica de Israel, que agrupa a colectivos médicos y defensores de los pacientes, escribió recientemente una carta a Netanyahu en la que advertía que imponer recortes en el presupuesto del ministerio de Salud implicaría «una guerra contra la clase media y un duro golpe a los sectores más débiles de la sociedad israelí».
La asociación informó que el 40% (!) de los gastos médicos se ejecutan con fondos privados y aseguró que la financiación pública no es necesaria para ofrecer servicios médicos sobresalientes, sino para «proveer los cuidados básicos de los ciudadanos que exigen las leyes del Estado de Israel».
Ahora sólo resta agarrar una calculadora, anotar el enorme aumento de los gastos gubernamentales en Cisjordania, destinados únicamente a 350.000 de los casi 8 millones de habitantes de Israel, sumarle los subsidios que el Gobierno de Bibi otorga a la comunidad ultraortodoxa – 10% de la población – que no participa en el esfuerzo general, y entender quien verdaderamente continuará pagando esas medidas y por qué.
Y Bibi todavía tiene el descaro de querer hacernos creer que se trata de «la crisis económica global» en lugar de un orden de prioridades totalmente distorsionado.
Ya lo dijo el músico y poeta israelí Shalom Janoj: «El pueblo es estúpido y el pueblo paga».
Estas injusticias sociales acabarán sólo cuando los diferentes grupos de «indignados» se unan y entiendan que las manifestaciones multitudinarias no se hacen con cantantes populares que interpretan canciones de amor y paz.
El mensaje debe ser diferente y sin demasiados guantes de seda.
*Alberto Mazor es Director de www.argentina.co.il , www.semana.co.il y www.israelenlinea.com .
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