Setzuo Kotzuji nació en Kioto la ciudad sagrada del Imperio del Sol Naciente, en la casa habitada por los orgullosos y miembros de la familia de sacerdotes shintoístas al servicio del Emperador, en 1899. Su niñez transcurrió bajo el esmerado cuidado y enseñanza que había de asegurar la continuidad de lo que sus antepasados y sus dioses habían dispuesto. Pero, a los trece años Setsuzo descubrió, en una tienda de libros viejos, una Biblia y la tranquilidad de la tradición japonesa empezó a agrietarse en su mente. Lleno de preguntas atosigantes, recurrió a un amigo que lo llevo a una escuela protestante presbiteriana donde cultivo su espíritu inquisitivo y su sed de estudios fue encauzada. No tenía interés en la doctrina cristiana y se concentró en el Antiguo Testamento. No practicaba el cristianismo, pero tampoco podía volver al shintoísmo que ya le resultaba estrecho. Se refugió en el estudio de ciencias semíticas. En 1927 viajo por primera vez a los Estados Unidos y encontró, también por primera vez. Judíos vivos. El ministro presbiteriano lo había inducido a pensar que los judíos eran una raza ya desaparecida. Su hallazgo lo lleno de alegría que manifestaba en sus frecuentes visitas a las sinagogas de San Francisco.
En 1931 recibió el doctorado en Teología de la Universidad de California y regreso a Japón a ensenar ciencias semíticas en la Universidad Metodista de Tokio. En 1940 el rabino Abraham Hershberg visitó Japón y fue el eslabón que cerro la cadena de los sentimientos pro semíticos del Dr. Kotsuji. Abandona el cristianismo y pierde su trabajo. Durante la guerra sintió la necesidad de repeler la influencia nazi y escribió una “Historia Genuina de los Judíos”. Una página estaba dedicada a la crítica acerva de Hitler y el nazismo que fue rotundamente rechazada por la oficina de censura, pero su director, hombre de corazón generoso, permitió que la Historia fuera publicada previa la eliminación de esa página.
Setsuzo se sentía cada vez más inclinado al judaísmo, la prueba para su identificación completa fue concedida durante los terribles días de persecución e ignominia del nazismo. los judíos que escapaban del terror nazi de países como Polonia o Lituania llegaban de Vladivostok recibían del gobierno japonés una visa que les permitía una estancia de diez días en el país, El Dr. Kotsuji lograba prolongar el permiso hasta tres meses concentrándolos en poblaciones pequeñas como Kove, cerca de Osaka. Evitando llamar la atención de los agentes de la S.S. De la embajada alemana en Tokio y el gobierno central que pretendía ignorar su influencia sobre el departamento de policía del gobierno local. El número de los salvados se elevó a casi cinco mil, incluyendo un grupo de niños que continuaron sus estudios al integrar una Yeshivá en suelo japonés.
En 1947, después de ocho años de estudio intenso fue el último estudiante en doctorarse en Letras, equivalente al doctorado en filosofía en México, en la Universidad Imperial de Kioto, hacia 1960, su conversión intima al judaísmo se había completado: la conversión formal se hacía imprescindible. Viajo a Jerusalén, el regazo de su religión, la ciudad que, con su nuevo y siempre viejo corazón, era el único lugar para el donde podía culminar su entrega total a Adonaí.
Ya en su visita a México le pregunte al Doctor Abraham Kotsuji:
– ¿Por qué se convirtió usted precisamente al Judaísmo Ortodoxo?
-Empecé siendo hebraísta, me gusta rezar en hebreo. Pero además, antes de convertirme tenía solo una vaga idea de ;a distinción sectaria dentro del judaísmo. Yo quería convertirme de la manera mas tradicional, mas cercaba al shintoísmo. Me interesa el profundo significado de la religión, la mera doctrina teorética hace perder el camino que en ella se diluye el lazo de unión con Dios. Aun cuando el simbolismo es un factor muy importante en la ciencia de la religión. El judaísmo que llevo al Japón no será llamado de ninguna manera específica, es solo Judaísmo sin posiciones antagónicas, como un todo. Mi posición personal solo significa amor a todos los judíos, sin distinción sectaria.
– ¿Cuál es el sentido de llevar el judaísmo al Japón?
-Por mi experiencia durante la guerra, sé que debo explicar el judaísmo a los japoneses, pues los nazis con su propaganda drástica estremecieron profundamente a todo mi país. Aunque el Japón como un todo no siguió ulteriormente al nazismo, quiero hacer de él un país pro judío para siempre. Esto no implica un trabajo misionero, sino que sobre bases culturales, a través de conferencias, medios audiovisuales, ej establecimiento de una biblioteca de temas judaicos y publicaciones de los judíos de todo el mundo, he de dar a conocer la verdad del judaísmo. No hacer un trabajo de proselitismo, aunque si una mente profunda quiere convertirse, hay que ayudarle. Pero esto habrá de venir del Señor.
-¡Cuál fue la reacción en el Japón, a raíz de su conversión?
-La reacción fue inesperada. Todos los periódicos me honraron escribiendo sobre mi persona y el judaísmo. “El Hombre del Dia”. la columna más importante del periodismo japonés, en la cual admiten solo hombres de los rangos más altos, me distinguió al ocuparse de mi conversión. Hasta ese momento mi historia había sido tratada favorablemente en los periódicos de todo el mundo, sin embargo, mi conversión era inesperada. Solo mi esposa e hijas sabían de ella. La noticia fue recibida en el Japón como un relámpago. La impresión que causó fue muy honda. El valor es una de las cualidades más admiradas en Japón, pero, tal vez, una razón más profunda sea una tendencia inconsciente favorable al judaísmo, pues el catolicismo en todas sus formas de confesión choca con el shintoísmo.
El shintoísmo es una forma de vida, rica en simbolismo y ritual, tiene un libro de ritos y leyendas, pero no de enseñanzas. El judaísmo también es una forma de vida, su fuerza y estabilidad está en el sistema teorético de atestiguar por escrito la forma antigua de la religión: cuando el judaísmo tiende demasiado hacia lo teorético surgen interminables controversias teológicas y se cae en el mismo peligro que se da en el cristianismo protestante.
– ¿Cómo puede ser enriquecido el pueblo japonés a través del judaísmo?
– El judaísmo es un orientalismo, crecerá bien en el Japón que tiene un suelo fértil para el, siempre y cuando sea explicado ampliamente, El judaísmo es el cumplimiento de una forma de vida, shintoísmo ancestral del Japón, y así debe ser explicado, no como el cristianismo que durante un siglo ha luchado contra la cultura japonesa, sus logros no corresponden a esfuerzos realizados. El shintoísmo es una búsqueda de extreme limpieza, purificación y santidad. Adonai dice: “serás santo, como yo soy santo”. Ambas religiones tienen un esquema semejante. Creo que es necesario conocer la mentalidad japonesa para hacer comprender el judaísmo en toda su sabiduría. Este es el sentido histórico de mi vida. “Y las piedras que el constructor ha dejado, serán la piedra angular’’, dicen los Salmos. Mi vida es como piedra angular, confusa en un principio, pero finalmente encontré el sentido de mi vida y esto es obra de Adonai.
– ¿Puede ser enriquecido el judaísmo por la tradición japonesa?
– Si. Puede ser enriquecido la mentalidad japonesa está impregnada de esteticismo que se manifiesta no solo en la belleza ornamental. Sino hasta el morir es es , algunas veces, inter[retado con belleza. Asi el budismo crudo , primitivo creció en Japón hasta llego a ser una religión hermosa. Japón puede contribuir al aspecto cultural del judaísmo en un grado considerable. El pueblo japonés debe digerir lentamente el judaísmo y eventualmente aportara creaciones bellas, sin alterar la esencia original.
– ¿Se puede ser judío sin religión?
– El judío que no profesa la religión, tiene la posibilidad de volver al judaísmo por estar abierto el camino a su conciencia, pero en verdad no es un judío en el sentido social, lo es meramente en el sentido hereditario. Solo se es judío en el sentido más alto cuando se hace propia la religión. En la historia el judaísmo ha sido religión y nacionalidad, oscilando de un lado al otro: si lo consideramos como una nacionalidad, entonces se puede ser judío aun sin creencias religiosas.
– ¿Qué piensa usted del sionismo?
-No pertenezco a ningún partido porque los amo a todos como judíos, mi misión y función no esta en pertenecer a ninguno de ellos, pertenezco al santo pueblo judío y deseo hacer brillar la luz del Señor en el Japón. Soy recibido con simpatía entre jasidismo, reformistas o conservadores porque todos ellos aceptan mis humildes conocimientos que no tratan de desvirtuar otros partidos. El sionismo hizo posible la existencia del Estado de Israel y por eso debe ser altamente honrado. Pero hay partidos antagónicos y el “Gram Tzedek” no debería envolverse en disputas. “El Gran Tzedek “debe ser el símbolo de la “Simia” judía.
– ¿Cómo realiza usted sus propósitos y que ha planeado para el futuro?
-He creado el Instituto de Cultura Hebrea en Japón. El Instituto no es una escuela, aun cuando algunas actividades escolares pueden estar incluidas en el. Sin embargo, su misión más importante es la de dar a conocer la realidad sobre el judaísmo y los judíos sobre bases culturales como dije antes, quiero evitar con la luz de la verdad la existencia de la discriminación y el oscurantismo. Esta labor la he iniciado en mi casa que es grande, pero ha llegado a su límite de capacidad, además, se halla en Kamakura, un suburbio de Tokio y es necesaria una central dentro de la ciudad misma, con este objeto actualmente está apareciendo en los Estados Unidos información para los “ Amigos Americanos del Instituto de Cultura Hebrea en Japón” con vistas a ofrecer ayuda financiera para su desarrollo, este grupo todavía está en proceso de integración, sería deseable la existencia de un comité semejante en México, el rabino Hershberg junto con otras personas está tomando en consideración esta posibilidad. En mi ausencia se continúan los trabajos dirigidos por un secretario que no percibe remuneración alguna, este secretario es en verdad un amigo querido, hondamente interesado en el judaísmo. Mi mujer y mis hijas cooperaron al máximo en mi conversión y tan pronto como estén preparadas seguirán mis pasos. Mi hija mayor es una buena violinista, mientras la menor es una buena pintora de la escuela japonesa, mi deseo es que se casen con judíos, pero de no ser asi tratare de influir en sus familias. Durante mi ausencia ellas observan por mi y con celo todas las festividades judías.
Nos despedimos del Doctor Abraham Kotsuji, hombre extraordinario que refleja en su rostro la paz que ha encontrado en su interior.
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