– ¿Un amigo cibernético?
– Sí ¿qué tiene de malo?
Las dos amigas estaban conversando en un café. Miriam tenía una expresión pícara
y pensativa: Noemí parecía asombrada.
– ¿Tú, tan intelectual y contraria a esas cosas, acaso te pusiste a buscar
novio?
– ¿Cómo se te ocurre? No, lo que pasa es que como sabes he tenido una mala racha
tanto, que no se te da hacer nada. Tuve que abandonar mi empresa, trabajé tanto
sin resultados, decidí salir de allí y comenzar algo nuevo. La cuestión
económica me asustó un poco. Tú sabes, yo soy artista, pero no puedo vivir del
arte. Me sentí estafada.. No te aburriré con eso. Sentí que me iba hundiendo en
el silencio poco a poco, a las amistades no se le deben contar las penas,: les
molesta.
– Pero eso ¿qué tiene que ver con tu amigo cibernético?
– Estuve muy malhumorada, tuve disgustos con algunas personas, estaba tan
desconcertada. Una noche en que estaba muy desganada y aburrida, se me ocurrió
entrar en un chat en internet. No me gusta eso, lo encuentro estúpido, en
general, la gente que lo hace, escribe muchas tonterías y vulgaridades, utilizan
ese medio para hablar de sexo y todo eso.
– Y ¿Entonces?
– Entré a un chat internacional y vi un foro del país X, siempre me llama la
atención, tú sabes que allí, nació el amor de mi vida; él murió, precisamente,
esa noche lo estuve recordando intensamente. Estuve leyendo las conversaciones.
Me parece que escribí que: ¡qué tonterías! Y sí no podían escribir sobre asuntos
más interesantes. Nadie me hizo caso. ¡Ponen unas cosas! te confieso que me metí
por pura curiosidad y aburrimiento. Se dirigió a mi un hombre, bueno ya sabes
que cada cual se pone un apodo, éste se puso un nombre alemán. Me preguntó que
cómo era yo, le dije que muy bonita, simpática, inteligente, etc. Tú me conoces,
tengo un espíritu un poco bromista.
Myriam continuó:
– El caso es que me llamó a un “privado” ya sabes para “chatear” solos. No se
cómo, nos enzarzamos en una discusión sobre Hitler y los judíos. Me enfurecí, le
dije que yo era judía. Él me pidió que no me enojara, yo le contesté que no era
para menos, que a algunos miembros de mi familia los deportaron a Auschwitz,
donde los mataron y que yo era muy sensible a eso. Entre frase y frase me enteré
de que es seminarista, me reveló que estaba un poco inseguro, estuvo muy
enamorado de una muchacha. Conoció el amor de mujer a los 20 años y que anhelaba
tener otro amor. Me pidió mi correo electrónico, yo le dije que no, que me diera
el suyo, me lo dio y al poco rato, no supe cómo, nos desconectamos.
– ¿Le escribiste?
– Naturalmente! y de inmediato, me quedé muy disgustada con el asunto de los
judíos, si lo dejaba para otro día, ya no lo haría. Le escribí un mensaje
bastante v iolento. Me contestó y se estableció una relación cibernética.
Recordé a una amiga, ella, cuando viajaba hacía el relato de sus penas a la
persona que le tocaba en el asiento de al lado, ya sea en avión, autobús, o
tren, decía, que nunca volvería a vera y así se desahogaba. Escribirme con
Rodrigo es como hablar conmigo misma, escribo todo lo que pienso y me ha hecho
un gran bien, él no se angustia con mis problemas existenciales.
– Si te sirve…
– Sí, él a su vez me relata los suyos, es muy sorprendente ir descubriendo y
conociendo a una persona poco a poco. Enterarte de sus anhelos e inquietudes. No
sabes cómo es físicamente, no conoces su voz. Pero por lo que escribe, se
aprecia que es una persona culta, educada, sensible a quien puedes sentir como
un gran amigo. Por primera vez soy amiga de una persona que nunca he visto.
Decirte que no lo conozco, sería mentir; conozco bastante su espíritu.
– Oye dime ¿y no habrá peligro de un enamoramiento?
– No, qué va, cada cual tiene su destino trazado. He podido adivinar que tiene
una gran vocación, no la debe torcer de ninguna manera, él perdería algo muy
valioso: su fe. Yo no soy excesivamente religiosa. Creyente, sí, pero tengo bien
claro quien soy. Vivimos en países diferentes, yo soy mayor que él, desde todo
punto de vista, es imposible. Le tengo mucho afecto y me gusta recibir sus
mensajes y enviarle los míos. Hemos intercambiado escritos, a él le encanta
escribir, como a mí. Es curioso, siento un gran apoyo espiritual de su parte. No
sería capaz de dañarlo, ni de torcer su camino.
¿Piensas conocerlo?
– No.para nada! Lo llamé por teléfono, para conocer su voz, conversamos un rato,
sí, su voz corresponde a sus escritos. Me mandó su foto, su rostro me llamó la
atención, es un joven bien parecido, tiene una sonrisa franca y agradable,
bonitos ojos, es muy sano. Bueno, al menos ya le puse rostro y voz a su nombre,
así como a sus escritos. Ya se a quien me dirijo. Quisiera tenerlo de amigo
siempre, saber de sus progresos. Ojalá siga su camino y su vocación. Me parece
muy importante que lo haga. Será también un buen escritor, tal vez de asuntos
religiosos, le encanta la filosofía y sabe mucho. Aunque me da tristeza pensar
que renunciará a muchas cosas que ama.
– Cómo eres de novelera!
– Ya lo sabes vivo en el Reino de la Fantasía, me encanta inventar historias,
tejer cuentos alrededor de todas mis vivencias y las de otras personas. Imaginar
cómo viven.
– ¿Y si él te quiere conocer?
– No, ni pensarlo. Es mejor dejar las cosas así, difusas, en el misterio. Es una
amistad ideal, ni muestras, ni te muestran los malos rasgos de carácter. Se
trata únicamente de comunicar tus pensamientos, alegrías y sinsabores a alguien
que no te juzga, que se alegra con tus mensajes. Como una travesura
– le dije que le iría mejor si fuera rabino, que así podría casarse y tener un
hogar, me preguntó si podría serlo. Le dije que claro que no! Imagínate!
– ¡ De verdad estás muy loca, pero, respeto tus locuras
– Sí pero nuestra amistad es diferente, crecimos juntas, a mí no me preocupa
impresionarte, ni creo que a ti te preocupe impresionarme, nos queremos
implícitamente, con nuestros defectos. La amistad que tengo con este chico es
ideal y prefiero mantenerlo como amigo
– No te comprendo, pero posiblemente tengas razón. Salúdame a tu amigo, para mí
que es una relación rara. ¡Oye, ya es muy tarde! ¿Nos vamos?
– Sí, nos vamos, me encantó que me oyeras. Ya verás eres la única persona que no
me censura por mis tonterías, si se lo cuento acualquier otra persona, me
tildará de loca. ¿Lo ves? Hablar contigo, es como hablar conmigo.
– Sin embargo Miriam, me preocupa que ese muchacho se enamore de ti a través de
tus escritos.. Te recuerdo a Roxanne, la de Cyrano de Bergerac, ella se enamoró
de él por las cartas que le enviaba, haciéndole creer que eran de su marido -que
no sabía poner ni un acento-.
Es muy posible enamorarse del espíritu de alguien.
– ¡ Noemí, eso es muy cierto! Y pensar que las mujeres nos preocupamos tanto por
la apariencia física. Descuidamos el intelecto y el espíritu, olvidamos que hay
personas que sí se pueden enamorar del espíritu de otras.
Días después las amigas se reunieron nuevamente.
– Miriam, ¿qué me cuentas de tu amigo cibernético?
– ¿Rodrigo? No le escribí más. Me dejaste pensando el día que conversamos, tal
vez sí lo estaba dañando, pobrecito ¡estaba tan confuso! Ya estaba casi
convencido de que le caería bien convertirse al judaísmo, lo siguiente sería
creo yo, ponerse a estudiar para rabino, No, eso no. Y ahora ya superé mis
problemas. La última vez que le escribí le dije que me casaría, me mandó un
correo con algún archivo que no pude abrir y ya no le contesté.
– ¿Y él, ya no te escribió?
– Creo que interpretó bien mi silencio, no he vuelto a saber de él, mejor así.
Tú me conoces,soy sentimental. Al principio extrañé sus cartas, pero es mejor
así. Yo había pensado escribirle diciéndole que era mejor dejar de escribirnos,
pero no vi la necesidad de hacerlo, él me entiende muy bien. Y como te dije, era
mejor dejar este asunto en el misterio.
– Ahora sí creo que estás muy loca amiga.
– Así es, tienes razón. Bien ¿ordenamos?
Tus relatos siempre me encantan. Me encanta la fantasia que desarrollas. Enamorarse por internet?
no puede ser!!!!.En mis viejos relatos conte que mi
padre me denominaba "fantasioner" porque me veia vivir de fantasias. Solo como tal me imagino que me
ocurrio ese percance de enamorarme "por internet" y mi nota de ayer, precisamente es el fruto de ese enamoramiento.