¿Así que el Presidente de los Estados Unidos de Norteamérica quiere que Israel “se retire” a las supuestas fronteras anteriores a la Guerra de Seis Días de 1967?
¡Carambas, bien sencillo! ¿Por qué no pide – u ordena – que todo Israel agarre sus “chivas” y se regresen todos por donde vinieron y donde no estorben el plan Obama de quedar como campeón de la causa de los oprimidos y pobres desarraigados por la agresión judía?
Los paises vecinos de Israel, promotores incansables de la defensa de los Derechos Humanos, exponentes clásicos del desarrollo político, intelectual, industrial y científico, podrán vanagloriarse de sus múltiples logros en todos esos terrenos con el respaldo del representante máximo de la nación más poderosa del mundo.
Además, ya era hora que alguien acotara las ambiciones territoriales y financieras de la nación de mayor territorio en el Medio Oriente. Tan vasta que ni su nombre cabe en los mapas y tan rica que hasta los chinos temen la competencia, con una población tan numerosa en comparación a la de las naciones árabes, que ya se volvió un peligro demográfico para toda esa región, pudiendo incluir partes de Asia y África.
Sí, ya era hora que el señor Obama interviniera, luego de haber resuelto sus problemas fiscales, con el déficit más grande de la Historia – 14 billones de dólares, en castellano, o fourteen trillion dollars en inglés -; después de eliminar al terrorista número uno de la Humanidad y recrear en la mente de sus gobernados que él está ahí para defenderlos y unirlos de una vez por todas; con una deuda pública que milagrosamente los acreedores no hacen exigible – y si la hacen, se imprimen más dólares y listo -, con el sistema público de salud y pensiones ya resuelto, con el consumo de estupefacientes desbordándose (pero la culpa es de México); con la población carcelaria más grande de sus 235 años de vida nacional; con la crisis financiera más seria derivada del manejo deshonesto de los fondos de inversión (culpa de otros, por supuesto); con ciudades enteras desmoronándose por corrupción y malos manejos (Detroit, ejemplo clásico,,,que tampoco es culpa de él). Suma y puede seguir…
No por inesperado el golpe es menor. Se me antoja pensar en ciertos regímenes que, a falta de recursos para solucionar los problemas internos, tratan de distraer la atención de la gente creando problemas más allá de sus fronteras.
Veamos: por más de treinta años, Siria se abstuvo de confrontaciones con Israel. De pronto, surgen las voces de jóvenes inconformes con el sempiterno estado de sitio, la arbitrariedad de sus fuerzas de seguridad, la falta de desarrollo, etc., y ¿qué hace Assad? Invoca la “nakba” ( la tragedia ) de la creación del Estado de Israel, y, utilizando a sus incondicionales, azuza a la población para que proteste e invada la linea divisoria – no es frontera – entre ambos países.
Al mismo tiempo, Assad trata de reforzar sus lazos con el enemigo número uno de Israel – ese sí – Irán.
Pero ¡un momento! No quiero decir que Israel no tenga responsabilidad alguna por la situación actual.
A lo largo de sus 63 años, sus gobiernos también han cometido errores, algunos muy dolorosos y otros tan crasos que mueven a risa si no fueran trágicos.
No vayamos demasiado lejos. 1967. Como decimos en México, ahí perdieron el camión. Luego de la Guerra de Seis Días era el momento adecuado para decirles a los vecinos: “Ahorita nos sentamos a la mesa y nos ponemos a discutir en serio”. Todo el mundo estaba a favor de Israel y era visto con simpatía, hasta con admiración. ¿Qué hicimos? Nos inflamos como pavos y celebramos nuestra capacidad y potencia. Detalle al calce: los “palestinos” ni existían.
Otra: 1973. La Guerra de Yom-Kippur. Recuerdo bien Yom HaAtzmaut de ese año. Lo viví. ¡Qué ceremonias! Seguíamos regodeándonos de nuestros logros. Cuatro meses después, nos llovió por todos lados. Los tanques sirios llegaron hasta el Kinneret, los egipcios nos mataron a un gran número de muchachos en el Canal de Suez y se metieron al Sinai, casi hasta Beersheba. Hasta Arabia Saudita intervino. Gracias a D-os, Za”hal regresó a todo mundo, llegando a 20 kms. de Damasco y a 30 del Cairo. ¡Ahí pudimos haber negociado a nuestro favor!
No lo hicimos. Empezaron las presiones “aliadas” y las concesiones. Dales esto, dales aquello. ¿A cambio de qué? Nos quedamos con Gaza. Más presiones, más críticas, más descalificaciones. Ahora ya había un pueblo palestino, y a su representante se le entregó el Premio Nóbel también.
Oslo: otro error. Otro camión perdido. Concesiones y más. ¿A cambio de qué?
El resto es Historia reciente.
Ahora, sólo eso nos faltaba: que dice Obama que nos vayamos para atrás de 1967. Hace unos días escribí lo que pensaba de ello (FOROJUDIO – ABRIL 29/2011).
¿Será cierto que Israel necesita una sacudida de este tamaño para salir de su marasmo? ¿ Se impondrá el mundo “políticamente correcto” a nuestra vida como nación? ¿Nos vamos a quedar con los brazos cruzados mientras nuestros oponentes, “amigos” o no, deciden por nosotros?Como sentencié alguna vez: hay quienes quieren que Israel quede reducido a Mea Shearim. ¿Lo vamos a permitir?
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