El camino judío. Antonio Escudero Ríos conversa con Francisco de la Herrán Matorras

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A nuestros padres, siempre en el recuerdo.
También la memoria de Pilar Blanco, Obdulia y Paulino Yague.
A nuestro amigo Raúl Pérez-regente de Bodegas Álvaro – a quien deseamos la paz, la felicidad y con agradecimiento.

El silencio es el canto más perfecto, la plegaria más elevada.
Edmund Rostand

Asimismo, la eternidad de Israel no será desmentida, ni el Señor se arrepentirá, pues Él no es hombre para que se arrepienta.
1Samuel 15-29


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AER. Antonio Machado, un poeta singularmente amado por mí, escribe: “Caminante, no hay camino se hace camino al andar”.  Ligando esto con el destino errante del pueblo judío, con su constante peregrinación en busca de una tierra donde asentarse, yo le preguntaría si no le parece contradictorio que un pueblo tan “definido” como el judío se haya constituido sobre caminos hechos al andar, sin fin ni meta precisa, salvo su asentamiento en Israel.

El pueblo judío está efectivamente “bien definido”, pero, pese a ello, desde hace siglos tiene una característica muy especial, que le diferencia de otro pueblo, y es su transterritorialidad, por estar asentado desde antiguo en territorios distintos, sin perder su unidad, hasta que por la vía de los hechos, reconocida con dificultad por la comunidad internacional, se asentó en la tierra de sus mayores.

AER. Se dice que la Historia comenzó con la Escritura. Teniendo en cuenta que no hay pueblo como el judío que se haya constituido sobre las Escrituras, entendidas como Ley, mandato divino, ¿serían los profetas hebreos los primeros constructores de la Historia tal como la entendemos: no desde atrás sino hacia adelante, reclamada desde el futuro?

En la civilización occidental la historia de Israel tal como resulta de las Sagradas Escrituras, es sin duda la primera o más fundamental construcción de la historia, sin duda orientada por el mandato divino, no solo para el pueblo judío sino para todo pueblo occidental que se ha forjado en la tradición cristiana basada en buena parte de la judía.

AER. Parece que el pueblo judío; más que reivindicación del espacio, ha estado siempre buscando el tiempo, en la historia. ¿Es ese también vuestro parecer?

La búsqueda de un espacio político por parte del pueblo judío creo que es una cuestión reciente, porque este pueblo ha estado de siempre en permanente éxodo, con una fe común, que lo ha cohesionado fuertemente. Por tanto no creo que la búsqueda de su espacio haya sido siempre su gran preocupación, sino más bien la de hallar su lugar en la historia.

AER. ¿No cree Usted que la Historia, en el caso de los judíos, más que una Historia basada en el progreso, es una Historia Sagrada, ucrónica, de la Divinidad en los hombres, de la Palabra de Dios hecha Escritura, contada una y otra vez?

Ciertamente la historia del pueblo judío es la Historia Sagrada, gestada de hechos unos reales y otros míticos. De ahí a que ello pudiera impedir el progreso, es cuestión muy dudosa.

AER. ¿Cómo se combinan la fuerte individualidad judía con el hondo sentimiento de colectividad de ese pueblo?

El pueblo judío se considera pueblo elegido, y aúna al propio tiempo fuertes sentimientos de individualidad y de colectividad. Se aprecia en la fuerte cohesión existente entre el pueblo asentado en su estado y el que en gran medida permanece expatriado.

AER. Hay una ambivalencia contradictoria con respecto al judío entre las gentes. Por una parte, es un pueblo respetado y admirado. Por otra, existe a veces una actitud de rechazo hacia él que se manifiesta en expresiones populares despectivas. Por ejemplo: “perro judío”, “hacer una judiada”, “ser un fariseo”, etc. ¿Cómo explica Usted este fenómeno?

Las expresiones a que Vd. se refiere son restos antiguos de convenciones sociales hoy prácticamente superadas, pero aún sin acudir a estas expresiones hay todavía muchas actitudes de rechazo que entiendo son debidas a cierta prepotencia y altanería, reales o imaginadas, que se achacan a este pueblo.

AER. Existe una penetración en lo judío de lo sagrado -incluso en el pensamiento de sus representantes más modernos y racionalistas- como “temor de Dios”, como acatamiento del mandato divino, como Escritura Sagrada. ¿No veis curiosa esa mezcla de racionalismo crítico y acatamiento de la Voluntad Divina?

La influencia divina en el origen del pueblo judío está tan fuertemente arraigada que parece imposible desligarla de la acción, aunque ésta esté influida del racionalismo imperante. En nuestro mundo occidental de origen cristiano, no judío, esta influencia divina tiene menos impronta, lo que ha provocado la casi desaparición de las alusiones a la divinidad. Quizás, no sé si con sinceridad, estas alusiones a lo transcendente se mantienen en los Estados Unidos de America.

Acerca de Antonio Escudero Ríos

Nació en 1944 en Quintana de la Serena, Badajoz. Hizo las carreras de Filosofía y Publicidad en Madrid en donde reside desde 1960. Es editor literario e investigador de Judaica. Ha realizado ediciones facsimilares de la Guía de los Perplejos, el Cuzarí y de la obra de Isaac Cardoso. Dirigió las Jornadas Extremeñas de Estudios Judaicos en Hervás, en 1995, con Haim Beinart. Fue Director de las Actas del mencionado Congreso, publicadas en 1996. Colaborador en las revistas judías Raíces, Los Muestros, Maguem y Foro de la vida judía en el mundo, entre otras publicaciones. Creador, junto a otros entusiastas, de la Orden Nueva de Toledo, Fraternidad dedicada a la defensa plural de Israel y el Líbano cristiano, así como combatir el antisemitismo. Ha plantado miles de árboles, y construido, con Don Jaime Botella Pradillo, un jardín dedicado a los Justos de las Naciones en Las Navas del Marqués, en tierras de Castilla.

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