¿Quién puede estar contento cuando el cielo que va desde los territorios palestinos hasta las ciudades israelíes es zurcado por misiles, cuando las explosiones de uno y otro lado llenan de pánico a hombres, mujeres y niños, cuando hay heridos y muertos, muchos de ellos sólo por encontrarse en el sitio indebido en el momento inadecuado? El dolor de la muerte no tiene nacionalidad, ni religión, ni color, no hay diferencias. La muerte siempre duele, deja a su paso destrucción y desgracia para los que quedan en este mundo.
Los niños no deciden donde nacer, no eligen su familia, no gobiernan, ni hacen la guerra.
Un niño es un niño y no importa donde haya nacido. Es obligación moral cuidar a la infancia, no sólo cuando hay guerra sino también en tiempos de tranquilidad. Los padres deberían alejar a los pequeños del peligro. Un menor no tiene opción de elegir como ser educado. Si la muerte de un hombre o una mujer es dolorosa, la de un niño llega hasta las fibras más íntimas de cualquier persona que tenga sentimientos. Los responsables de que esto suceda no siempre son los que aprietan el gatillo. En el conflicto palestino-israelí la televisión palestina y sus medios afines (enemigos manifiestos de Israel), muestran material con niños heridos o muertos para trasmitir el mensaje de que los israelíes son malvados. Sin embargo Israel jamás ha atacado a niños y cuando estos son afectados es porque lamentablemente sus responsables no los cuidan ni los protegen. Los terroristas saben que los están buscando y que se exponen a un ataque mortal. A pesar de ello mantienen a los niños todo el tiempo a su lado pretendiendo actuar impunemente y usándolos como escudos. A pesar de que estas imágenes son arteramente utilizadas y muchas veces manipuladas, ver ese material conmueve profundamente.
El conflicto palestino israelí debería ser un conflicto diplomático
Es normal que cada uno defienda lo que considera sus derechos. Cuando para ello, una de las partes utiliza el terror, los atentados, y lanza misiles hacia las ciudades de la otra parte, no hay lugar ni posibilidad para las conversaciones. Ha sido un grave error de Israel aceptar negociaciones y querer solucionar un diferendo mientras la otra parte ataca a sus civiles sin contemplaciones. No es posible que cada tanto, cuando se ven acorralados, pidan una tregua para negociar, y cuando se les otorga publiquen y publiciten la misma como un triunfo militar. Israel no puede resolver este conflicto conversando porque los palestinos no quieren resolver este conflicto conversando. Los problemas tienen solución, pero hay que querer solucionarlos. Hasta puedo entender que los palestinos no estén conformes con lo que Israel ofrece, es la puja lógica entre dos partes que no están de acuerdo. Sin embargo la obstinación palestina de matar y matar, de atentar y lanzar cohetes, va en contra de toda lógica, no de la lógica israelí sino de la de ellos mismos. Mientras esto no cambie pasaran años y décadas con Israel recibiendo y respondiendo ataques. En esa ecuación, los niños de ambos lados serán siempre la parte débil y más perjudicada. Los jóvenes palestinos son capítulo aparte porque lamentablemente son parte activa utilizada para los ataques y los atentados. Esto, junto a los contraataques de Israel hará que muchos vean frustrada su vida antes de tiempo.
La verdadera causa de la violencia es el terrorismo
Los palestinos tienen que entender que los culpables de sus penurias son los terroristas que albergan en su seno. Deben saber que el terror es la causa y no el remedio para sus males, que nunca van a solucionar sus problemas mediante esos métodos. Es hora de que comprendan que sus terroristas, (Hamas o cualquiera de los grupos que actúan en ese sentido y otros disfrazados de gente normal) son quienes los mantienen en una vida gris que casi no vale la pena. Saben bien que si abandonan el terrorismo nunca serán atacados por los israelíes. Israel debe manifestarlo claramente para que no queden dudas. La causa de estas confrontaciones no son las diferencias, es el terrorismo. La mayoría de los israelíes acepta un Estado Palestino viviendo al lado del Estado de Israel. Hay diferencias sobre esa definición, pero es algo muy viable que sólo esta trabado por los fanatismos sin límite. Hombres, mujeres y niños palestinos que podrían tener un promisorio futuro ven frustradas sus posibilidades y alguien tiene la culpa.
La solución del conflicto está en sus manos
Los propios palestinos deben librarse de las garras de sus terroristas, de los dirigentes que los apoyan y promueven. Esa es la única solución al conflicto con Israel y es también la única posibilidad de que puedan cambiar su vida. Estoy seguro que muchos lo desean pero no encuentran la manera de expresarlo sin ser castigados duramente. Tendrán que encontrar la forma o vivirán generaciones enteras en esta situación que no es digna para ninguna persona de este mundo. Los terroristas no pueden estar catalogados como personas. Son seres “no humanos” que promueven la muerte sin el menor remordimiento, que disfrutan y festejan por matar, que tienen como motivo de su existencia aniquilar a los demás.
Israel no tiene opciones
¿Qué deben hacer los israelíes ante individuos de la talla de Zuhair al Qaisi, cabecilla de los Comités Populares de Resistencia? ¿Deben dejar que siga matando y organizando grupos para matar israelíes? Mi formación humana no me permite festejar la muerte, pero me tranquiliza saber que ya no está en este mundo, aunque haya muchos otros como él. El Ejército de Defensa de Israel ha hecho su trabajo. ¿Quée más debe hacer Israel?, ¿dejar que maten a sus ciudadanos, pedir permiso para seguir viviendo? Entonces sí, seríamos para muchos un Estado bueno y decente, sólo que ya no existiríamos. A esta altura habrán entendido que eso no va a suceder. Los Zuhair y los que lo sucedan saben que matarán pero luego morirán. Ojalá pronto podamos asistir a otro escenario, uno en el cual los niños israelíes y palestinos vayan a estudiar tranquilos a sus escuelas. Un escenario en el que las mamás los esperen con la merienda y los dejen ir a jugar con sus amigos sin temor a que no vuelvan, en el que los padres regresen del trabajo y disfruten de su familia, en el que la mente, el alma y el corazón de todos apunten a lo positivo y no a la destrucción. No esta en nuestras manos, no tenemos opción. Tampoco nos dejarán ayudarlos. Tendrán que hacer su propio cambio y de ello depende su futuro.
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