Hay nombres que se conocen casi por herencia genética, los llevamos en la mente, pero sin saber bien en qué momento llegaron por primera vez a nosotros. Es como si la vida, además de rodearnos con cosas bellas, se encargara de dotarnos con el conocimiento para no olvidarlas, y así es como traemos el nombre de Rioja grabado en la mente y en el corazón.
Rioja es la zona de España más famosa, no sólo por sus cientos de bodegas productoras de vinos de excelentísima calidad, sino por su historia y sus paisajes. Además de la degustación de vinos, el auge del enoturismo ha permitido que cada vez más personas se involucren en el proceso de elaboración del vino, con visitas a los extensos viñedos, y con una variedad de actividades que van desde las fiestas de las vendimias, eventos gastronómicos, hasta paseos a caballo, vuelos en globo, y recorrido de rutas en jeep.
Rioja se ha convertido en la capital de vinos finos de España, una región caracterizada por una rica tradición e innovación, y su impacto es tan significativo, que en 1991 se le otorgó a sus vinos el amparo de la primera D.O. Calificada de España, que es una categoría superior a la Denominación de Origen, y que está reservada para vinos que mantienen una consistencia y calidad comprobadas durante un largo período de tiempo.
Los estilos de los vinos riojanos no dejan de sorprendernos, con sus bodegas históricas que llevan produciendo vino durante generaciones, hasta bodegas que han implementado métodos modernos de producción, pero sin importar el estilo, siempre se respetan las reglas de la zona de producción, las variedades de uva que pueden ser cultivadas, los rendimientos máximos permitidos, las técnicas de elaboración, crianza y embotellado.
Sus vinos están definidos también por las características de su extensa geografía, en la que hay una diversidad de climas, topografía y tipos de suelo, que por sí mismos y al actuar en conjunto, influyen en la calidad y el estilo del vino que se obtiene, por eso, cada bodega riojana es como un mundo en sí mismo.
La uva Tempranillo es autóctona de Rioja, por lo que los vinos producidos con ella llevan doble carga de orgullo, tanto por su exclusividad como por sus cualidades, algunos han llegado a considerarla como el corazón que late en los corazones de los vinos riojanos más queridos. A partir de esta uva, se crean vinos ligeros, afrutados y tiene una afinidad especial con el envejecimiento del roble, volviéndose elegante, sedoso y perfumado con el tiempo.
Podemos no saber cuándo fue la primera vez que el nombre de Rioja resonó en nuestros oídos, pero sí sabemos cómo es que se ganó un lugar en lo más profundo de los corazones. Basta con ver los bellos tonos de sus vinos tintos, para que recordemos que son del color de la vida que late en nuestro interior.
Mojados en la orilla del mar.31
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