El conflicto entre Israel y Hamás, particularmente tras el brutal ataque del 7 de octubre de 2023, ha generado un intenso debate global. Mientras Israel ejerce su derecho soberano a proteger a sus ciudadanos frente a un grupo terrorista que asesina, tortura, viola y secuestra, muchos critican sus acciones, acusándolo de desproporcionalidad o de agravar la crisis humanitaria en Gaza. Sin embargo, estas críticas ignoran la realidad: Israel actúa en defensa propia contra un enemigo implacable que adoctrina a su población, usa civiles como escudos humanos y desvía recursos para la guerra en lugar del bienestar. La pobreza, el desempleo y el sufrimiento en Gaza son, en gran medida, responsabilidad de Hamás, no de Israel, y culpar al estado judío por responder a ataques existenciales es injusto y descontextualizado.
Este artículo defiende la postura que Israel tiene no sólo el derecho, sino la obligación, de neutralizar a Hamás, y que las críticas en su contra a menudo pasan por alto la verdadera naturaleza del conflicto.
1. El ataque del 7 de octubre: un punto de inflexión
El 7 de octubre de 2023, Hamás lanzó un ataque sin precedentes contra Israel, matando a más de 1,200 personas, hiriendo a miles y secuestrando a 250 civiles, incluyendo mujeres, niños y ancianos. Los terroristas no sólo asesinaron, sino que torturaron, violaron y mutilaron a sus víctimas, dejando un trauma profundo en la sociedad israelí. Este acto de barbarie, condenado globalmente, no fue un incidente aislado, sino la culminación de años de agresiones por parte de Hamás, que ha lanzado miles de cohetes, construido túneles de ataque y promovido una ideología de odio contra Israel. Ante tal amenaza, cualquier estado soberano actuaría con contundencia para proteger a sus ciudadanos, y esperar que Israel permanezca pasivo es absurdo.
Los críticos de Israel suelen desviar la atención hacia el sufrimiento en Gaza, pero olvidan que Hamás inició este ciclo de violencia. La búsqueda de los rehenes aún vivos y la eliminación de los terroristas responsables son objetivos legítimos, no opcionales. Israel no puede permitir que un grupo que glorifica el martirio y promete más ataques continúe operando impunemente.
2. El bloqueo: una medida de seguridad, no un castigo
Uno de los principales puntos de crítica contra Israel es el bloqueo de Gaza, impuesto desde 2007 junto con Egipto tras la toma de control de Hamás. Los detractores lo llaman un “castigo colectivo” que agrava la pobreza y la crisis humanitaria. Sin embargo, esta narrativa ignora el propósito del bloqueo: prevenir que Hamás adquiera armas, materiales para cohetes y tecnología militar. Desde la retirada de Israel de Gaza en 2005, Hamás ha transformado el territorio en una base para ataques, lanzando cohetes indiscriminados y construyendo túneles para infiltrarse en Israel. El bloqueo es una respuesta directa a estas amenazas, no un capricho.
Además, la evidencia demuestra que Hamás desvía la ayuda humanitaria para fines bélicos. Informes del Instituto de Estudios de Seguridad Nacional de Israel han documentado cómo el cemento destinado a viviendas se usa para construir túneles, y fondos internacionales financian armamento en lugar de hospitales o escuelas. Si Gaza sufre pobreza extrema (más del 50% de la población, según la ONU en 2023), desempleo (cerca del 50%) y escasez de bienes esenciales, la culpa recae principalmente en Hamás, cuya corrupción y priorización de la violencia impiden el desarrollo. Culpar a Israel por el bloqueo sin mencionar el abuso de recursos por parte de Hamás es una distorsión de la realidad.
3. Adoctrinamiento y escudos humanos: la estrategia cínica de Hamás
Otro argumento clave en defensa de Israel es la naturaleza de su enemigo. Hamás no sólo es un grupo terrorista, sino un régimen autoritario que adoctrina a la población de Gaza desde la infancia. Según informes de UN Watch e IMPACT-se, los libros de texto en Gaza glorifican el martirio, demonizan a los judíos y promueven la lucha armada. Programas infantiles y campamentos de verano enseñan a niños a odiar a Israel y a ver la violencia como heroica. Esta indoctrinación crea una cultura de odio que perpetúa el conflicto, haciendo que muchos gazatíes, aunque no todos sean combatientes, simpaticen con la causa de Hamás.
Más grave aún, Hamás usa a civiles como escudos humanos, una táctica documentada por las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) y organizaciones como el Atlantic Council. Videos muestran cohetes lanzados desde áreas residenciales, armas almacenadas en hospitales (como el caso de Al-Shifa en 2023) y centros de mando operando desde escuelas. En la ofensiva de 2023-2024, Hamás impidió a civiles evacuar zonas de combate, maximizando las bajas para culpar a Israel. Los críticos que lamentan la destrucción de hospitales o escuelas ignoran que estos lugares son explotados por Hamás, poniendo a Israel en un dilema imposible: o se defiende y arriesga bajas civiles, o permite que los terroristas operen libremente. Esperar que Israel no responda es equivalente a exigir que se rinda ante el terrorismo.
4. La falacia de la desproporcionalidad
Un argumento común contra Israel es que su respuesta militar es “desproporcionada” debido a la disparidad de poder con Hamás. Según datos de la ONU hasta octubre de 2024, la ofensiva en Gaza ha causado más de 40,000 muertos, muchos de ellos civiles, frente a los 1,200 israelíes asesinados el 7 de octubre. Los críticos usan estas cifras para sugerir que Israel actúa con excesiva fuerza. Sin embargo, este argumento es falaz por varias razones:
Proporcionalidad no significa igualdad: En el derecho internacional, la proporcionalidad no implica usar la misma cantidad de fuerza que el enemigo, sino equilibrar el objetivo militar con el daño colateral. Israel apunta a neutralizar a Hamás, un grupo que promete más ataques como el del 7 de octubre. Permitir que continúe operando sería una negligencia.
Hamás provoca el daño: Al operar desde áreas civiles, Hamás garantiza que cualquier respuesta israelí cause bajas civiles. La densidad de Gaza (2.3 millones de personas en 365 km²) hace que los bombardeos, aunque precisos, tengan un impacto devastador. Culpar sólo a Israel ignora que Hamás diseña este resultado para su propaganda.
Desigualdad de poder no implica inocencia: Como se ha señalado, que Hamás sea más débil no lo hace moralmente superior. Un grupo terrorista que ataca a un país más fuerte debe esperar una respuesta contundente. Comparar las capacidades militares de Israel con las de Hamás es irrelevante cuando el primero actúa en defensa propia.
5. La pobreza y la crisis humanitaria: responsabilidad de Hamás
Los defensores de Gaza suelen citar la pobreza extrema, el desempleo y la crisis humanitaria como razones para criticar a Israel, pero este argumento no resiste un análisis riguroso. Hamás, como gobierno de facto desde 2007, ha priorizado la guerra sobre el bienestar de su pueblo. Su corrupción es bien conocida: líderes como Ismail Haniyeh viven lujosamente fuera de Gaza mientras la población sufre. La ayuda humanitaria, que debería aliviar la crisis, es desviada para construir cohetes y túneles, como lo demuestran informes de 2014 y 2023. Si Gaza carece de electricidad, agua potable o atención médica, es porque Hamás ha invertido en violencia en lugar de infraestructura.
Aunque el bloqueo de Israel limita el acceso a bienes, su objetivo es la seguridad, no el sufrimiento. Sin el bloqueo, Hamás tendría aún más recursos para atacar a Israel, como lo demuestra su historial de abuso de materiales. Atribuir la crisis humanitaria a Israel, cuando Hamás reprime a su propia población y perpetúa el conflicto, es una injusticia. Los civiles gazatíes son víctimas, pero principalmente de su propio gobierno autoritario, no de Israel.
6. Las críticas a Israel: empatía mal dirigida y propaganda
¿Por qué, entonces, tantas personas critican a Israel y apoyan a Gaza? La respuesta radica en una combinación de empatía mal dirigida y propaganda efectiva. Las imágenes de niños heridos y edificios destruidos en Gaza generan una reacción emocional comprensible, pero a menudo se presentan sin contexto. Hamás explota estas imágenes, exagerando cifras de víctimas y atribuyendo a Israel daños causados por sus propios cohetes fallidos (como el caso del hospital Al-Ahli en 2023). Esta propaganda resuena en redes sociales y medios, especialmente en audiencias que desconocen el adoctrinamiento y las tácticas de Hamás.
Además, algunos críticos aplican un doble estándar: exigen que Israel, único estado democrático en la región, cumpla con estándares estrictos de derecho internacional, mientras ignoran las violaciones flagrantes de Hamás. La narrativa de Gaza como una “prisión al aire libre” simplifica un conflicto complejo, presentando a los palestinos como víctimas inocentes y a Israel como opresor. Sin embargo, esta visión ignora que los civiles gazatíes viven bajo un régimen que los reprime y los usa como peones en su guerra contra Israel.
Conclusión: el derecho inalienable de Israel a existir y defenderse
Israel enfrenta una amenaza existencial de Hamás, un grupo que no busca la paz, sino la destrucción del estado judío desde su Constitución. El bloqueo, las operaciones militares y las medidas de seguridad son respuestas necesarias a un enemigo que adoctrina a su pueblo, usa civiles como escudos y desvía recursos para la guerra. La pobreza y la crisis humanitaria en Gaza son trágicas, pero son el resultado directo de la corrupción y las prioridades bélicas de Hamás, no de Israel. Culpar a Israel por defenderse, o exigirle una respuesta “proporcional” que lo deje vulnerable, es ignorar la realidad de un conflicto donde un estado soberano lucha por su supervivencia.
Las críticas a Israel, aunque a menudo motivadas por empatía hacia los civiles gazatíes, carecen de contexto y caen en la trampa de la propaganda de Hamás. Los civiles de Gaza merecen un futuro mejor, pero eso sólo será posible si Hamás es desmantelado y reemplazado por un liderazgo que priorice la paz y el desarrollo. Hasta entonces, Israel debe seguir defendiendo a sus ciudadanos, sin importar las voces que, desde la comodidad de la distancia, lo condenen por ejercer su derecho inalienable a la defensa y seguridad.
Y que se sepa que Israel hace lo que hace, sin importar la religión ni la nacionalidad de las víctimas. Además, si Israel triunfa, como realmente así será, será en beneficio de los civiles gazatíes que tienen el mismo derecho que cualquier ciudadano del mundo, a vivir en paz, tranquilidad, seguridad, y que su patrimonio sea suyo y de nadie más, respetando la propiedad privada.
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