El desconocido campo de detención de sospechosos nazis en México

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¿Sabía usted que en México existió un campo de detención para concentrar a presuntos espías nazis de Alemania?

Es una historia poco conocida del país. El lugar se ubicó en Perote, un municipio rural de Veracruz en el sureste y funcionó entre 1942 y 1945.

Durante la Segunda Guerra Mundial México peleó contra los países del Eje: Italia, Japón y Alemania.


Y esa fue una de las razones para crear una estación migratoria que en realidad se convirtió en prisión, donde fueron encerrados ciudadanos de esos países.

En algunos casos estaban acusados de violar leyes mexicanas, pero la mayoría no habían cometido delitos, según han documentado académicos e historiadores.

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De hecho, tampoco está claro si algún espía fue verdaderamente encarcelado.

En estos días la historia se recuerda en México gracias a la publicación de un libro que revela detalles poco conocidos de ese episodio.

El documento se llama “Perote y los nazis: las políticas de control y vigilancia del Estado mexicano durante la Segunda Guerra Mundial (1939-1946)”, de Carlos Inclán Fuentes.

Petróleo, la clave

La presencia de espías y operadores del Tercer Reich en México es un tema recurrente en el país y sobre el que se han construido varios mitos, reconocen especialistas como Inclán Fuentes.

Pero lo cierto es que el país tuvo un papel más relevante en el conflicto de lo que muchos conocen.

El escritor y periodista Juan Alberto Cedillo, autor del libro “Los nazis en México”, asegura que Adolf Hitler parecía obsesionado con el país incluso antes que iniciara la Segunda Guerra Mundial.

Una de las razones era el petróleo que Alemania e Italia compraban para sostener su ejército y fuerza aérea.

El abastecimiento se puso en riesgo en 1938, cuando el gobierno del entonces presidente Lázaro Cárdenas nacionalizó la industria de hidrocarburos.

Fue entonces que el ejército alemán envió al país a un equipo especial para asegurar el envío de crudo a Europa, explica Cedillo a BBC Mundo.

“Mandaron una buena cantidad de espías de buen nivel, profesionales, a establecer un centro de avanzada en México, como le llamaron”, dice.

La actriz que era espía

Pero el petróleo no era el único interés de los miembros del Eje, añade el escritor.

Hilda Krueger, actriz acusada de espiar para el gobierno de Hitler
La actriz Hilda Krueger fue señalada de espiar para el gobierno alemán

También les interesaba conocer el respaldo que Estados Unidos daría a Inglaterra y asegurar el respaldo hacia Alemania de funcionarios, militares e intelectuales mexicanos.

En esos años hubo simpatía al Partido Nacionalsocialista que se explica, dice Alberto Cedillo, por el sentimiento anti estadunidense tradicional entre los mexicanos.

También como una revancha hacia las petroleras británicas, a quienes se había cancelado la explotación de hidrocarburos.

Y al mismo tiempo existía “admiración” hacia el Ejército alemán.

“A los militares les fascinó la marcialidad, el uniforme, lo que se conocía de la maquinaria de guerra de Hitler”, explica.

Tal escenario facilitó el trabajo de los espías, aunque de acuerdo con Cedillo y otros investigadores, un elemento fundamental fue la actriz Hilda Krueger.

La mujer, dice el escritor, se relacionó personalmente con algunos miembros de la clase política mexicana, especialmente el entonces secretario de Gobernación, Miguel Alemán.

Krueger incluso filmó cuatro películas en México, entre ellas “Bartolo tocó la flauta” y “Adulterio”.

Prisión

Sin embargo, el panorama empezó a cambiar cuando Estados Unidos entró en la guerra. Y se complicó aún más cuando México se incorporó al conflicto armado en 1942.

Adolfo Hitler
En México algunos admiraban a la Alemania gobernada por Hitler

La Casa Blanca presionó al gobierno del entonces presidente, Manuel Ávila Camacho, para impedir el espionaje de los aliados del Eje, así como cancelar las ventas de crudo a Europa.

Y una de las primeras acciones de las autoridades mexicanas fue establecer el centro de detención en Perote, Veracruz, donde se concentraron unos 500 ciudadanos japoneses, italianos y alemanes.

Oficialmente no se trató de una prisión, y el sitio tenía incluso espacios deportivos, aulas y servicio médico.

Pero a la mayoría de los allí concentrados no se les permitió salir hasta el fin de la Guerra, en 1945.

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Los registros del centro de detención permanecieron clasificados durante décadas, aunque sobre el lugar se escribieron novelas, ensayos y estudios académicos.

Ahora en el texto de Inclán Fuentes se revelan nuevos detalles de los albergados, como la presunción de que muchos fueron detenidos sólo por su nacionalidad.

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