El después de las actuales revueltas

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Empleando un símil cartesiano, el sistema de referencia en que se mueve la
sociedad árabe en general quedaría definido por las coordenadas del eje de la
abscisa nacionalista y del eje de la ordenada religiosa.
La abscisa cartesiana abarcaría desde el nacionalismo monárquico feudal y
estatal [Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos, Marruecos, Yemen, etc.] al
estatalista panarabista nacional-socialista [Egipto, Siria, Irak hasta el
derrocamiento de Saddam Hussein], y la ordenada cartesiana, tendría teóricamente
que desplazarse desde el islamismo [Arabia Saudita] al ateísmo pasando por
laicismo. Pero la ordenada cartesiana en el mundo musulmán y árabe se desplaza
sólo por el islamismo, pero no alcanza al laicismo, y mucho menos al ateismo.
La abscisa nacionalista. El eje cartesiano del nacionalismo
Acabada la Segunda Guerra Mundial se inició el proceso de descolonización del
Magreb, [el Poniente del mundo árabe, incluye Marruecos, Túnez, Argelia,
Mauritania, Sahara Occidental y Libia], y de la mayoría de los países árabes.
Una vez expulsados los colonizadores europeos, a veces tras cruentas guerras de
liberación contra la metrópoli, en algunos países se impondrá un nacionalismo
feudal, como Marruecos, en otros un presidencialismo socialista, como Argelia
que acabará en el socialismo nacionalista, y en otros se instaurarán regímenes
nacional panarabista-socialistas [de inspiración nacional-socialismo alemán]
como Egipto, Siria e Irak, tras golpes de estado anti-monárquicos, [1]
La Liga árabe afirma que “árabe es una persona cuyo idioma es el árabe, vive en
u país de lengua árabe y simpatiza con las aspiraciones de los araboparlantes”.
Este planteamiento ha marcado el devenir político y social del mudo árabe, a
pesar de la diversidad de dialectos del árabe, desde mediados del siglo XIX con
el nacimiento de los nacionalismos modernos. A imagen y semejanza del
nacionalismo europeo, el nacionalismo árabe proclamará que todos los pueblos
árabes comparten una historia, una cultura y una lengua comunes. Se forjará una
ideología política arabista aletargada durante los doce siglos anteriores debido
a la adhesión de la mayoría de los árabes a la Umma islámica, colectivo que
acentúa la unidad dentro del Islam de poblaciones y países que supera las
fronteras lingüísticas y étnicas del mundo árabe.[2]
La diversidad dialectal de la lengua árabe de los 22 países miembros de la Liga
Árabe se está reduciendo con la escolarización, -a pesar del gran fracaso
escolar -, con la expansión de los medios de comunicación en lengua árabe,
Egipto es el mayor productor de series televisivas del mundo árabe, y los
dibujos animados televisivos emplean el árabe clásico con gran influencia en las
nuevas generaciones.[3]
Tres años después de finalizada la Segunda Guerra Mundial, los judíos consiguen
su estado, liberado de la ocupación británica, y anteriormente otomana. Israel,
el estado judío, consigue su independencia, reconocida por las Naciones Unidas
el 14 de mayor de 1948, en una porción de su tierra ancestral, aunque la mayor
parte de la tierra judía estará ocupada por los árabes. El mundo árabe
considerará un deshonor y una afrenta a su orgullo que el sometido pueblo judío
pueda librarse del yugo árabe y/o musulmán.
Israel es atacado al cabo de pocas horas de proclamar su independencia por los
ejércitos de cinco países árabes (Transjordania, Egipto, Siria, Líbano e Irak) y
la Legión Árabe que cruzan la frontera e inician la invasión del estado judío,
dando así comienzo a la primera guerra árabe-israelí.
Azzam Pashá, Secretario General de la Liga Árabe, que pensaba destruir Israel y
exterminar a los judíos, declaraba el 15 de mayo de 1948:
«Esta será una guerra de exterminio y una masacre trascendental de la cual se
hablará como de las masacres mongoles y de las cruzadas».[4]
A partir de la nacionalización del Canal de Suez en 1956, Gamal Abdel Nasser se
convertirá en el referente principal del nacional-socialismo panarabista.
El objetivo principal del Rais [Caudillo] Nasser será destruir Israel para poder
acaudillar el mundo árabe.
El 14 de octubre de 1956, Nasser declaraba: No estoy luchando solamente contra
Israel mismo. Mi tarea es librar al mundo árabe de la destrucción a través de
las maquinaciones de Israel, que tienen sus raíces afuera. Nuestro odio es muy
fuerte. No tiene ningún sentido hablar de paz con Israel. No existe ni el más
mínimo lugar para las negociaciones.
En la Guerra de los Seis Días (junio de 1967) el ejército egipcio, coordinado
con los de Siria y Jordania (que conformaban la Coalición Arábica), sufrirá una
estrepitosa derrota ante Israel, siendo el principio del declive del aura de
Nasser y, en general, del nacionalismo árabe.
En agosto de 1967 los líderes árabes reunidos en Jartún adoptaron la fórmula de
tres noes: “no paz con Israel, no negociaciones con Israel, no reconocimiento de
Israel”[5]
Al morir Nasser en 1970, Anwar al Sadat se impuso a sus rivales en el partido y
heredó el poder, así como el proyecto de nacionalismo árabe que representaba el
Caudillo Nasser.
Sadat desencadenó un nuevo ataque, junto con Siria, con el objetivo de destruir
Israel, el 6 de octubre de 1973 que sorprendió a Israel y en el que estuvo a
punto de triunfar, pero Egipto y Siria perderán la Guerra de Yom Kippur
Egipto, acaudillado por Anwar al Sadat, e Israel firmarán el Tratado de Paz en
Washington el 26 de marzo de 1979, lo que marcará el término de treinta años de
hostilidades y cinco guerras, y permitirá un mayor desarrollo económico en el
país del Nilo.
El 6 de octubre de 1981 Anwar el-Sadat será asesinado por militares
pertenecientes a la Hermandad Musulmana que consideraban este tratado de paz una
traición al Islam y al mundo árabe.
El Reino hachemita de Jordania e Israel firmarán el Tratado de Paz el 26 de
octubre de 1994, lo que también será considerado árabe por los islamistas como
una traición al Islam y al mundo árabe.
El objetivo del panarabismo nacional-socialista populista de mejorar las
condiciones de vida de las masas árabes, de aniquilar Israel, y de llevar la
nación árabe a la cima del prestigio mundial fracasará rotundamente en todos sus
objetivos.
En la sociedad árabe aumentará la endémica y profunda corrupción, la ineficacia
de sus políticos, dirigentes y cuadros, la ausencia de iniciativa y de
autocritica en el mundo árabe, la persistente y tradicional falta de libertad,
el caudillismo [la obediencia ciega al jefe y caudillo], la escasísima
producción cultural e intelectual, la denigrante situación de la mujer, las
enormes diferencias sociales y económicas, la extrema pobreza de grandes
sectores de población, a pesar de los abundantes recursos económicos procedentes
del petróleo y gas en muchos de estos estados no sólo no serán mejoradas, sino
que muchas veces empeorarán, serán justificados por los nacionalistas
panarabistas como por los islamistas por el lamento continúo y el constante y
permanente abusivo recurso al chivo expiatorio de Israel, como el causante de
todos los males y fracasos en todos los ámbitos de la vida que acechan a la
sociedad árabe.
Las derrotas en los conflictos bélicos contra el estado judío, Israel, y el
profundo retraso de la sociedad árabe han desprestigiado ante la mayoría de
árabes al nacional-socialismo panarabista y sus dictaduras, aliadas –en diverso
grado- del mundo occidental.
La ordenada religiosa. El eje cartesiano del islamismo
En el mundo árabe, obviamente exceptuando las minorías religiosas cristiana y la
muy reducida judía, del mundo árabe, la ordenada cartesiana sólo se desplaza por
el islamismo, sin alcanzar el laicismo y mucho menos el ateismo
¿Por qué no llega se llega al laicismo, y mucho menos al ateismo?Friedrich
Engels en Sobre los orígenes del cristianismo escribía[6]:
La historia del cristianismo primitivo ofrece curiosos puntos de contacto con el
movimiento obrero moderno. Como éste, el cristianismo era en su origen el
movimiento de los oprimidos: apareció primero como la religión de los esclavos y
los libertos, de los pobres y los hombres privados de derechos, de los pueblos
sometidos o dispersados por Roma. Ambos, el cristianismo y el socialismo obrero
predican una próxima liberación de la servidumbre y la miseria; el cristianismo
traslada esta liberación al más allá, a una vida después de la muerte, en el
cielo; el socialismo la sitúa en este mundo, en una transformación de la
sociedad. Ambos son perseguidos y acosados, sus seguidores son proscritos y
sometidos a leyes de excepción, unos como enemigos del género humano, los otros
como enemigos del gobierno, la religión, la familia, el orden social. Y a pesar
de todas las persecuciones e incluso directamente favorecidos por ellas, uno y
otro se abren camino victoriosa, irresistiblemente. Tres siglos después de su
aparición, el cristianismo es reconocido como la religión de Estado del Imperio
romano: en menos de sesenta años, el socialismo ha conquistado una posición tal
que su triunfo definitivo está absolutamente asegurado. …
El paralelo entre los dos fenómenos históricos atrae nuestra atención ya desde
la Edad Media, en los primeros levantamientos de los campesinos oprimidos y
particularmente de los plebeyos de las ciudades. Estos levantamientos, como
todos los movimientos de masas de la Edad Media, estaban obligados a llevar la
máscara de la religión y aparecieron como la restauración del cristianismo
primitivo para salvarlo de la difusión de la degeneración
Una peculiar antítesis de esto fueron los levantamientos religiosos del mundo
musulmán, en especial en el África. El Islam es una religión adaptada a los
orientales, en particular a los árabes, es decir, por una parte a los hombres de
las ciudades dedicados al comercio y la industria, por la otra a los beduinos
nómadas. Pero hay en él el embrión de una colisión que reaparece en forma
periódica. Los habitantes de las ciudades se enriquecen, viven en el lujo y no
se esmeran en la observancia de la “ley”. Los beduinos, pobres y por lo tanto de
estricta moralidad, contemplan con envidia y codi­cia estas riquezas y placeres.
Luego se unen bajo un profeta, un mehedi, para castigar a los apóstatas y
restablecer la observancia del ritual y de la fe verdadera, y para apropiarse,
en recompensa, de los tesoros de los renegados. Al cabo de cien años, como es
natural, se encuentran en la misma posición de los renegados de antes: surge la
necesidad de una nueva purificación de la fe, aparece un nuevo mehedi y el juego
recomienza otra vez. Esto fue lo que sucedió desde las campañas de conquista de
los almorávides africanos y los almohades de España hasta el último mehedi de
Jartum, que con tanto éxito contuvo a los ingleses. Lo mismo, o algo similar,
sucedió con los levan­tamientos en Persia y otros países musulmanes. Todos estos
movimientos estaban revestidos del ropaje de la religión, pero tenían su fuente
en causas eco­nómicas. Pero cuando triunfan permiten que las antiguas
condiciones económicas se mantengan intactas. De manera que la situación
anterior se conserva inmutable y la colisión se repite en forma periódica.
En los levantamientos populares del Occidente cristiano, el disfraz religioso es
sólo una bandera y una máscara para los ataques contra un orden económico que se
torna anticuado. Este es finalmente derribado, surge uno nuevo y el mundo
progresa.
No es por casualidad que no exista ni un solo país árabe democrático. El
substrato ideológico que subyace en la sociedad árabe es el Islam, y este no
permite la separación entre religión y política.
El Islam no diferencia entre Religión y Estado. Religión y política en el Islam
es un todo continuo, un mismo corpus.
La represión llevada por las diversas dictaduras árabes contra las escasas
fuerzas democráticas ha eliminado cualquier disidencia que no sea la religiosa,
ya que es el substrato que cohesiona la sociedad y cementa toda relación humana.
Desde la Revolución Francesa, y aún más desde la Revolución Rusa está comprobado
que en situaciones pre-revolucionarias, o de caos, los más organizados se
imponen finalmente, y el islamismo es la única estructura política organizada en
el mundo árabe fuera del aparato militar-estatal.
Demográficamente los países del norte de África son mayoritariamente poblados de
gente menor de 30 años El futuro de todo país es de los jóvenes y está en manos
de la juventud.
La abundante riqueza generada por el petróleo y gas de la zona no ha revertido
en beneficio de la mayoría de la población, sino que ha ido a parar a manos de
las “elites” del poder, parásitas e incompetentes, que repiten hasta el hastío
discursos nacionalistas y panarabistas.
Muchísimos norteafricanos sueñan con emigrar a una Europa, admirada y odiada
simultáneamente, una Europa “infiel” que hasta hace pocas décadas fue
colonizadora del mundo árabe, y que es percibida como un nuevo paraíso.
El discurso islamista presenta a los gobernantes de las diversas dictaduras
árabes como instrumentos del “neocolonialismo” cristiano europeo, y promete
repartir el botín de la riqueza de Europa a sus fieles.
Corán 4:94: Alá ofrece abundantes ocasiones de obtener botín. …
Corán 48:15:.Cuando os pongáis en marcha para apoderaros de botín, …Corán 48:18-
20: Alá ha estado satisfecho de los creyentes cuando éstos te han jurado
fidelidad al pie del árbol Él sabía lo que sus corazones encerraban e hizo
descender sobre ellos la sakina, prometiéndoles, como recompensa, un éxito
cercano y mucho botín, del que se apoderarán . Alá es poderoso, sabio. Alá os ha
prometido mucho botín, del que os apoderaréis. Os ha acelerado éste y ha
retirado de vosotros las manos de la gente, a fin de que sea signo para los
creyentes y de dirigiros por una vía recta.
El nacionalismo, -desde el feudal hasta el panarabismo- está agotado, y el
irredentismo panislamista gana gradualmente más adeptos por prometer en esta
tierra el reparto del saqueo de las riquezas de las clases dirigentes árabes y
de los infieles occidentales, considerados culpables, juntamente con Israel, de
todos los males de la sociedad árabe.
Exhausto ideológicamente el nacionalismo árabe, el islamismo es percibido por
grandes sectores de las masas árabes, como el único capaz de cambiar la
situación.
Los jóvenes islamistas creen con absoluto convencimiento y fe que no tienen nada
que perder en el combate, ya que si pierden la vida aquí por Alá, gozarán en el
más allá abunda y desmesuradamente de los placeres que les han sido vetados aquí
por los “infieles” que se han aliado con los dictadores árabes.
Las organizaciones islamistas, como la Hermandad Musulmana, han tenido una rama
solidaria y benefactora con los más necesitados, que contrasta con la actitud de
los gobernantes nacional-socialistas, y la consideración mayoritaria es que los
islamistas son menos corruptos y más solidarios.
Así como el comunismo se presentaba a “la masa de proletarios y desheredados de
la tierra” como un acelerador de procesos históricos, económicos y sociales,
tanto individuales como colectivos, que permitiría avanzar velozmente a
sociedades pobres, atrasadas y con enormes desigualdades hacia una mejoría de
las condiciones de vida, igualdad y solidaridad; el islamismo es percibido por
una población acritica que idealiza y reinventa un pasado imperial
islámico-árabe de esplendor y hegemonía mundial, como el factor desencadenante
de la supremacía final del mundo árabe-musulmán sobre el resto.
El irredentismo islámico, la pretensión de anexionarse los territorios que
fueron en un tiempo ocupados por el Islam, como Israel o España, atrae y fascina
a grandes sectores musulmanes, que ven la bandera del yihad como la oportunidad
de superar su situación personal y colectiva.
Los islamistas levantan obsesivamente la bandera anti Israel, como factor
aglutinador de la sociedad árabe-musulmana, y prometen romper relaciones con
Israel.
Los islamistas son conscientes de que en situación de conflicto permanente, las
masas árabes se unirán más a sus dirigentes islamistas.
Las victorias del islamismo
El islamismo está presente en la práctica totalidad de los actuales conflictos
bélicos en el mundo
Los islamistas repiten que tras la caída del socialismo-comunista, y del
ateísmo, caerá el capitalismo, el judaísmo y el cristianismo.
Las victorias del islamismo sobre el comunismo en Afganistán, el cambio de
gobierno en la España tras el atentado islamista en Atocha-Madrid, el continúo
hostigamiento terrorista contra Israel, la actitud dhimmi de muchos gobiernos
europeos y del norteamericano Barack Hussein Obama, y el jaque a las tropas
occidentales en Irak y nuevamente en Afganistán, y el discurso islamista de la
tiranía islámica de Irán, dan sensación de victoria y poder a unas poblaciones
árabes y/o musulmanas que sólo viven cotidianamente la “derrota” económica y
social.
El islamismo da esperanzas a una población acritica sobre un idealizado pasado
imperial musulmán de esplendor, riqueza y hegemonía.
El futuro inmediato en el norte de África
Los regimenes autoritarios árabes carecen de legitimidad democrática, por lo que
necesariamente se mantienen en el poder gracias a la represión.
Las familias de los gobernantes, los represores, los altos funcionarios, los
fieles de los gobernantes son el segmento que apoya realmente la dictadura, así
como una parte de la sociedad, que vive acomodada y piensa que la dictadura es
necesaria, y que sin ella sólo cabe el caos.
La oposición está muy fragmentada, pero los más potentes y organizados son los
islamistas.
Debido a la propia naturaleza de la dictadura, que no permite aflorar las
diversas tendencias, es imposible saber que capacidad e influencia tiene cada
corriente opositora.
En el caso de elecciones inmediatas, sin consolidarse un sistema democrático, y
respeto a las minorías, y mantenimiento de los compromisos internacionales, los
islamistas alcanzarían el poder rápidamente. Los mismos islamistas han afirmado
múltiples veces que están dispuestos a emplearla la democracia como medio para
instaurar el Califato.
Es posible, aunque con lógicas limitaciones, poder vislumbrar tres posibles
escenarios en Egipto y el norte de África:
Que el ejército tome realmente el poder, edulcorándolo con elecciones, tutelando
la política de estado, como ha acontecido durante largo tiempo en Turquía.
Que los islamistas alcancen el poder revolucionariamente y constituyan una
república islámica sunnita inspirada en la chiíta iraní, salvando las
distancias.
Que los islamistas sigan el ejemplo turco, y aparenten una moderación, como
actualmente practica Erdogan en Turquía, que lamina paulatinamente las
conquistas laicas de la sociedad, e instaura el islamismo.
En caso de instaurarse el islamismo en el poder en Egipto, y que los islamistas
empujasen al resto de países árabes, y especialmente a Siria, Jordania, y al
Magreb a una revolución islámica para entrar en guerra contra Israel, se
produciría una desmesurada elevación del precio del petróleo y gas, y una
presencia cosntante del islamoterrorismo en España, con el objetivo de
reislamizar la península ibérica y “recuperar” Ceuta y Melilla.
Las oleadas del terrorismo islámico y la autodefensa de los países agredidos,
Israel, España, etc, causaría un conflicto de envergadura mundial.
Los líderes islamistas más preclaros, [que no es lo mismo que moderados, ya que
no hay moderados ni radicales], son conscientes del riesgo de una Tercera Guerra
Mundial, lo que sería el final del islamismo al tener que enfrentarse en una
guerra convencional contra Occidente, por lo que intentarán controlar a sus
acólitos más descerebrados, y sostener inicialmente guerras de bajo nivel contra
Israel, no directamente desde Egipto, pues esto sería casus belli con el estado
judío, lo que desencadenaría todo lo señalado anteriormente. La guerra de bajo
nivel consistiría en emplear a Hamás y otras organizaciones islamoterroristas
contra Israel y los objetivos más señalados de Occidente, acotando la libertad
de los cristianos coptos, empujándolos al exilio.
Israel podría defenderse haciendo recaer la responsabilidad del terrorismo de
Hamás en sus perpetradores y sus patrocinadores, los dirigentes de la hipotética
República Islámica de Egipto, por lo que volveríamos a la situación anterior.
La Hermandad Musulmana existe desde hace casi un siglo, y no tiene prisa en
llegar al poder absoluto en Egipto. Sabe que para su propósito le conviene
esperar a que la base islamista se amplíe en todo el mundo árabe, en Turquía, y
en resto del mundo musulmán, para poder instaurar finalmente el Califato Mundial
cuando Occidente esté más decaído económica, moral, y demográficamente.
El futuro del norte de África depende de la fuerza de los Hermanos Musulmanes y
de la correlación de fuerzas de sus corrientes internas, y de la potencia de
captación entre los musulmanes.
Si los árabes, en general, buscan la libertad, y el mejoramiento de sus vidas y
de su sociedad a través de la paz, del trabajo y del estudio, la democracia en
sus países será un bien para ellos mayormente y también para la humanidad; pero
si sólo sirve como medio para islamizar el mundo, será un desastre para ellos
mismos mayormente, y para el resto de la humanidad.
Que Dios ayude al mundo árabe a que encuentren la paz y su lugar en el mundo, y
así como Ismael respetó a su hermano Isaac, ambos hijos de Abraham, los países
árabes respeten a Israel.

[1] http://www.arabe.cl/mundoarabe/dianacional.html
[2]
http://www.libreria-mundoarabe.com/Boletines/n%BA76%20Nov.09/QuienesSonArabes.htm
[3]
http://www.libreria-mundoarabe.com/Boletines/n%BA61%20Jun.08/ProblematicaLinguisticaMagreb.htm
http://www.libreria-mundoarabe.com/Boletines/n%BA76%20Nov.09/QuienesSonArabes.htm
http://www.libreria-mundoarabe.com/Boletines/n%BA76%20Nov.09/QuienesSonArabes.htm
[4] http://www.jewishvirtuallibrary.org/jsource/spanish/chapter7.pdf
http://www.jewishvirtuallibrary.org/jsource/spanish/chapter4.pdf
[5] http://www.jewishvirtuallibrary.org/jsource/spanish/chapter7.pdf
http://mgar.net/africa/magreb.htm
http://www.historiasiglo20.org/GF/descolonizacion3.htm
http://es.wikipedia.org/wiki/Argelia
www.pedagogiaydialectica.org/edicion/pagina/recursos/…/la_marca.doc
[6] www.pedagogiaydialectica.org/edicion/pagina/recursos/…/la_marca.doc
www.pedagogiaydialectica.org/edicion/pagina/recursos/…/la_marca.doc


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