¿Recuerdas cuando llevabas un diario en la adolescencia? Anotabas cosas que quizá hoy te parezcan de poca relevancia, novios, secretos, travesuras, hasta un candado limitaba su lectura, llave a la cual sólo tú tenías acceso.
Hoy te invito a hacer lo mismo pero en conciencia.
Un diario juega varios roles, puede ser tu confidente, un vehículo de autoexpresión, una herramienta que facilita la claridad del pensamiento, un repertorio de sueños y lo más importante, una poderosa fuente de memoria a la cual acudir durante épocas de crisis personal.
Cuando dejas escrito lo que has hecho y estás pasando por tiempos adversos, verificarás que todo ha sido hecho en consciencia y con un sentido; ésto te dará fortaleza para saber que estás en el camino correcto, si quieres tomar otro distinto, sabes que la vida es de opciones, que se puede replantear la ruta hasta que te haga sentido.
El leer tus confesiones del pasado, te hará sentirte reconfortado, saber que cuentas con experiencia, base de tu aprendizaje.
La tinta y el papel valen más que la mejor de las memorias, que tiende a ser selectiva y a dejar en el olvido lo que le conviene; contrario a ésto, lo escrito, lo que has plasmado desde tu alma, lleva las más profundas confesiones. Evitar hacerlo es evadir tu propio reto de crecer y ser mejor cada día.
Tu percepción es tu realidad y ésta puede y debe cambiar con el tiempo, ya que la idea es seguir la senda hacia arriba del progreso y la luz, abriendo brecha, “haciendo camino al andar” diría el poeta Antonio Machado.
Cuando la duda se apodera de ti, recurre a tu diario y lee lo que estabas haciendo un año antes en la misma fecha; si estás en sintonía con la Ley de Atracción, verás cuánto de lo que has pedido se te ha dado, en qué debes reafirmar tus proyectos y decretos; en qué debes enfocar tu energía que quizá esté dispersa.
La confianza, seguridad, pasión y valentía que debes mantener siempre, si los pierdes en algún momento los recuperarás al saber que han estado presentes, como tu diario lo comprueba.
Las ideas puestas en blanco y negro son tan individuales como tú mismo.
En él anotarás las sincronicidades, los encuentros, los mensajes que la vida te pone de frente, las personas que conoces, el por qué están en tu vida, cuál es su misión, el por qué han llegado; aprenderás a entender su presencia, y con la sincronía y el placer de coincidir, se expande la mente a cientos de posibilidades distintas, tu rompecabezas comienza a tomar forma invaluable.
Tu autoestima se eleva al advertir lo que has avanzado.
Mientras más fácil escribes más auténtico te vuelves, de botepronto, como una declaración de lo vivido y experimentado ese día, sin juicios. Nadie te observa más que el gran juez que eres de ti mismo; si logras hacer la paz con tu saboteador interno, con aquel que te condena y procura el equilibrio, entenderás el más grande de los secretos.
Hay que fluir como el agua, sin miedo, aceptar los obstáculos que son las piedras del camino, hasta convertirlas en retos y superarlos.
A medida que continúas con tu práctica regular comenzarás a notar que tu vida se transforma.
Todo parece ir más lento, tienes tiempo para todo, hay una profunda conexión.
Hablar exige respeto por ti mismo y por el auditorio por pequeño que sea; el cuidado de las ideas precisa de palabras correctas, las mágicas son las primeras.
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