Es que no es posible cerrar los ojos y no ver de cerca lo que está pasando en España.
En los últimos días no han cesado las protestas por parte de cientos y miles de empleados han seguido manifestándose frente al Ministerio de Hacienda en Madrid.
Y es que España está inmersa en una de las peores recesiones a lo largo de toda su historia, una crisis financiera espeluznante, un nivel de desempleo que ha alcanzado el 24.4 por ciento, amén de que más y más personas, tanto nacionales como extranjeros han abandonado el país ante la incertidumbre de poder sobrevivir.
Y es que no es posible, decimos al unísono, España ya vivió una crisis terrible durante la guerra civil (1935- 1939).
Sin embargo, parece ser que las pancartas, las banderas y los gritos siguen levantándose en un país de extrema riqueza, pero que de una forma u otra fue desbarrancándose muy lentamente.
Pero no hay que ir muy lejos para ver que estamos como contagiados, Grecia misma nos ha arrastrado a una cadena sin fin que ha creado todo una serie de constante altibajos en los mercados mundiales y la cosa parece no tener fin.
Como que no hubiera escapatoria posible, la crisis sigue a pesar de las juntas de emergencia, los cambios gubernamentales, los arreglos financieros y todo a lo que se pueda recurrir para sacar de esta fatídica crisis financiera no solamente a España, sino a Grecia, Italia y ni qué decir de los Estados Unidos, el país más rico del mundo, el imperio inalcanzable que con el paso del tiempo ha comenzado a hundirse intentando librar una batalla sin fin.
Y es que andamos contagiados, como veleros perdidos, sin ton ni son, culpando a unos y señalando a otros, sin trabajo, vociferantes, negando radicalmente que el cambio se ha establecido y que no habrá manera de mantener lo que antaño llegó a funcionar.
Si verdaderamente creemos que todo va a seguir como antes vamos calle abajo hacia un atolladero que habrá de arrastrarnos ilimitadamente.
Y claro que para hacer un cambio de raíz, se necesitan nuevas voces, nuevos rostros que puedan definitivamente brindarnos nuevas alternativas, a pesar de que en el gobierno, en los medios de comunicación se pretende calmar a la gente, repitiendo que todo es secundario y que con un poco de tiempo y acción todo volverá a la normalidad.
Un tipo de vida muy distinto del que hasta ahora hemos estado acostumbrados.
Mientras intentemos mantener un tipo de vida jerarquizado, escindido y dividido donde la riqueza siga favoreciendo a unos cuantos, estamos perdidos.
Mientras se quiera denigrar a los de abajo, los que no tienen, los que carecen de todo y se les niegue la posibilidad de alzar su voz, no se logrará nada.
Creo que nos hallamos frente a la llegada de una gran Revolución, un gran cambio visceral y de raíz donde sobrevivirán no los más poderosos económicamente sino los más fuertes, los de templanza, los que se apeguen al viejo sistema de una realidad que integre a todos y a cada uno de nostros por igual.
Sin concesiones, el mundo ha dejado de ser el mismo y no podemos adherirnos a los viejos códigos que nos confunden y esclavizan.
La tierra se ha abierto, sangra, se han reventado las cloacas, la inmundicia parece habernos fracturado, la mugre y la mentira yacen en la superficie y todos estamos inmersos en el lodo, viviendo en carne propia todo aquello que ignoramos y que no fuimos capaces de entender y modificar.
Quienes intenten mantenerse a flote bajo los mismos códices están perdidos y poco a poco su psique irá deteriorándose hasta quedar convertidos robots repetitivos, sin alma, una fotografía ideológica del pasado.
Hay que asumir que los gobiernos, como los conocemos actualmente son un río de basura y podredumbre, un persistente abuso de poder, un megalómano ejercicio para poder crecer como dioses, un intento deshonesto y asqueroso para mantener la imagen de espejo.
Y no solamente hablo de los Estados Unidos aceleradamente va tras el mismo patrón, lentamente en eterna caída intentando siempre tapar los baches que difícilmente pueden cubrirse.
En México, por ejemplo, se han llevado a cabo muy recientemente las nuevas elecciones presidenciales y creo que no habrá manera de frenar el descontento de millones de habitantes ante el renuente y descarado abuso del poder que ha llevado a que sea prácticamente imposible sobrevivir a la delincuencia, la falta de seguridad, el narcotráfico, la más bestial pobreza y la mayor indiferencia por parte de los grupos privilegiados.
Creo que el mundo ha dicho hasta aquí, no se puede más ni en Egipto ni en Siria, en Chile o en Italia.
Somos un planeta caduco, con miedo a los cambios que definitivamente nos han ido tomando de sorpresa porque uno intenta mantenerse bajo los mismos cánones existenciales. Queremos paz, tranquilidad, el tener una buena vida, la seguridad aunque en lo más oscuro permanezca la incertidumbre, la mentira, los abusos, los gobiernos que han querido y siguen repitiéndonos que intentan darnos lo mejor de lo mejor.
Creo que ha llegado el momento de un cambio que deje al descubierto a la banca, a los gobiernos, a todos los mequetrefes que por décadas y milenios nos han robado el gozo de poder llevar una vida más simple e igualitaria.
Artículos Relacionados: