Como Seres Humanos, cada uno de nosotros debería de ser consciente que no podemos y menos debemos percibir o considerar a los demás, desde una perspectiva ajena a los derechos humanos. Porque a partir de la creación del Mundo y los anales del tiempo, siempre nos hemos desarrollado de manera integral, indistintamente de las diferencias físicas y construcciones mentales que se han transformado en los nacionalismos de ayer y hoy, buscando solamente dividir a la Humanidad y fragmentarla cada vez más, desconociendo los orígenes identitarios que poseemos todos, como iguales ya sea en conjunto o por separado, dentro de éste planeta llamado Tierra.
Sin embargo en la práctica, existe un pensamiento que ha distorsionado el hecho concreto de cómo está constituido el Ser Humano desde su creación, alejándolo principalmente de su realidad natural, a raíz de una construcción histórico-social que lo hace que se piense racionalmente diferente a los demás, pero al mismo tiempo lo hace igual, como ser único e irrepetible y no distante de su entorno.
Entonces, cómo hacer para no olvidar que aunque nos veamos y pensemos diferente a los demás, seguimos siendo parte de un todo, frente al cual no es posible abstraerse y dividirse en subgrupos ajenos a nuestra propia esencia o naturaleza; donde la especie más fuerte no es la que precisamente siempre ha sobrevivido contradiciendo a Darwin, sino más bien la que posee sentido común y solidaridad, como Raza Humana.
Así, ejemplos en éste sentido en la historia de la Humanidad hay muchos, pero uno de los más destacados ha sido el de la comunidad Judía durante la época del Holocausto; quienes a pesar de no contar con una fuerza militar, si poseían un inquebrantable espíritu de sobrevivencia y solidaridad, el cual los hizo mantenerse firmes ante todo tipo de adversidades y violaciones a los Derechos Humanos.
Porque es través del diálogo y la consideración de diferentes criterios o puntos de vista que podemos alcanzar la paz e inclusión, sin dejar de lado quiénes somos y de dónde venimos, ya que la multiculturalidad no busca restarle a nadie su identidad sino más bien, pretende reconocer las diferencias que posee cada uno, dentro de una unidad que lo contiene todo en la diversidad.
De tal forma el enfoque de Derechos Humanos nos incluye a todos, sin dejar por fuera a nadie, donde el mayor enemigo no es el otro, ese ajeno a nuestra historia, sino nosotros mismos al comportarnos como animales, los cuales son depredadores por necesidad y para sobrevivir, pero no así el Ser Humano que posee raciocinio más allá de su propio exterminio, frente a todo aquel que no se vea y piense igual que él…
(Especial para el Diario Judío.com de México.)
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