El enigma de los apellidos judíos

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Eran tan orgullosos, por ejemplo, que cada familia pintaba la casa del mismo color que sus padres. Y no sabían que el color de las casas eran una alusión a sus orígenes, a la sangre que habían heredado de sus antepasados junto con las viviendas. No sabían que, muchos siglos atrás, los normandos tenían por costumbre pintar las casas de blanco, mientras los griegos utilizaban siempre el azul, y los árabes distintos tonos de rosa y de rojo. Lo judíos en cambio, usaban el amarillo.

Sin embargo todos ellos se consideraban sicilianos. Las sangres se habían mezclado tanto en el curso de los siglos ya no se podía identificar al propietario de una casa por sus facciones y, si alguien le hubiera dicho al dueño de una casa amarilla que tenía antepasados judíos, podría terminar con un navajazo en el vientre.

El texto precedente de El siciliano de Mario Puzzo, parece comprometernos a todos. “Las sangres que se han mezclado tanto en el curso de los siglos” que escasísimos mortales saben quienes eran sus antepasados en 1512, y mucho menos en el 1250 y ni hablar del 711.


¿Habría reaccionado Mussolini también con un navajazo si alguien se hubiera atrevido a recordarle que en el siglo XIII y en Venecia existió un judío de nombre Mussolini?

En la lista de apellidos judíos, publicada en Italia durante el fascismo, no figura ningún Hitler pero varios Heitler y Hittler, ningún Goebbels pero sí un Goebel y, sin deformación ortográfica alguna, otros judíos cuyos apellidos coinciden con los de varios jerarcas del nazismo: Rosenberg, Frank, Naumann, Schroeder: Pohl (general de las SS), y Wolf (otro de idénticas funciones).

Y como habría reaccionado Hitler de haberse enterado de que en 1933, un judío polaco llamado Moisés Hitler decidió cambiar su apellido para evitar la mínima coincidencia con el verdugo de su pueblo?

La lista no se agota ahí. Habría que estar muy atentos a la reacción de muchos (y no es raro que militen en el antisemitismo) que, aun no siendo sicilianos, acudirían al expeditivo argumento del navajazo o de la metralleta si les recordaran sus antepasados de las doce tribus.

Para que nadie se sienta tentado de arrojar la primera piedra, es conveniente recordar nombres que alguna vez tuvieron que ver con la ley mosaica: Álvarez, Ibañez, Gómez, Fernández, Estévez, Díaz, Heredia, López, Hernández, Méndez, Menéndez, Míguez, Láinez, Nuñez, Suárez, Rodríguez, Ruiz, Pérez, Velázquez, Jiménez, etc.

La lista continúa con los nombres de pila que figuran como patronímicos en cualquiera de las naciones europeas y se inició con la costumbre de los judíos que se bautizaban al adoptar el nombre del padrino cristiano.

Las aguas bautismales aumentaban el número de cristianos pero resultaban incapaces de borrar el origen del converso.

Estos nombres individuales pueden ir precedidos o no de la preposición “de”: Diego, Nicolás, Miguel, Frank, Franco, Martín, Martino, Albert, Alberti, Michele, Michelet, Micheletti, Michelin, Pierleoni, Pierangeli, Gaspar, Jacob, Michaelis, Benedetto, Benedetti, Guglielmo, Guglielmi, Guglielmini, Jacquart, Jacquet, Bernhardt, Bernardi, Robert, Roberts, Alessandri, Alexander, Giacomo, Giacometti, Simón, Simone, Mattei, Mateos, Matteis, León, Vicente, Vincenti, Daniel, Danielou, Bertrand, Giovanni, Giovanelli, etc.

Para asegurarse un nuevo protector en el cielo, también era muy frecuente entre los judíos conversos, añadir al nombre individual el de algún santo: Santángel, Santa María, San Martín, Santa Marina, San José, Saint-Saëns, Saint Chamas, Saint Pierre, Saint Jean, San Juan, etc.

Muchísimos gentilicios suelen remitir también a apellidos judíos desconocidos o no: Scott, Langlais, Lallemand, Alemán, Francés, Español, Spagnuolo, Spagnoletti, Catalano, Catalani, Tedesco, Tedeschini, Veneziano, Breton, Lebreton, Lombard, Lombardo, Lombardi, Schweitzer, Pollack, Pohl, Wiener, Berliner, Frankfurter, Hamburger, Ascolelese, Ascolesi, etc.

Como si esto fuera poco, hay que añadir los nombres relacionados con las plantas: Cepeda, Cardoso, Espinosa, Carballo, Carballal, Carbajales, Robles, Robledo, Peral, Pereira, Perales, Manzano, Manzanero, Manzanedo, Moreira, Silva, da Silva, Silveira, Pino, Pinedo, Pineda, Piñeiro, Dupin, Olmos, Olmedo, Noceda, Nocedal, Noguera, Noguerol, Blum, Blumenfeld, Rosenberg, Rosenthal, Lilienthal, Blumenthal, Lafleur, etc.

Con preposición o sin ella, también suelen relacionarse con la estirpe judía: Alcalá, Zamora, Berlín, Zaragoza, Meneses, Novara, Paredes,Castro, Ferrara, Sevilla, Montes, del Monte, Delmonte, Belmonte, Montijo, Montejo, Montaña, Montagna, Berg, Bergson, Bergmann, Costa,Acosta, Da Costa, Lacoste, Medina, Ríos, del Río, Torres, Torquemada,Aragno, Ascoli, Bassano, Bassani, Fermo, Fermi, Luzazatto, Luzzatti, Mondolfo, Modigliani, Segni, Ravenna, Tolentino, Veroli, Pontecorvo, Tívoli.

Tampoco se libran las particularidades físicas: Moreno, Brun, Lebrun,Brown, Roth, Rojo, Bermejo, Blanco, Blank, White, Green, Roux, Leroux, Rosso, Rossi, Rousseau, Roussel, Weiss, Black, Nero, Neri, Braun, Tostado, Crespo, Crespi, Browning, etc.

Más de uno ha de resistirse a aceptar que su apellido, del que se siente legítimamente orgulloso, se relacione en forma alguna con el pueblo de Israel y hasta podrá preguntar de donde sale tanta charlatanería.

Pues bien, no tanto para tranquilizarlo si no más bien para todo lo contrario, podemos contestarle que ninguno de los apellidos citados en el presente capítulo ha sido sacado a colación sin ton ni son y que si quiere convencerse, puede investigar por su cuenta, para lo cual le facilitamos las fuentes donde puede convencerse:

Hay listas de judíos de Palermo publicadas en 1237.

Hay listas de los judíos de París en el siglo XII.

Hay una lista de los judíos de Marsella del año 1367.

Hay una lista de los cristianos nuevos de Provenza del año 1512.

Hay una lista de los judíos de Barcelona del año 1392.

Hay una lista de los judíos Burdeos del año 1806.

Hay un documento que el cardenal de Mendoza presenta al rey Felipe II de España que, con el título de El tizón de la nobleza española da cuenta de que hay sólo 48 familias nobles (y no las más encumbradas) que pueden alegar pureza de sangre.

A principios del siglo XX se publicó en Alemania un libro llamado Gotha que daba cuenta de los apellidos de las casas reinantes o que en alguna época habían reinado. Pero en el año 1912 también se publicó el Semi-Gotha, es decir el Gotha semítico, donde se informaba de los apellidos de la nobleza europea relacionados con la raza de Sem.

Al parecer, la intención de Guillermo II era favorecer las bodas de gente de la nobleza con judíos o judías.

Existen también en inglés dos catálogos titulados Who is who in the world jewry y Anglo-jewish Notabilities, donde, por ejemplo, aparecen apellidos como Belasco, Franco, Green (nada menos que 15, entre ellos un rabino) y más de 25 Alexander.

Y sin pretender el agotamiento de la bibliografía, pueden consultarse además La France juive, de Drumont, Noms israelites en France, de Paul Lévy, Los judíos, de Hilaire Belloc, y Los judíos de Roger Peyrefitte.

¿Somos todos judíos desconocidos entonces? ¿Cómo saberlo? Si uno ignora quiénes fueron sus tatarabuelos y los tatarabuelos de sus tatarabuelos, es probable que esté en la misma situación de los sicilianos que pintaban su casa de amarillo.

Los otros, los de la nobleza o de las casas reinantes, que llevan un minucioso registro de cada rama de su árbol genealógico, saben muy bien que, en más de una oportunidad, las alianzas Matrimoniales los emparentaron con el pueblo de Israel.

Lo más prudente es tener una actitud precavida, no sea que si padecemos la pasión enfermiza del Antisemitismo, surja alguien que al recordar algún cercano o lejano antepasado nuestro pretenda ejercer en nosotros esa misma pasión enfermiza.

Para curar de espanto a los melindrosos de la alcurnia, hemos creído oportuno citar un texto de Roger Peyrefitte, de su libro Los judíos.

El primero de enero de 1963, fiesta de la circuncisión de Nuestro Señor, el general De Gaulle no pensaba sin duda en sus antepasados los judíos Kolb, El canciller Adenauer en sus antepasados los judíos Adenauer, el presidente de la República italiana en sus antepasados los judíos Segni, el rey de Suecia en su antepasado el semijudío Bernardotte, el ex rey de Italia en sus antepasados maternos los judíos montenegrinos Petrovich Niegoch, el archiduque Otto de Habsburgo en su antepasada la judía Enriquez, madre de Fernando el Católico, el rey de los Belgas en su antepasada la judía Pereira, de la que desciende su bisabuela Braganza, el príncipe Bernhard de los Países Bajos en su antepasada la judía Pacheco, la reina Isabel en sus antepasados maternos los judíos Bowes-Lyon, el duque de Edimburgo en sus antepasados los judíos Haucke, el presidente Kennedy no pensaba en sus antepasados los judíos Kennedy, y el vicepresidente Johnson en sus antepasados los judíos Johnson.

Era igualmente dudoso que, en Louveciennes, el conde de París pensara en la judía Pierleoni, de quien desciende por los Borbones por Juana de Albret, en la judía Älvarez de Toledo, de quien descienden por los Medicis, y en la judía Henríquez, de quien descienden también por Ana de Austria, ni que la condesa de París pensara en la judía Pereira, de quien desciende ella también por los Braganza.

En La Habana, Fidel Castro no pensaba probablemente él tampoco sus antepasados los judíos Castro; ni en Madrid, el general Franco en sus antepasados los judíos Franco, ni en Lisboa, el presidente Salazar en sus antepasados los judíos Salazar. Junto a estos ilustres personajes, gloria de la conservación del prepucio, el jefe del Estado de Israel, Ben Zvi, resultaba una figura mezquina y sobre todo hacía de aguafiestas, pues podía decir a cada uno: “¡Acuérdate!”.

Extraído de: “El enigma de los nombres y apellidos. Su origen y significado”
de Teodosio Muñoz Molina. Lidium Bs.As. 1996.
Cap. II “Entre los judíos”, págs. 25 a 28

2 comentarios en «El enigma de los apellidos judíos»
  1. Eso de que Ibáñez, Pérez, Fernández… Son apellidos judíos es una bobada. Otra cosa es que los judíos hayan adoptado apellidos locales de los lugares a los que han ido, que es muy diferente.

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  2. Muchas de nuestras abuelitas estuvieron en el camino de los cruzados que las violaron en nombre de Jesús, al igual que a merced de los cosacos que las violaron de puro machos. Tampoco olvidar a los conversos al judaísmo, como por ejemplo el reino de los Khazares. Sin olvidarnos del cruzamiento de los nearthentales con nuestras abuelas homo sapiens sapiens, verdad? En otras palabras, de tirios y troyanos tenemos todos, al igual que de Inga y Mandinga. Azril Bacal Roij

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