Estaba yo viendo el espectáculo en un circo siendo aún niño, me tocó ver a un equilibrista extraordinario. De hecho era el número estelar.
Había que subir desde un cable que partía del suelo tensamente inclinado que llegaba hasta una altura en que se tornaba horizontal, como de unos diez metros de largo; estaba muy alto…
El equilibrista tenía que subir desde el suelo empezando por la cuerda inclinada, llegar a las alturas, recorrer el tramo horizontal hasta su fin y regresar por el mismo camino hasta el piso. ¡Sin red protectora! De no haberlo visto, no lo hubiera creído, pero así fue.
Las características de este equilibrista para lograr llevar a cabo su hazaña fueron estas: Siempre se fijaba muy bien por donde pisaba lo pensaba antes y lo hacía después. Tenía una flexibilidad asombrosa en cuanto a balancear su cuerpo, de una u otra forma, él se adapta al cable y no el cable a él.
En ningún momento mostró un acto de rigidez física, todo lo contrario, su adaptación y aceptación eran lo que lo mantenían en pie y avanzando. Se tomaba el tiempo necesario, pero no dudaba, estaba seguro de sí mismo.
En una u otra forma todos somos equilibristas a lo largo de nuestra vida… El trabajo diario, las horas de descanso, la vida en familia, el deseo de superación física y espiritual.
Aquí la pregunta sería: ¿Qué tan equilibrada se encuentra hoy tu vida?
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