“Si compras un siervo hebreo, seis año trabajará; y el séptimo año saldrá libre gratuitamente. Si vino solo,
solo saldrá;……”
Libro del Éxodo 21-2,3
Historia.
Desde la época antigua, la esclavitud ha estado presente. Se trata de privar de la libertad a otro ser humano a los fines de poder explotarlo laboralmente. Y parece tener su origen en el cruel destino de aquellos cautivos de guerra.
No obstante, la Torá si bien la permite, introduce como siempre modificaciones y mejoras que fueron novedosas en épocas remotas, y que aún nos impresionan en este presente tan conflictivo, donde bajo diversos maquillajes o ropajes, muchas personas intentan y de hecho lo consiguen, practicar una nueva forma de esclavitud al modelo siglo XX y siglo XXI.
Si vino solo…
Y en verdad, todos venimos solos a este mundo, y solo nos vamos, cuando somos llamados a rendir cuentas por nuestros actos realizados en este mundo físico y terrenal.
Y solo también nos vamos, solo dejamos afectos y buenas acciones. Obvio también mensajes para los nuestros, los recuerdos, y el anhelo profundo de volver a reencontrarnos con aquellas almas que nos son cercanas, y por ende fueron nuestro vínculo en este mundo material.
El mensaje de la Torá.
Ser bondadosos y compasivos con nuestros subordinados de ocasión o por necesidad, se trata de otra prueba para tratar de romper la voz interna que proviene de nuestro Yétzer Hará.
Después de todo, solo venimos y solo nos vamos.
Y no caer en la ingenuidad y la mentira de los Faraones de enterrarse con sus tesoros materiales, que al final solo han caído en manos de los profanadores de tumbas y arqueólogos de turno
Parashat Mishpatim.
El capítulo semanal que hemos leído el Shabat pasado, nos hace reflexionar acerca de como debemos comportarnos con nuestros semejantes.
No solo el esclavo viene y se va solo, también su patrón de ocasión continua siendo esclavo de sus pasiones (a las cuales debe modular),y también él es esclavo del otro, aquel que denominamos “Él ” y que es el verdadero amo de toda la tierra y de todo lo que hay en ella.
Reflexión final.
Que vivamos todos hasta los 120 años. Y que no se trata en la presente de estimular pensamientos de tristeza, por el contrario, enseñar la realidad de la vida, ya que nadie se encuentra exento de cualquier cambio en su vida y condición. Todos los seres humanos dependemos los unos de los otros, y la enseñanza de la Torá es eterna.
La máxima de Hilel continua vigente, hoy por hoy mas que nunca: “no le hagas a tu prójimo lo que no te gustaría que te hicieran a ti”. Y el ser humano en su debilidad transgrede a menudo este mandamiento general y básico del judaísmo. No cabe duda que el estudio de Torá y el cumplimiento de los preceptos y las buenas acciones, ayudan a todos, ya que esclavos y amos de ocasión, todos estamos tentados a ir contra los interés de nuestro prójimo bajo diversas excusas o justificaciones. El dolor ajeno y la necesidad del otro debería ser también el nuestro. Este es el sendero de los Patriarcas de Israel y todo lo que se nos expone en las Sagradas Escrituras.
Dr.Natalio Daitch
Buenos Aires-Argentina
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