El Malleus Maleficarum

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La brujería, es en su origen, una sobrevivencia de las religiones paganas en las que los fieles creen poder comunicarse con las fuerzas de la naturaleza. Al pasar el tiempo, y a medida que el Cristianismo gana terreno, se presenta al brujo como manteniendo relaciones con el diablo; por eso es perseguido por la Iglesia Católica que es, de ahí en adelante todopoderosa.

Hacia el año 1485 aparece el Malleus Maleficarum (El Martillo de los Brujos), manual para combatir a los demonios, que se convierte rápidamente en el breviario de todos los inquisidores.

Según la tradición, el brujo es aquel que sabe obtener, por medios mágicos e inconfesables, satisfacciones espirituales y materiales. Personaje ambiguo, capaz de hacer el mal, pero también de curar, es a la vez temido y respetado por las poblaciones campesinas, las que suelen atribuir grandes virtudes a las pociones que éste prepara.


Pero desde el siglo X, la Iglesia Católica ve en él a un enemigo que encarna la sobrevivencia de las prácticas precristianas y a un herético que se ha convertido en el servidor del diablo. Ya por el año 900, la brujería es denunciada por el monje Regimon de Prüm. Luego en 1270, aparece el Summa de Officio Inquisitionis (el Tratado del Oficio de la Inquisición) que dicta las penas a los seguidores del demonio. En 1535, en la ciudad de Tolosa, un sonado proceso se lleva a cabo en el tribunal de la Inquisición. Sesenta y tres hombres y mujeres acusados de herejía confiesan bajo tortura adorar al diablo y asistir a aquelarres. Desde esa época los crímenes de herejía y brujería van unidos.

Un demonólogo de la época, Juan Vinetti, en su Tractatus contra demonum invocatores (Tratado contra los invocadores del demonio) de 1450, incluye de manera explícita la brujería en la herejía.

Pero es en el siglo XV cuando se desarrolla una violenta represión contra la brujería. El mismo Papa Inocencio VIII interviene y promulga en 1484, una bula, Summis desiderantes, que condena la brujería, como ya lo habían hecho las autoridades de la época. La publicación del Malleus Maleficarum se inscribe en este contexto.

Por lo demás, no es el único código destinado a guiar a los inquisidores, ya que se inspiran también en otros manuales del mismo género: el Practica Officit Inquisitionis (Práctica del Oficio de la Inquisición), escrito por el inquisidor Bernard Gui (personaje que Umberto Eco hace aparecer en su novela El nombre de la rosa) y el Directorium Inquisitorum (Guía de los Inquisidores), redactado por Eymerich.

l Malleus Maleficarum se debe a dos inquisidores dominicos, uno de ellos Jakob Sprenger (1436-1505), superior de un monasterio. El propósito de los autores es convencer a la población de la realidad de la brujería y entregar a los inquisidores un método para tratar lo que consideran una forma gravísima de herejía. El papel que se deja a la delación es importante y el recurso de la tortura llamada “pregunta”, se utiliza si es necesario. Esta última aparece como un medio, entre otros, para obtener confesiones y los tribunales religiosos no son los únicos en utilizarla.

Los autores hacen notar que la brujería es un fenómeno esencialmente femenino. Al respecto, sólo constatan un hecho: los juicios por brujería afectan mayoritariamente a mujeres. Las cifras de las cuales disponemos muestran que un hombre por cada tres o cuatro mujeres es condenado por ese crimen. Se hace manifiesto el antiguo sentimiento de misoginia o, en todo caso, el recelo de la Iglesia hacia las mujeres; las hijas de Eva son, para la Iglesia, un foco de eterna tentación. A esto se agrega un temor a la sexualidad encarnada por las mujeres. Las páginas del Malleus Maleficarum relativas a la mujer dicen mucho sobre el temor y el desprecio que estos dominicos les profesan.

El Malleus Maleficarum inspira a una serie de textos similares que alimentan, a su vez, los veredictos de numerosos procesos. Por toda Europa se extiende la lucha contra la herejía, variando su vigor en las distintas épocas. Las más conflictivas requirieron una mayor represión. Alemania se caracterizó por ser la más sangrienta. La violencia de los jueces era a veces tan extrema, que suscitaba sublevaciones. Ciertos inquisidores fueron asesinados, como el fanático Conrado de Marburgo. En el Nuevo Mundo también se practicaron juicios por brujería, como el muy famoso celebrado en 1693 en Salem.

Después de alcanzar su apogeo a principios del siglo XVI, esta represión comienza a declinar hacia el siglo XVII. Pero fue tan intensa por mucho tiempo que la expresión “caza de brujas” todavía permanece en nuestros días como sinónimo de persecuciones arbitrarias e inicuas. Persecuciones vanas por lo demás, ya que brujos y brujas siguen llevando a cabo sus misteriosas prácticas, o abusando de la credulidad popular en varios lugares del mundo.

1 comentario en «El Malleus Maleficarum»
  1. Es muy interesante la información que brinda el documento. Permitame soliciatarle mayor información al respecto, estoy interesado en el tema de la Edad Media.

    En la Universidad del Tolima (Colombia) estamos organizando, para la segunda semana de Junio, un evntyo cultural llamado “Semana De Época” que consiste en realizar actividades literarias, filosóficas culturales etc. de un periodo historico determinado. Para esta ocasión se escogio la Edad Media.

    Me gustaría, entonces, establcer contacto son usted y consultar algunas cosas sobre el texto Malleus Maleficarum. Estaba buscando información al respecto.

    le Agradezco su atención. EDWIN VARÓN

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