Ya está bastante claro que simplemente no hay ningún hecho —ninguno— que pueda alterar la narrativa fija de mentiras, distorsiones y libelos de sangre con los que el orden “progresista” internacional demoniza y deslegitima a Israel.
La afirmación de que Israel está matando de hambre a los civiles de Gaza y provocando una hambruna se ha difundido incesantemente desde poco después del comienzo de la guerra con Hamás. En febrero, las Naciones Unidas dijeron que se estimaba que más de una cuarta parte de los 2,3 millones de habitantes de Gaza “enfrentaban niveles catastróficos de privación y hambruna” y que, si no se tomaba alguna acción, una hambruna generalizada era “casi inevitable”.
En marzo, funcionarios de la administración Biden le dijeron a Benny Gantz —entonces miembro del gabinete de guerra de Israel que estaba de visita en Washington DC— que la “crisis de escasez de alimentos” que afectaba a los palestinos en Gaza era “intolerable”. A finales de ese mes, Janti Soeripto, presidente y director ejecutivo de la ONG Save the Children Estados Unidos, declaró que la hambruna en Gaza ya estaba ocurriendo.
En mayo, la directora del Programa Mundial de Alimentos, Cindy McCain, afirmó que partes de Gaza estaban experimentando una “hambruna en toda regla” que se extendía rápidamente por todo el territorio. También en mayo, el fiscal de la Corte Penal Internacional solicitó órdenes de arresto para el primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, y el ministro de Defensa, Yoav Gallant, con el argumento de que Israel estaba “causando hambruna como método de guerra, incluida la denegación de suministros de ayuda humanitaria, [y] deliberadamente apuntando a los civiles en conflicto”.
El mundo ha hecho caso omiso de las repetidas protestas de Israel, que asegura que no ha habido falta de camiones que llegan con ayuda a Gaza, y que el problema radica más bien en la distribución, porque Hamás está robando los suministros.
En cambio, el establishment internacional “progresista” ha exigido repetidamente que Israel detenga inmediatamente la guerra, rindiéndose así ineludiblemente ante Hamás y perdiendo la ventaja militar necesaria para liberar a los rehenes que permanecen en cautiverio del grupo terrorista.
Sin embargo, ahora las afirmaciones sobre la hambruna han quedado desacreditadas.
El mundo ha hecho caso omiso de las repetidas protestas de Israel, que asegura que no ha habido falta de camiones que llegan con ayuda a Gaza, y que el problema radica más bien en la distribución, porque Hamás está robando los suministros
El Comité de Evaluación de Hambrunas (FRC, por sus siglas en inglés) lleva a cabo investigaciones sobre el hambre en el mundo en nombre de una asociación formada entre gobiernos, organizaciones internacionales y ONGs. En marzo, este comité había informado que “la hambruna ahora se proyecta y es inminente” en el norte de Gaza, y que se esperaba que ocurriera antes del final de mayo. Para evitar tal hambruna, afirmaba, se requería “una decisión política inmediata de alto el fuego, junto con un aumento significativo e inmediato del acceso humanitario y comercial a toda la población de Gaza”.
En abril, la Red de Sistemas de Alerta Temprana contra la Hambruna (FEWS NET), una iniciativa de vigilancia de la seguridad alimentaria fundada en 1985 por la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), llegó aún más lejos al afirmar que había “evidencias razonables” de que, desde abril, el norte Gaza había estado experimentando una hambruna que persistiría al menos hasta finales de julio.
Pero el 4 de junio, el Comité de Evaluación de Hambrunas publicó un informe en el que rechazaba el análisis de FEWS NET por considerarlo “implausible”, y afirmaba que no podía respaldar su proyección de hambruna. El Comité señaló que faltaban pruebas fiables sobre el número de camiones que entraban en Gaza, y el nivel de asistencia humanitaria que llegaba y se distribuía en sus distintas zonas.
Para compensar esas lagunas en los datos, explicó el Comité de Evaluación de Hambruna, FEWS NET se había basado en “múltiples capas de suposiciones e inferencias” sobre la disponibilidad y el acceso a los alimentos, así como el estado nutricional y la mortalidad, y había tomado “decisiones sobre esas suposiciones, sin las pruebas de soporte necesarias”. Tales suposiciones, indicó el Comité, habían ignorado o subestimado el valor tanto de las fuentes comerciales de alimentos como de ciertas formas de ayuda humanitaria.
Aunque esto no alteró el hecho de que Gaza está experimentando un “sufrimiento humano extremo” y que se necesita tomar medidas urgentes para aumentar los suministros humanitarios, el Comité concluyó que los flujos de ayuda y la disponibilidad de alimentos han aumentado significativamente en marzo y abril, y “que casi el 100% de las necesidades diarias de kilocalorías estaban disponibles para una población estimada en 300.000 personas en abril, incluso utilizando cálculos conservadores”.
En otras palabras, el Comité de Evaluación de Hambruna revirtió sus propias predicciones anteriores, y condenó a la Red de Sistemas de Alerta Temprana contra la Hambruna por excluir la evidencia que desmentía su narrativa antiisraelí. Las categóricas afirmaciones sobre una hambruna inminente causada por el malvado, despiadado y “criminal de guerra” Israel simplemente no eran ciertas.
El Comité de Evaluación de Hambruna revirtió sus propias predicciones anteriores, y condenó a la Red de Sistemas de Alerta Temprana contra la Hambruna por excluir la evidencia que desmentía su narrativa antiisraelí
Vale la pena recordar que USAID, el organismo matriz de FEWS NET, está dirigido por Samantha Power, quien se desempeñó como embajadora de Estados Unidos ante la ONU durante la administración Obama. En 2002, Power sugirió en un “experimento mental” que Estados Unidos podría tener que invadir Israel para evitar un genocidio israelí contra los palestinos. También sugirió que las únicas personas que podrían sentirse alienadas por esto serían los judíos estadounidenses, quienes, según ella, ejercían un tremendo poder político y financiero sobre Estados Unidos.
Otras investigaciones también han desmentido las afirmaciones de una supuesta hambruna en Gaza. Dos investigadores de la Universidad de Columbia, Awi Federgruen y Ran Kivetz, demuestran que según la evidencia disponible se están suministrando suficientes cantidades de alimentos a la Franja. Declararon a The Jerusalem Post que “es un mito que Israel sea responsable de una hambruna en Gaza”, y sugirieron que la Corte Penal Internacional y la ONU se han unido a Hamás para culpar a Israel por una “hambruna que nunca existió, con la esperanza de detener la guerra”.
Sin embargo, no existen señales de que estas refutaciones de la “hambruna de Gaza” estén teniendo algún efecto sobre la multitud que ataca a Israel. Hace unos días, The New York Times aún se refería a “civiles hambrientos”, y culpaba de las muertes por desnutrición a las “restricciones a la entrada de ayuda y bienes comerciales a Gaza”. BBC News aseguró hace una semana que “una vez más surgen advertencias de hambruna en el norte de Gaza”, trasmitiendo imágenes angustiosas de niños que, según decía, sufrían deshidratación y desnutrición causadas por las restricciones a la ayuda en los cruces fronterizos de Rafah y Kerem Shalom.
Aparte de Fox News, parece que ningún medio de comunicación importante ha informado sobre las conclusiones del Comité de Evaluación de Hambruna de que la afirmación de que existe hambruna en Gaza no puede sostenerse. Tampoco lo han hecho las organizaciones humanitarias antiisraelíes, aunque el director general de la Organización Mundial de la Salud, Tedros Adhanom Ghebreyesus, ahora ha modificado sutilmente su retórica, al hablar de “condiciones similares a las de una hambruna”.
La supuesta hambruna no es la única falsedad antiisraelí cuya desacreditación ha sido ignorada. Los principales medios de comunicación y el sector humanitario siguen utilizando la cifra de Hamás de más de 37.000 civiles muertos en Gaza, a pesar de que la propia ONU revisó drásticamente a la baja sus propios totales de víctimas, después de que se supo que algunas de esas cifras habían sido extraídas de fuentes de los medios que a su vez fueron fabricadas.
Medios como The New York Times, la Australian Broadcasting Corporation y la revista Time siguen repitiendo que según la Corte Internacional de Justicia los palestinos en Gaza enfrentan un “riesgo plausible de genocidio”, a pesar de que el tribunal no dijo tal cosa. Como explicó la propia presidenta de la CIJ, Joan Donoghue, el tribunal decidió que “los palestinos tienen un derecho plausible a ser protegidos del genocidio; no ha decidido que la acusación de genocidio fuera plausible”.
Algunos medios siguen repitiendo que según la Corte Internacional de Justicia los palestinos en Gaza enfrentan un “riesgo plausible de genocidio”, a pesar de que el tribunal no dijo tal cosa. Como explicó la propia presidenta de la CIJ, Joan Donoghue, el tribunal decidió que “los palestinos tienen un derecho plausible a ser protegidos del genocidio; no ha decidido que la acusación de genocidio fuera plausible”
Mientras Israel sigue siendo difamado con libelos de sangre sobre el hambre y su guerra de autodefensa en Gaza, unos cinco millones de personas se enfrentan a una hambruna real en Sudán, donde hasta 150.000 personas han muerto y unas 10 millones han sido desplazadas. Se estima que 25 millones necesitan asistencia humanitaria como resultado de una guerra civil que ya dura 14 meses. Sin embargo, esta vasta y catastrófica escala de sufrimiento humano ha sido ignorada casi por completo. En Fox News, Hadeel Oueis, editor en jefe del medio de comunicación panárabe Jusoor, dijo: “[el pueblo] sudanés se pregunta por qué el mundo hace de la vista gorda cuando el tercer país más grande de África es arrasado, mientras al mismo tiempo se obsesiona con un conflicto más pequeño en Gaza”.
Buena pregunta. La respuesta es tan obvia como brutal: al mundo solo le importa el sufrimiento humano cuando puede culpar a los judíos. Ese prisma malévolo da forma a una narrativa fija sobre Israel y el pueblo judío que ningún hecho real puede perturbar.
*Periodista, locutora y autora británica.
Fuente: Jewish News Syndicate (jns.org).
Traducción Sami Rozenbaum / Nuevo Mundo Israelita.
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