Cuentan sobre un niño muy inteligente, que estaba sentando en la mesa de Pesaj con su familia, y toda la gente a su alrededor.
Pensaron que ese niño iba a hacer preguntas muy interesantes sobre cómo era posible que Hashem había sacado al pueblo de Israel, y cómo había sido posible que se parta el mar, y cómo era posible que hubo tantos milagros, etc. Pero el niño no abrió la boca en ningún sólo momento, sólo escuchaba a su padre al contar la Hagadá de Pesaj.
La gente le preguntó a este niño: ¿Qué, acaso no tienes preguntas que hacerle a tu padre a cerca de la salida de Egipto?
El niño contestó: ¡No!, a mi padre no lo cuestiono. Si él dice o hace algo, seguramente está en lo correcto; ¿Quién soy yo para preguntarle algo?
Así debe ser el Yehudí: Saber y aceptar que si nuestro padre hace o dice algo, debemos acatarlo y respetarlo en su totalidad y con gusto.
Incluso en momentos difíciles y viviendo una época oscura, Hashem está con nosotros en cada momento.
Debemos arraigar en nuestros corazones lo siguiente: Hashem nos quiere más, de lo que nosotros mismo nos queremos.
WOW ! QUE PRECIOSO MENSAJE. MUCHAS GRACIAS.
GUIA PARA LA VIDA DIARIA.